Acuerdo comercial entre Estados Unidos y la UE: ¿Qué es y qué implica para la competitividad europea?

Después de semanas de negociaciones, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunciaron esta semana que Estados Unidos y la Unión Europea han llegado a un importante acuerdo comercial.

El acuerdo establece una nueva base para el comercio transatlántico y fija un tope arancelario del 15 % para la mayoría de las exportaciones europeas hacia Estados Unidos.

Aunque algunos detalles siguen sin estar claros, una hoja informativa publicada por la Casa Blanca indica que la Unión Europea también se ha comprometido a realizar inversiones a gran escala y a comprar energía y equipamiento militar estadounidense. De esos compromisos, la Comisión Europea solo ha confirmado el primero.

El acuerdo se alcanzó bajo la amenaza de un fuerte aumento de los aranceles, y ambas partes lo han presentado como una alternativa preferible a una guerra comercial total. Sin embargo, aunque las tarifas acordadas son la mitad del 30 % que Trump había mencionado previamente, esto implica que muchos exportadores europeos enfrentarán mayores costos para ingresar al mercado estadounidense en comparación con el escenario anterior.

Tras un período de gran incertidumbre, los funcionarios presentan el acuerdo como una fuente de estabilidad y previsibilidad para las empresas a ambos lados del Atlántico. Pero, aunque aún falta conocer muchos detalles, ya ha habido reacciones negativas desde distintos sectores, ante el temor de que la competitividad europea se vea afectada.

Esto es lo que hay que saber.

El acuerdo establece un nuevo tope arancelario del 15 % para todas las exportaciones de la Unión Europea "actualmente sujetas a aranceles recíprocos", según la Comisión Europea. También se aplica a automóviles y autopartes, así como a "posibles aranceles futuros" sobre productos farmacéuticos y semiconductores.

La Casa Blanca afirma que se mantendrán aranceles del 50 % sobre el acero, el aluminio y el cobre europeos. La Comisión Europea, por su parte, señala que la Unión Europea y Estados Unidos establecerán "contingentes arancelarios para las exportaciones europeas según niveles históricos, reduciendo los aranceles actuales del 50 % y garantizando al mismo tiempo una competencia global justa".

La Unión Europea también acordó comprar 750.000 millones de dólares adicionales en productos energéticos estadounidenses durante los próximos tres años y realizar inversiones por 600.000 millones de dólares en "diversos sectores" en Estados Unidos de aquí a 2029. A cambio, Estados Unidos no enfrentará aranceles más altos para exportar a la Unión Europea.

El comercio de bienes y servicios entre Estados Unidos y la Unión Europea se ha duplicado en la última década, superando los 1,6 billones de euros en 2024, lo que equivale a 4.200 millones de euros diarios.

En un comunicado anunciando el acuerdo, la Casa Blanca lo describió como un “reajuste fundamental de la relación económica entre las dos mayores economías del mundo”. Señaló que abrirá el acceso a mercados y restablecerá una relación positiva y a largo plazo entre ambas economías.

Pero varios líderes empresariales y políticos europeos tienen una visión más pesimista sobre el comercio.

El canciller alemán Friedrich Merz criticó el acuerdo por perjudicar tanto a Estados Unidos como a la Unión Europea, afirmando que causará “daños considerables”. Alemania es el mayor exportador de bienes a Estados Unidos en Europa, seguida por Irlanda, Italia y Francia.

El primer ministro francés François Bayrou calificó el acuerdo como “un día oscuro” para la Unión Europea.

También se han expresado preocupaciones sobre el aumento de la inflación y su impacto en el crecimiento económico en Europa. Merz, por ejemplo, advirtió que mayores tasas de inflación podrían ser una consecuencia del cambio en la política comercial estadounidense. Queda por ver si los mayores costos serán absorbidos por las empresas europeas para proteger su cuota de mercado o si se trasladarán a los consumidores estadounidenses, lo que podría reducir la demanda.

Muchos detalles del acuerdo aún están por definirse y su implementación dependerá en gran medida de las decisiones de inversión empresarial más que de políticas a nivel de la Unión Europea.

Aun así, muchos valoran que es mejor tener un acuerdo que no tener ninguno. El comisionado europeo de Comercio, Maroš Šefčovič, por ejemplo, afirmó que es el “mejor acuerdo que pudimos obtener en circunstancias muy difíciles”.

Como muestra el gráfico a continuación, se espera que el 1 de agosto entren en vigor aranceles más altos para aquellos países que aún no hayan cerrado acuerdos con Estados Unidos.

A comienzos de julio, el Foro Económico Mundial convocó la reunión inaugural de Líderes por el Crecimiento y la Competitividad en Europa, con el objetivo de acelerar acciones en energía limpia, mercados financieros, alianzas estratégicas y tecnología.

La reunión tuvo lugar en un contexto de crecimiento económico moderado en la región, tras la incertidumbre comercial y las tensiones geopolíticas. Sin embargo, el informe semestral de economistas jefes del Foro mostró una perspectiva ligeramente más optimista para el bloque, aunque desde una base baja, con casi la mitad de los encuestados prediciendo un crecimiento moderado o fuerte.

Queda por ver cómo afectará el nuevo acuerdo de aranceles al crecimiento europeo y a sus planes de competitividad en el futuro.