Premios de Wimbledon: este gráfico muestra su evolución a lo largo de los años para los ganadores y ganadoras

Desde su estricto código de vestimenta completamente blanco para los jugadores hasta las 200.000 porciones de fresas con crema con crema que consume su público cada año, Wimbledon es un torneo deportivo construido sobre tradiciones que perduran en el tiempo.

Sin embargo, un aspecto del evento que ha cambiado a lo largo de los años es el premio en dinero. Como uno de los cuatro torneos de Grand Slam del tenis, es una de las competencias individuales más prestigiosas del deporte.

El premio en dinero para The Championships —nombre oficial de Wimbledon— en 2025 es un récord de 53.500.000 libras (72.707.035 dólares). Este sábado y domingo, los campeones individuales masculinos y femeninos recibirán cada uno 3.000.000 libras (4.077.030 dólares).

El gráfico a continuación muestra cómo ha cambiado el premio en dinero de Wimbledon para hombres y mujeres desde 1968, año en que por primera vez se permitió la participación de jugadores profesionales en torneos sancionados por la Federación Internacional de Tenis. La línea del tiempo incluye también el año 2007, cuando el torneo alcanzó la paridad en premios entre hombres y mujeres.

El tenis fue pionero en el camino hacia la igualdad en los premios en el deporte, con el Abierto de Estados Unidos de 1973 convirtiéndose en el primer evento deportivo que ofreció paridad. Esto ocurrió luego de que la ganadora del torneo femenino de 1972, Billie Jean King, amenazara con que ella y otras jugadoras no participarían al año siguiente a menos que se igualaran los premios.

Wimbledon fue el último de los Grand Slams en ofrecer premios iguales, tras el Abierto de Australia en 2001 y el Abierto de Francia en 2006.

Fuera de estos torneos “mayores”, la disparidad aún existe en el tenis. Muchos eventos importantes de los circuitos masculino y femenino todavía ofrecen premios menores para las mujeres —algunos con brechas significativas—. También hay discusiones sobre diferencias en los horarios y duración de los partidos.

Y aunque el tenis introdujo recientemente el primer programa pago de licencia por maternidad para jugadoras profesionales, estas políticas siguen siendo la excepción, no la regla.

Problemas similares se reflejan en el mundo deportivo en general. Los deportes femeninos están captando hoy una atención y reconocimiento sin precedentes, según ONU Mujeres, pero “siguen existiendo grandes brechas”. Las atletas enfrentan problemas como menos oportunidades profesionales, una gran brecha salarial —no hay mujeres entre las 50 atletas mejor pagadas del mundo en 2025—, menos patrocinios y condiciones de juego desiguales.

Mientras algunos argumentan que esto se debe en parte a que los deportes femeninos atraen a menos público y generan menos ingresos, otros sostienen que la perpetuación de prejuicios y estereotipos arraigados sobre el deporte femenino está frenando el progreso.

“La igualdad salarial por igual desempeño está ganando el impulso que le corresponde, no solo en el tenis sino en todo el mundo deportivo”, dice Kim Piaget, líder de Insights en Diversidad, Equidad, Inclusión y Justicia Social del Foro Económico Mundial. “Con la combinación de la defensa activa y las inversiones estratégicas de patrocinadores y organismos reguladores, el deporte femenino está demostrando su valor y ganando terreno. Los ingresos globales del deporte femenino han crecido un 240 % en los últimos cuatro años”, añade, “pero aunque los premios en dinero finalmente están alcanzando a los masculinos, la equidad en el deporte va mucho más allá del podio de los ganadores”.

Las investigaciones muestran que invertir en paridad —en el deporte y otros ámbitos— ayuda a construir economías más resilientes, prósperas y productivas. Pero, con la velocidad actual del progreso, tomará 123 años alcanzar la paridad completa a nivel global, según el Informe Global sobre la Brecha de Género 2025 del Foro.

El deporte es un “gran habilitador”, señala ONU Mujeres, y las mujeres que practican deporte tienden a permanecer más tiempo en instancias educativas y a obtener mejores empleos —lo que ilustra cómo avanzar hacia la paridad puede impulsar el cambio, desde el vestuario hasta la sala de reuniones.

“Con mayor reconocimiento, mejores datos y patrocinadores financieros más inteligentes que asumen un rol activo, existe una oportunidad única para nivelar el campo de juego y transformar todo el sistema,” concluye Piaget.