Por qué toda empresa necesita un jefe de geopolítica

Recientemente, el gobierno del Reino Unido publicó su primer Análisis de Riesgos Crónicos, una previsión exhaustiva de los riesgos para las empresas y los líderes políticos del país. Los riesgos sistémicos identificados abarcan la seguridad, la tecnología y, en particular, la geopolítica. En este informe, por primera vez, una de las principales economías del G7 ha comunicado explícitamente a su comunidad empresarial y política que la inestabilidad internacional y la fractura del "antiguo orden internacional" son riesgos que todas las empresas, no solo las grandes, deben tener en cuenta en sus planes.

Esta orientación sin precedentes está en consonancia con el Informe sobre Riesgos Globales del Foro Económico Mundial. En su vigésima edición, se reveló que la comunidad de líderes está preocupada por un panorama mundial cada vez más fracturado, en el que los crecientes desafíos geopolíticos, ambientales, sociales y tecnológicos amenazan la estabilidad y el progreso. La publicación del informe en 2025 ha resultado profética, ya que este año se ha producido una escalada en varios frentes geopolíticos: guerras comerciales, conflictos cibernéticos e incluso ataques cinéticos.

Cuando tanto los gobiernos como las instituciones internacionales advierten explícitamente a las empresas sobre los riesgos geopolíticos, las estrategias corporativas tradicionales para gestionar las relaciones internacionales ya no son suficientes. La solución no consiste simplemente en mejorar las relaciones con los gobiernos o reforzar la gestión de riesgos, sino en crear una nueva función directiva: la del jefe de geopolítica, del inglés Chief Geopolitical Officer (CGO).

El viejo paradigma de la gestión de riesgos se basaba en una premisa fundamental: un sistema internacional estable y basado en normas en el que las empresas podían operar dentro de marcos predecibles y aptos para la inversión. Sin embargo, tanto el índice Geopolitical Risk with Trade (GPRT) ha aumentado aproximadamente un 30% entre 2020 y 2024 en comparación con las dos décadas anteriores, como el Global Supply Chain Pressure Index (GSCPI) casi se ha triplicado durante el mismo periodo.

En consecuencia, los directores de riesgos, centrados en cuestiones financieras y operativas, y los departamentos de asuntos gubernamentales que se ocupan del cumplimiento normativo y el lobbying, se están viendo superados por el entorno actual, cargado de tensiones geopolíticas. Estos riesgos abarcan todo el espectro, desde la fragmentación de las políticas y las amenazas digitales hasta la guerra financiera. Cuestiones que antes eran periféricas a la estrategia empresarial ahora plantean importantes riesgos financieros, competitivos y existenciales, entre los que se incluyen:

Impulsar una reestructuración a la luz de la agitación geopolítica es una tendencia corporativa que está cobrando impulso. McKinsey, Russell Reynolds y otros informan de que las empresas líderes están nombrando altos cargos para asuntos gubernamentales, creando unidades de inteligencia geopolítica y, en el contexto de la turbulencia posterior a las elecciones de Trump entre las empresas de la lista Fortune 500, contratando directamente a ejecutivos por su experiencia diplomática y conocimiento geopolítico.

Aunque el puesto de jefe de geopolítica es nuevo y poco común, la función no lo es. El vicepresidente de Asuntos Globales de Meta, cargo que hasta hace poco ocupaba el exviceprimer ministro británico Nick Clegg, es una función que existe desde hace más de diez años en la empresa. Su experiencia era muy valorada, ya que el gigante tecnológico necesitaba navegar por la intrincada red de normativas de privacidad de la UE, las exigencias de moderación de contenidos de EE. UU. y otros desafíos relacionados con la entrada en mercados complejos.

Este es un patrón que se observa en otras funciones ejecutivas especializadas: el cargo de jefe de sostenibilidad (Chief Sustainability Officer, CSO) surgió cuando las preocupaciones ambientales se convirtieron en riesgos empresariales importantes, mientras que el cargo de jefe de seguridad de la información (Chief Information Security Officer, CISO) evolucionó a partir de los departamentos de TI cuando las ciberamenazas se convirtieron en una prioridad para las juntas directivas. Al igual que sus predecesores, el cargo de CGO representa la elevación de lo que antes era una preocupación periférica a un imperativo empresarial existencial que requiere un liderazgo dedicado por parte de la alta dirección.

El jefe de geopolítica no es un director de asuntos gubernamentales de alto nivel, sino un cargo estratégico que busca integrar una sofisticada inteligencia geopolítica directamente en los procesos de toma de decisiones empresariales fundamentales. Esta función trasciende el lobbying tradicional y se centra en la navegación proactiva por el panorama político mundial, lo que incluye:

No se trata simplemente de gestionar el riesgo, sino también de maximizar las oportunidades, ya que las ventajas también podrían ser reales. Posicionarse para el cambio geopolítico puede permitir capturar corredores comerciales en transformación, nuevas áreas de crecimiento orgánico u oportunidades para realinear las operaciones globales con el fin de mejorar la eficiencia de costos o de capital.

Por ejemplo, mientras que otros fabricantes de automóviles occidentales se vieron excluidos de China, la Gigafábrica de Tesla en Shanghái se convirtió en su planta de producción de vehículos de mayor capacidad en todo el mundo, representando más del 40% de sus entregas globales. Del mismo modo, la diversificación de la cadena de suministro de Apple hacia India permitió un aumento del 50% interanual en la producción de iPhone y miles de millones en nuevos ingresos.

Para las empresas preparadas para abordar el riesgo geopolítico de forma proactiva, es esencial contar con un marco estructurado:

A medida que el mundo se vuelve cada vez más multipolar y fragmentado, esta función pasará de ser un concepto novedoso a convertirse en un componente esencial de la alta dirección. Las empresas que integren de forma proactiva una sofisticada inteligencia geopolítica en su ADN estratégico no solo serán capaces de sobrevivir, sino también de prosperar. En una era en la que un solo cálculo puede afectar a décadas de creación de valor o conducir a décadas de crecimiento, el jefe de geopolítica no será un lujo, sino una necesidad.