La seguridad en los videojuegos es una piedra angular del mundo digital. Así es como lograrla

En la infancia conectada de hoy, los videojuegos son el patio de recreo, el aula y un espacio social paralelos. Se estima que casi el 80% de todos los niños de entre 5 y 18 años juegan a videojuegos de alguna forma. Para millones de niños y adolescentes, los juegos en línea son el lugar donde se forman las identidades, las amistades y la expresión individual. Sin embargo, ahora que las pantallas se han convertido en una parte integral de nuestra vida cotidiana, la pregunta que se plantean los padres, los responsables políticos y las plataformas no es si los jóvenes están jugando, sino si lo están haciendo de forma segura.

La cuestión nunca ha sido tan urgente. El tiempo que los niños pasan frente a las pantallas, a menudo sin supervisión, ha aumentado considerablemente. Las plataformas que antes eran dominio exclusivo de los usuarios adultos están ahora inundadas de niños y adolescentes. Riesgos como el grooming, el acoso, la explotación y la manipulación algorítmica ya no son teóricos, sino que se desarrollan en tiempo real, a menudo fuera de la vista y sin previo aviso.

Esa es una cuestión que aborda la Coalición Global para la Seguridad Digital del Foro Económico Mundial. En su reciente informe, The Intervention Journey: A Roadmap to Effective Digital Safety Measures, dos intervenciones — el kit de herramientas de seguridad para juegos Xbox de Microsoft, que ofrece una visión general de los riesgos de seguridad y consejos para responder a ellos, y la plataforma k-ID, que permite integrar a los videojuegos experiencias adecuadas para cada edad— destacan por su sofisticación técnica y por lo que representan: un cambio más amplio hacia soluciones proactivas, inclusivas y adaptadas al contexto.

El kit de herramientas para la seguridad en los juegos de Xbox (Xbox Gaming Safety Toolkit) desarrollado por Microsoft va más allá de los controles parentales tradicionales. No se trata solo de cambiar algunos ajustes de privacidad o leer los términos del servicio. Se trata de brindar a los padres, muchos de los cuales quizá no hayan crecido jugando a videojuegos, las herramientas necesarias para que puedan orientar con confianza a sus hijos en su vida online.

Desarrollado en colaboración con educadores, organizaciones de la sociedad civil y responsables políticos de Australia y Nueva Zelanda, y posteriormente ampliado a Asia, el kit de herramientas ofrece orientación específica para cada edad, situaciones de la vida real y consejos adaptados a la cultura local. La herramienta reconoce que los padres a menudo se sienten desinformados, abrumados por amenazas en rápida evolución y sin saber por dónde empezar.

El kit de herramientas les permite involucrarse, cuestionar y, lo que es más importante, participar en lugar de dar sermones o moralizar. Subraya la necesidad del diálogo, por encima de las herramientas de control parental y los esfuerzos proactivos de moderación de la plataforma Xbox.

Pero quizás lo más importante es que el kit de herramientas Xbox entiende que las herramientas solo funcionan cuando las personas las conocen, comprenden y confían en ellas. Por eso, la plataforma se está distribuyendo no solo a través de canales online, sino también a través de alianzas locales, llegando a las familias allí donde están.

k-ID aborda el problema desde la raíz, permitiendo que cualquier plataforma de juego ofrezca experiencias adecuadas a cada edad, en cualquier parte del mundo. En nuestros días ya no basta con pedir la fecha de nacimiento y confiar en la honestidad de los usuarios, ni con bloquear el acceso a los videojuegos basándose en información voluntaria. La plataforma de k-ID transforma la manera en que los videojuegos reconocen a los usuarios mediante la implementación de técnicas que garantizan la privacidad y verifican la edad. A partir de ahí, la plataforma de k-ID adapta la experiencia del usuario, desde las funciones disponibles hasta la moderación del contenido, en función de la edad, la ubicación geográfica, las autorizaciones, los consentimientos y los requisitos legales locales.

En esto consiste la seguridad digital desde el diseño. Es fundamental que su uso no se limite a los gigantes del sector. Sus servicios están diseñados para ser asequibles y accesibles, lo que permite incluso a las pequeñas y medianas empresas de videojuegos cumplir con las normas globales de seguridad de los niños sin necesidad de grandes cambios de ingeniería. Esto es fundamental en un mundo en el que la seguridad digital ha sido con demasiada frecuencia un privilegio de las empresas con más recursos.

k-ID ayuda, pues, a desafiar la norma de que la innovación viene primero y la seguridad viene después.

Aunque estas dos intervenciones difieren en su enfoque, están unidas por una filosofía común. Ya sea dotando a los padres de mejores herramientas o habilitando plataformas para anticipar y mitigar los riesgos antes de que se materialicen, Microsoft y k-ID demuestran que la confianza debe construirse de forma proactiva, colaborativa y contextual.

Este principio es la esencia de la Coalición Global para la Seguridad Digital del Foro Económico Mundial. La iniciativa reúne a partes interesadas de varias industrias, sectores y geografías, desde la sociedad civil y las autoridades reguladoras hasta las empresas tecnológicas. La coalición se limita a catalogar las mejores prácticas. Mapea las intervenciones a lo largo de todo el proceso, empezando por la identificación, el diseño y la implementación, hasta la evaluación, la medición y la transparencia.

El sector de los videojuegos, con su amplia base de usuarios y su compleja dinámica social, es un terreno fértil para este enfoque.

La inteligencia artificial está transformando la forma en que se crean y se consumen los contenidos. Estamos asistiendo a un aumento de la soberanía digital y de la normativa, y los jóvenes pasan más tiempo que nunca conectados a Internet. La cuestión de la seguridad en los videojuegos ya no es un tema marginal. Es fundamental para el movimiento más amplio en favor de la seguridad digital.

En primer lugar, la seguridad debe integrarse en la fase de diseño, no añadirse como reacción a una crisis. Esto significa pensar de forma holística en la experiencia del usuario, anticipar los riesgos en cada punto de contacto y diseñar pensando en la dignidad y en una mejor experiencia del usuario, no solo en el cumplimiento normativo.

En segundo lugar, los reguladores deben dejar claro qué significa el cumplimiento normativo para los ciudadanos de su jurisdicción. Hoy en día, las plataformas deben navegar un laberinto legal costoso y a menudo incierto. k-ID ofrece una solución que permite a los juegos automatizar el cumplimiento normativo de forma coherente, centrada en el usuario y basada en los requisitos de cada jurisdicción.

En tercer lugar, la alfabetización digital debe ser una parte fundamental de la educación de los jóvenes y los padres. Debemos tratarla con la misma seriedad que la lectura y la matemática. Debemos empoderar a los jóvenes usuarios no solo para que bloqueen a los acosadores, sino para que comprendan sus derechos, cuestionen cada detalle de lo que ven y definan las normas de las comunidades en las que viven.

Por último, las empresas deben reconocer a los niños no como usuarios, sino como ciudadanos con capacidad de acción, dignidad y derecho a la protección. Esto significa crear herramientas en colaboración con los propios jóvenes, escuchar sus necesidades y desarrollar productos que reflejen su experiencia vivida.

Desde la experiencia de juego hasta la comunidad, el futuro de los videojuegos es más que solo jugable. Con la visión y cooperación adecuadas, puede ser confiable, empoderador, inclusivo y seguro por diseño.