Como España aprovecha los clústeres industriales y lidera la transición energética en Europa

Se espera que la inversión energética mundial haya superado los 3 billones de dólares por primera vez en 2024, con 2 billones de dólares destinados a tecnologías e infraestructuras limpias. Sin embargo, para alcanzar el objetivo de 1,5 ºC, la inversión anual debe aumentar a más de 6,5 billones de dólares al año para 2030 y a unos 7-8 billones de dólares al año para 2035.

A pesar del impulso positivo de los últimos años, fomentado por un sector público favorable, esta laguna enorme pone de manifiesto la necesidad urgente de movilizar capital público y privado y promover una colaboración inmediata en todo el mercado para acelerar la expansión de las soluciones de energía limpia.

España está a la vanguardia de la transición energética de Europa. El país se ha fijado el ambicioso objetivo de generar el 81% de su energía a partir de fuentes renovables para 2030, con el apoyo de inversiones sustanciales esbozadas en su Plan Nacional Integrado de Energía y Clima.

Con su posición geográfica estratégica y recursos y capacidades renovables abundantes, España está en una posición única para liderar la revolución de las tecnologías limpias en Europa. El país ya representa el 20% de los proyectos de hidrógeno verde anunciados en la UE, lo que lo convierte en un polo de innovación en tecnologías limpias. Sin embargo, el camino hacia la ampliación de los sistemas de energía limpia y la descarbonización de la industria pesada sigue siendo un reto. Para alcanzar sus ambiciones, España necesita nuevos mecanismos de financiación, marcos políticos sólidos y predecibles, y un enfoque público-privado coordinado que fomente las colaboraciones internacionales para superar los retos estructurales y de mercado.

A pesar de su potencial, los proyectos innovadores de tecnología limpia en España se enfrentan a algunos de los principales desafíos generales en su camino hacia la financiabilidad:

Altos requisitos de CAPEX: Los proyectos en fase inicial y pioneros exigen una inversión inicial sustancial para la construcción, los permisos y el aumento de la producción. Los largos períodos de amortización hacen que estos proyectos sean menos atractivos para los fondos tradicionales de capital de riesgo y de capital privado.

Incertidumbre del mercado: La dependencia de la regulación y los flujos de efectivo impredecibles disuaden la inversión privada, ya que la falta de marcos estables socava la confianza de los inversores.

Riesgo tecnológico: Muchas soluciones de tecnología limpia, como el almacenamiento de energía de larga duración y la producción de hidrógeno, siguen sin haber sido probadas a gran escala, lo que amplifica la percepción de riesgo para las entidades financieras. También hay escasez de garantías para mitigar satisfactoriamente este riesgo tecnológico.

Incertidumbres normativas y políticas: Cambios en los regímenes de subvenciones o en las normas ambientales, lentitud en la concesión de permisos que puede afectar a la viabilidad de los proyectos y falta de programas de apoyo público para superar la "prima verde".

Los clústeres industriales o polos energéticos presentan una oportunidad única para avanzar en la transición de España a través de un enfoque colectivo de ecosistema. Estos clústeres crean sistemas integrados de energía e industria que facilitan la escalabilidad y optimizan el riesgo y la asignación de recursos en toda la cadena de valor. Agregan la demanda, escalando soluciones como el hidrógeno, la captura de carbono y el almacenamiento de energía renovable. El modelo de clúster fomenta estrategias de financiación innovadoras para movilizar capital a escala.

Son necesarios cuatro componentes fundamentales para la transición de los clústeres industriales: énfasis equilibrado en impulsar el valor económico, social y ambiental; consideración inclusiva de todas las tecnologías y procesos que apoyan la reducción de las emisiones de CO2e; colaboración intersectorial dentro y entre la industria, el sector público, el sector financiero, los trabajadores y las partes interesadas de la comunidad; y estrategias coordinadas y ágiles entre socios, políticas, financiación y habilitación e implementación de tecnología.

El informe anual de la iniciativa Transitioning Industrial Clusters del Foro Económico Mundial destaca las experiencias y perspectivas de 30 clústeres industriales signatarios de la plataforma. A pesar de enfrentarse a diversos retos geográficos, de infraestructura, políticos y sectoriales, estos clústeres han desarrollado estrategias integrales para lograr el cero neto y maximizar su potencial económico y de empleo.

La experiencia de España en financiar y ampliar sus clústeres industriales ofrece lecciones valiosas para otras regiones. Por ejemplo, el Gobierno Vasco, a través del Grupo Spri, en colaboración con empresas energéticas importantes como Iberdrola y Petronor, y con el apoyo de los 16 clústeres industriales, está liderando un "superclúster" industrial. Este clúster tiene como objetivo acelerar el camino hacia las emisiones netas cero en el País Vasco, fomentando la descarbonización del suministro energético y la eficiencia energética en los sectores industriales, y creando oportunidades de mercado a partir de la ampliación de nuevas tecnologías y servicios innovadores.

Del mismo modo, el Valle Andaluz del Hidrógeno Verde posiciona a España como una potencia energética europea con capacidad de exportación, impulsando significativamente la actividad industrial y económica y contribuyendo a la seguridad del suministro y la independencia energética de Europa.

Estas iniciativas ponen de manifiesto el poder de los clústeres para impulsar un cambio sistémico. También existen experiencias similares en otros países, como los "50 sitios industriales" de Francia o los "valles del hidrógeno" de Portugal.

La nueva Ley de Industria Española es una oportunidad histórica para avanzar, pero alcanzar los objetivos de transición energética de España requerirá una acción decisiva en cinco frentes:

1. Promover señales de demanda e incentivos: Definir políticas climáticas industriales que proporcionen señales de demanda claras para impulsar la transformación a la escala y previsibilidad necesarias. Incluir incentivos de demanda y apoyo a iniciativas privadas para la demanda temprana de productos bajos en carbono.

2. Reforzar las alianzas público-privadas: La colaboración eficaz entre gobiernos y el sector privado (entidades financieras, empresas, start-ups) es crucial para crear marcos normativos estables y transparentes y asegurar las inversiones a largo plazo. Programas como el Fondo de Innovación de la UE y los acuerdos de contratación pública demuestran cómo la alineación estratégica entre política y financiación puede impulsar el despliegue a gran escala de tecnologías limpias.

3. Mejorar la viabilidad financiera, simplificar los procesos y agilizar la concesión de permisos: La implementación de mecanismos de financiación innovadores es importante para salvar las brechas de financiación e incentivar los proyectos de tecnologías limpias en fase inicial. Instrumentos como la financiación mixta, los bonos verdes y los mecanismos de reparto de riesgos, como las garantías públicas o los contratos por diferencias, pueden atraer capital privado al reducir el riesgo de las inversiones y mejorar la rentabilidad, especialmente en los sectores difíciles de descarbonizar. También es fundamental contar con procesos simplificados y una concesión de permisos más rápida, como una ventanilla única para proyectos de tecnologías limpias.

4. Liderazgo regional y global: La ubicación estratégica de España y sus recursos renovables la posicionan para influir en los estándares globales de tecnología limpia y catalizar una nueva era de industrialización limpia. Al expandir sus clústeres de tecnología limpia y fomentar las alianzas internacionales, el país puede desempeñar un papel clave en la configuración del futuro energético e industrial de Europa.

5. Aprovechar el mecanismo de financiación del Sistema de Comercio de Emisiones (SCE) de la UE: Utilizar una gran parte de los crecientes ingresos del SCE previstos para los próximos años para fomentar la inversión en la manufactura de tecnologías limpias. El gobierno español debería invertir el 25% de estos ingresos, lo que podría ser un poderoso mecanismo para ampliar los impactos y beneficios durante esta década.

Lograr una revolución industrial limpia y desarrollar polos de tecnología limpia debe ser una prioridad nacional—representan un modelo global para la transformación industrial. Con las estructuras financieras, los marcos políticos y los ecosistemas de colaboración adecuados, España puede desbloquear su potencial como líder en la transformación industrial, fomentando el crecimiento económico y la resiliencia ambiental.

Para alcanzarlo, es necesario un esfuerzo coordinado a lo largo de toda la cadena de valor, en el que gobiernos y empresas alineen sus objetivos y aprendan nuevas formas de trabajar juntos.

Para saber más, consulta el nuevo informe del Foro Económico Mundial Accelerating the Energy Transition: Unpacking the Business and Economic Cases.