Cómo sortear los riesgos y oportunidades en una nueva era de políticas industriales

Las empresas se encuentran bajo presión para anticiparse a las políticas industriales que se avecinan y discernir la mejor manera de sacar provecho de las circunstancias cambiantes. En nuestra opinión, la diferencia entre el éxito y el fracaso dependerá de la capacidad de las empresas de todos los sectores para posicionarse eficazmente ante estos cambios. Esto requerirá más que decisiones reactivas a corto plazo con horizontes temporales limitados; exigirá estrategias sostenibles a largo plazo para aprovechar las numerosas y complejas transformaciones en curso.

En 2009, Global Trade Alert realizó un seguimiento de un total de 90 intervenciones gubernamentales relacionadas con políticas industriales, entre ellas la protección de sectores incipientes, subvenciones a industrias nacionales prioritarias, medidas comerciales arancelarias y no arancelarias y medidas de inversión relacionadas con el comercio. En el periodo comprendido entre enero de 2023 y junio de 2024, se documentaron más de 2500 nuevas medidas de política industrial – lo que eleva el total desde 2009 a más de 15 000 intervenciones.

No cabe duda de que se trata de una escalada espectacular. Pero las ramificaciones más amplias trascienden las cifras. Esta transformación se produce en medio de un cambio global hacia la multipolaridad, con nuevos niveles de volatilidad geopolítica, una escalada de las rivalidades nacionales, cambios rápidos en el equilibrio militar convencional y nuclear, el aumento de las políticas nacionalistas y populistas en apoyo del mercantilismo pospandémico, la hipercompetencia tanto en sectores estratégicos tradicionales como en los nuevos, y la inminente perspectiva de una mayor fragmentación económica mundial. También refleja la creciente tendencia de los principales gobiernos a considerar a las empresas transnacionales como elementos importantes de sus estrategias de seguridad, relaciones exteriores y objetivos económicos. Bienvenidos a la nueva era de las políticas industriales.

El cambio desde la rápida liberalización política y económica tras la Guerra Fría ha sido extraordinario. El seminal "fin de la historia" pareció entonces un momento de renuncia irrefutable a las muchas intervenciones estatistas fracasadas de los años anteriores. Los gobiernos permanecieron prácticamente al margen mientras las grandes corporaciones emprendían operaciones globales de una ambición extraordinaria, con complejas cadenas de suministro para maximizar la ventaja comparativa. Las economías pasaron a depender mucho más del libre mercado para identificar y explotar las oportunidades de crecimiento. A través de la promoción de la integración económica y financiera mundial, sentaron las bases para el progreso considerable – por más desigual que fuera – que marcó la trayectoria del desarrollo económico en todo el mundo durante tres décadas.

En los últimos años, se ha reconsiderado este enfoque de libre mercado, como lo demuestra la proliferación global de nuevas medidas de política industrial. Hay que subrayar que todavía no hay consenso sobre este enfoque. Sin duda, muchos economistas señalan la naturaleza intrínsecamente no económica de las intervenciones gubernamentales, especialmente cuando están dominadas por consideraciones políticas y no de mercado. Muchos señalan el riesgo de autarquía económica y los costos derivados de la pérdida de ventajas comparativas. Pero incluso los críticos más vehementes de las políticas industriales están de acuerdo en que estas han desempeñado un papel clave en el desarrollo económico nacional en diversas regiones del mundo y en condiciones igualmente diversas.

El conjunto de las políticas industriales de hoy difiere del pasado. A lo largo de los años, la lógica de la intervención gubernamental ha pasado de ser estimular el desarrollo económico nacional a proteger los intereses de seguridad nacional, y luego promover y/o mantener la competitividad económica nacional. Más recientemente, esta lógica se ha centrado en la necesidad de apoyar a las "nuevas fuerzas productivas": los sectores e industrias que los gobiernos consideran fundamentales para el desarrollo nacional futuro. Aunque la eficacia de estos nuevos planteamientos políticos puede variar de un país a otro y de un sector a otro, las empresas deben prepararse para hacer frente a estos cambios.

Los líderes del sector privado deben prepararse para el cambio, especialmente en estas tres grandes categorías:

Un aspecto crucial es que es poco probable que las empresas puedan afrontar los desafíos por sí solas. Al contrario, es probable que veamos un nuevo nivel de colaboración nacional y de unión de los sectores público y privado en busca de nuevas oportunidades.

Los países dependen cada vez más de alianzas público-privadas para reforzar sectores estratégicos nacionales y protegerse de la competencia extranjera. Algunos ejemplos son la ley estadounidense CHIPS and Science Act, concebida para preservar la industria de semiconductores del país; el campo de investigación de energía de hidrógeno de Fukushima, en Japón; el modelo de alianza estratégica de India (Strategic Partnership Model) para fomentar la autosuficiencia en materia de defensa; y la Alianza Europea de Baterías, creada para desarrollar una cadena de valor competitiva y sostenible para la producción de baterías en la UE y otros países europeos interesados.

La colaboración intersectorial es otra herramienta que puede potenciar los esfuerzos de política industrial, mitigar algunos de sus efectos nocivos y favorecer la actuación de los países en tiempos de crisis. El ejemplo más reciente y destacado fue la forma en que organizaciones de todo tipo se unieron para hacer frente a la pandemia de COVID-19, incluyendo colaboraciones para acelerar el desarrollo de vacunas, producir equipos médicos y de protección personal críticos y facilitar el intercambio de datos para el seguimiento de contactos.

Ambos tipos de colaboración pueden ayudar a las empresas a evitar el declive asociado a la competencia extranjera, desleal o no. Combinadas con las políticas adecuadas, tienen además el potencial de impulsar el desarrollo de infraestructuras y habilidades, promover prácticas más sostenibles y apoyar el cultivo de tecnologías avanzadas.

A medida que continúen intensificándose las fuentes de inestabilidad internacional, los gobiernos y las empresas se enfrentarán al reto de buscar estrategias que sean a la vez económicamente sólidas y eficaces en la práctica. Por ahora, el genio de la política industrial seguirá fuera de la botella.