Necesitamos reactivar el crecimiento. Pero esta vez debe ser para todos
Debemos volver a poner en marcha el motor del crecimiento económico y crear oportunidades para las nuevas generaciones. Image: Shutterstock/Sergey Nivens
Este artículo fue publicado por primera vez por Caixin Global y Astro Awani.
- La era actual es uno de los entornos geopolíticos y geoeconómicos más complicados e impredecibles de las últimas décadas.
- Muchos países, principalmente del Sur Global, todavía enfrentan dificultades para recuperarse de la COVID-19, los choques en la cadena de suministro y la volatilidad económica.
- He aquí cómo podemos reiniciar el motor del crecimiento económico y crear un nuevo modelo económico que funcione para todos.
Vivimos posiblemente uno de los entornos geopolíticos y geoeconómicos más complicados e impredecibles de las últimas décadas. Los conflictos violentos -el mayor número desde la Segunda Guerra Mundial- están provocando una acumulación de graves costes humanitarios, causando disrupciones en el comercio y el suministro energético y contribuyendo a crisis alimentarias y de combustible.
En lo que respecta a la economía, muchos países han contrariado predicciones pesimistas, pero otros, principalmente en el Sur Global, siguen enfrentando dificultades para recuperarse de la convulsión causada por la COVID-19, seguida de choques de oferta, aumentos de costes del capital y volatilidad de las divisas.
Un conjunto único de retos exige nuevas soluciones
En muchos países de renta baja, los índices de pobreza siguen siendo hoy más elevados que antes de la pandemia. Y la mayoría de las economías menos desarrolladas dependen de importaciones tanto de alimentos como de energía, por lo que están expuestas a una disminución de los suministros y a precios más altos. El Programa Mundial de Alimentos calcula que 333 millones de personas se enfrentan a niveles agudos de inseguridad alimentaria, lo que supone un aumento de casi 200 millones de personas desde antes de la pandemia.
Las economías en desarrollo también tienen altos niveles de deuda pública externa, que aumentaron entre 2010 y 2021 del 19% de su PIB al 29%. Esto las hace más expuestas a las cambiantes condiciones económicas mundiales, como la subida de las tasas de interés y las fluctuaciones del cambio, y limita su capacidad para hacer frente al servicio de la deuda.
En los últimos tres años, se han producido 18 impagos soberanos, más que el número total de defaults en las dos décadas anteriores. En la actualidad, 3300 millones de personas viven en países en desarrollo que gastan más en el pago de intereses que en educación o sanidad.
Los problemas de endeudamiento y la limitación de recursos también obstaculizan inversiones necesarias en tecnología e innovación. La revolución de la inteligencia artificial, por ejemplo, ofrece enormes oportunidades para aumentar la eficiencia de la producción y la innovación. Pero estos beneficios podrían ser más difíciles de aprovechar para los países en desarrollo, en gran parte debido a la actual brecha digital entre el Norte y el Sur, que se traduce en una desigualdad aún mayor.
En lo que respecta al clima, los países del Sur Global ya han sufrido mucho más que otros, tanto en términos de costes económicos como humanos, pero, si no se gestiona correctamente, la transición hacia una economía verde podría generar elevados costes y desigualdades para estos mismos países.
En general, las perspectivas económicas son más prometedoras que hace un año, pero, como advirtieron los expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI) en sus recientes Reuniones de Primavera, aún caminamos hacia niveles de crecimiento históricamente bajos, lo que sigue amenazando con hacer retroceder décadas de progreso en la reducción las desigualdades globales y la pobreza extrema.
Para evitar un retroceso -y crear nuevas oportunidades para las generaciones más jóvenes- debemos volver a poner en marcha el motor del crecimiento económico. Hay tres requisitos fundamentales para hacerlo bien.
1. Una nueva forma de medir el crecimiento
El crecimiento del PIB es una medida útil, que nos dice mucho sobre la salud de una economía. Pero es un instrumento poco preciso. No es un buen sustituto para evaluar los niveles de vida, no nos dice mucho sobre los impactos ambientales, no nos dice mucho sobre la resiliencia de una economía a los choques, y no nos dice si los tipos de inversiones que se están haciendo generarán innovación y beneficios a largo plazo. Perseguir el "crecimiento a toda costa" es, por tanto, un enfoque miope. La calidad del crecimiento importa tanto o más que su ritmo.
En el pasado, el crecimiento a corto plazo se ha producido a menudo a expensas de otros objetivos igualmente importantes. Según análisis recientes, el mundo está sólo a medio camino de combinar el crecimiento con otras prioridades a largo plazo. Mientras los responsables políticos buscan nuevas formas de poner en marcha el motor del crecimiento, necesitamos nuevas medidas que tengan en cuenta tanto el ritmo como la calidad.
El Marco del Futuro del Crecimiento, del Foro Económico Mundial, es uno de esos esfuerzos, creando un tablero para que los países adopten una perspectiva equilibrada tanto de las medidas del PIB como de su rendimiento en materia de sostenibilidad, innovación, resiliencia e inclusión, en un contexto en el que el crecimiento sirve de base de un ciclo virtuoso, en vez de ser un fin en sí mismo.
2. Reactivar la colaboración económica Norte-Sur
Ahora más que nunca es el momento de la colaboración mundial para forjar un nuevo modelo de crecimiento económico y desarrollo. Sin embargo, ha venido ocurriendo lo contrario.
La fragmentación geopolítica se ha trasladado a la esfera económica, obstaculizando aún más el comercio mundial y los flujos de capital. Según algunas estimaciones, las medidas proteccionistas han aumentado un 38% en el último año. Al apretarse el cinturón, la ayuda vital de las naciones ricas para áreas prioritarias, como la adaptación climática en las economías emergentes, ha disminuido en el momento en que más se necesita.
En tiempos de incertidumbre, puede ser tentador para los países adoptar un enfoque de "cerrar las escotillas". La historia ha demostrado que esto es contraproducente. A largo plazo, las estrategias en las que todos ganan son mejores que las estrategias en las que unos ganan y otros pierden. Con respecto al comercio de bienes, servicios, ideas, tecnología y talento, las medidas adecuadas para apoyar a determinadas comunidades, emprendedores e innovadores conducirán a mejores resultados tanto para las economías avanzadas como para las economías en desarrollo.
A modo de ejemplo, el auge de la conectividad permanente está creando nuevas oportunidades para cadenas de valor del talento más globalizadas, ayudando a los países de renta alta a hacer frente a su escasez de cualificaciones y mejorando la accesibilidad a empleos de alta calidad para los trabajadores del Sur Global.
3. Invertir en bases adecuadas
En una era de cambio tecnológico en la que se está produciendo concomitantemente la transición verde, el resurgimiento de las políticas industriales y la reestructuración de las cadenas de suministro, los responsables políticos con visión pueden crear nuevas oportunidades para sus economías. Esto permitiría a su gente prosperar tanto a nivel local como en la economía mundial.
Para algunas economías, significa convertirse en nuevos faros manufactureros o integrar rápidamente la IA para apoyar los servicios públicos, desde la sanidad a la educación y el transporte. Para otras, es un momento vital para comerciar con nuevos metales y minerales críticos o aprovechar su ventaja comparativa en las industrias del conocimiento y los servicios. Sin embargo, muchos de los avances que probablemente sustentarán el futuro crecimiento económico son una especie de arma de doble filo.
La inteligencia artificial, por ejemplo, puede aportar billones a la economía mundial en los próximos años. Pero no lo hará sin causar disrupciones. Lo mismo cabe decir de la transición verde en los sectores de energía, infraestructuras y bienes de consumo, entre otros.
Prevemos una rotación del 23% de todos los puestos de trabajo en los próximos cinco años debido a estas transformaciones. Por lo tanto, invertir en tecnología o en la transición energética sin invertir al mismo tiempo en capital humano es poco probable que genere beneficios sostenibles.
Existen previsiones sólidas sobre los tipos de funciones y tareas que se verán más drásticamente afectadas por los cambios tecnológicos y de otros tipos. Armados con esta información, los líderes empresariales, gubernamentales y de otros ámbitos deben empezar a poner en marcha capacidades estratégicas de planificación de la fuerza de trabajo, sistemas de aprendizaje permanente, iniciativas de paridad de género y diversidad, y redes de seguridad social, si queremos que los nuevos motores del crecimiento funcionen para todos.
Una nueva "estrella polar" para el crecimiento
La actual coyuntura económica exige un cambio de paradigma en la forma de concebir el crecimiento.
Creando una nueva "estrella polar" que mida tanto el ritmo como la calidad del crecimiento, y fomentando una colaboración económica más estrecha entre el Norte y el Sur, veríamos beneficios para todos. También veríamos que es posible no solo invertir la tendencia de disminución constante del crecimiento mundial desde 2008, sino crear un nuevo modelo económico que funcione para todos.
Alrededor de 1000 líderes del mundo empresarial, gubernamental y académico exploraron vías para crecer en medio de la complejidad global durante la Reunión Especial del Foro Económico Mundial sobre Colaboración Global, Crecimiento y Energía para el Desarrollo.
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Kimberley Botwright
11 de noviembre de 2024