Futuro de la banca: 5 tendencias que reconfiguran un sector en crisis
El sector bancario debe gestionar los choques actuales y garantizar la estabilidad a largo plazo. Image: Getty Images
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- El sector bancario se ha visto gravemente perturbado en los últimos años por acontecimientos como el COVID-19, la guerra de Ucrania y el aumento de las tensiones geopolíticas.
- Las instituciones financieras deben afrontar ahora problemas como las presiones inflacionistas, la rápida normalización de las políticas monetarias y la creciente fragmentación.
- El recién publicado Mapa de la Transformación de los Mercados Bancarios y de Capitales identifica las tendencias clave que determinan la forma en que los bancos gestionan las crisis al tiempo que garantizan la estabilidad.
Un periodo de relativa estabilidad para el sector bancario terminó con el inicio de la pandemia de COVID-19, y nuevas sacudidas pusieron a prueba la estabilidad de la industria con el comienzo de la guerra en Ucrania, seguida de interrupciones en la cadena de suministro, y un aumento de las tensiones geopolíticas.
Como señala el Foro Económico Mundial en su Informe sobre Riesgos Mundiales 2023, los bajos tipos de interés y el acceso a deuda barata han llegado a su fin. Hemos entrado en una nueva era macroeconómica caracterizada por un bajo crecimiento, escasas inversiones y bajos niveles de cooperación, con importantes ramificaciones para las instituciones financieras.
El sector bancario debe sortear las presiones inflacionistas, la rápida normalización de las políticas monetarias y la creciente fragmentación.
Los retos bancarios se han intensificado
2023 ha sido hasta ahora un año de inflexiones en el mundo financiero. Las tres tendencias más amplias -la revolución tecnológica, la agenda de sostenibilidad y la tensión geopolítica-, que han servido de telón de fondo a este sector en los últimos años, se han intensificado de tal forma que exigen compromisos renovados, una estrategia más inteligente y una mayor agilidad.
El panorama del riesgo tiene ahora dimensiones añadidas, lo que amplía la gama de escenarios plausibles y hace necesarias inversiones en resiliencia a expensas de la eficiencia. Las nuevas amenazas a la estabilidad financiera -puestas de manifiesto por la quiebra de Silicon Valley Bank y la venta forzosa de Credit Suisse- también han impulsado a las autoridades reguladoras a reevaluar sus políticas vigentes.
Hemos identificado cinco tendencias clave que están configurando la forma en que el sector bancario se enfrenta al doble reto de gestionar los choques actuales y la volatilidad a corto plazo, garantizando al mismo tiempo la estabilidad y el crecimiento a largo plazo. Son las siguientes:
1) El panorama del riesgo financiero
Las políticas monetarias acomodaticias han llegado a su fin y los bancos deben volver a centrarse en fuentes de financiación estables y en reconstruir relaciones de confianza con los depositantes. Además, es probable que las prácticas reguladoras se revisen en cierta medida en respuesta a la agitación bancaria de principios de 2023.
Los ratios obligatorios y los planes de resolución de los grandes bancos no han cumplido su función, y se plantean interrogantes sobre el tamaño y la complejidad de los modelos de negocio, las estructuras de incentivos y la toma de decisiones. Por tanto, el contexto operativo de los bancos y los mercados de capitales conllevará casi con toda seguridad mayores exigencias de capital y un mayor escrutinio supervisor.
Es probable que se rediseñen las políticas y que las reformas regulatorias amplíen la red para incluir a las instituciones financieras no bancarias y a la tecnología financiera. La anticipación de la reforma normativa impulsará inevitablemente la transformación del sector, al igual que un contexto geopolítico que sigue siendo tenso.
Durante décadas, los bancos persiguieron un modelo convergente de globalización, pero el sector se enfrenta ahora al desenganche y a un espacio reducido para la neutralidad ideológica. Las guerras tecnológicas, las guerras frías y al menos una guerra caliente localizada pueden obligar a las multinacionales globales a elegir bando.
Esto puede hacer inviables algunos modelos de negocio y crear una nueva división de funciones entre los prestamistas globales, regionales y nacionales. Por desgracia, parece que el aumento de la tensión se ha convertido en una situación crónica en el sector, que afecta tanto a la estrategia como a la gestión del riesgo.
2) Sostenibilidad y financiación
La sostenibilidad y las prácticas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) han sido objeto de un intenso escrutinio en los últimos años. Es preciso renovar el papel que desempeñan los bancos y los mercados de capitales como catalizadores del cambio medioambiental y social.
Este debate también ha adquirido dimensiones políticas y populistas, en medio de serias reacciones en contra de la ESG por parte de fuentes poderosas, por un lado, y críticas de lavado verde, por otro. Para los bancos, este entorno supone una encrucijada.
Debe haber una distinción más clara entre quienes abordan la sostenibilidad como un ejercicio superficial, defensivo y orientado al cumplimiento, y quienes integran la sostenibilidad en su propósito, identidad y estrategia corporativos.
Para los que persiguen esto último, hay poco margen para mensajes contradictorios o medias tintas. Tendrán que inclinarse aún más, utilizando una voz audaz para ayudar a implantar y apoyar las prácticas ESG allí donde sean más necesarias.
Sigue habiendo enormes oportunidades relacionadas para los mercados de capitales, que van desde el comercio de carbono hasta los bonos verdes y azules. Hay también potencial para que los profesionales de los derivados y la titulización diseñen productos de inversión vinculados a la sostenibilidad, capaces de atraer capital de múltiples fuentes.
3) Tecnología financiera
La Cuarta Revolución Industrial se ha caracterizado por sorprendentes avances en la automatización, que han alterado el comportamiento de los clientes y eliminando barreras del sector. Esto ha sucedido en múltiples oleadas, dando a los bancos poco respiro entre los episodios de transformación.
Gran parte del front-end de la banca es ahora autogestionado a través de aplicaciones, mientras que gran parte del back-end se compone ahora de terceros proveedores de computación en la nube. Entretanto, siguen apareciendo nuevas tecnologías en el horizonte, como la computación cuántica, mientras que otras todavía no han logrado adquirir mayor relevancia práctica, como blockchain, la tokenización y los contratos inteligentes.
¿Qué está haciendo el Foro Económico Mundial en el ámbito de la cuarta revolución industrial?
Las monedas digitales de los bancos centrales también pueden impulsar cambios en el papel de intermediación que desempeñan los bancos y los mercados de capitales tradicionales. Sin embargo, el fin de una era de financiación prácticamente a coste cero supuso un momento de ajuste de cuentas para el desarrollo tecnológico.
El punto de partida para el uso de cualquier tecnología no debe ser la futurología teórica, sino casos de uso específicos diseñados para abordar puntos débiles concretos. El riesgo de ciberataques también ha aumentado significativamente, a la luz de la posible implicación de actores estatales en medio de tensiones geopolíticas.
Los bancos tienen la responsabilidad de garantizar defensas adecuadas contra los ciberrobos, incluso cuando se trata de ingeniería social, y no sólo de fallos tecnológicos; deben encontrar un término medio entre eficiencia y resiliecia.
4) Modelos de negocio bancario
Las macrotendencias mundiales dieron lugar a una mayor diversidad de modelos de negocio, tanto entre los operadores tradicionales del sector como entre los nuevos participantes.
En los últimos años, Goldman Sachs, con sede en EE. UU., tradicionalmente un banco de inversión de élite, ha dado marcha atrás en una costosa incursión de años en la banca de consumo; UBS, con sede en Suiza, ha abandonado una propuesta de adquisición de 1400 millones de dólares del robo-asesor Wealthfront; Citigroup, con sede en EE. UU., ha optado por reducir su presencia en la banca de consumo en múltiples mercados, incluida China; y HSBC, con sede en el Reino Unido, se ha retirado de un intento de 40 años de penetrar en el mercado nacional de banca minorista de EE. UU..
En muchos casos de reposicionamiento, los bancos globales han optado por desinvertir en sus negocios onshore en favor de actores locales y regionales. Esta divergencia de modelos de negocio va a continuar, sobre todo debido a la competencia de las grandes empresas tecnológicas, que no operan bajo los mismos requisitos normativos.
5) Talento financiero
Para que los bancos sigan siendo competitivos en este difícil entorno, necesitan adoptar enfoques más novedosos en lo que respecta a la adquisición, retención y desarrollo del talento. Tienen que ofrecer una línea de visión más clara entre su propósito y su visión de futuro.
Una encuesta realizada en 2020 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), por ejemplo, incluía la banca y los seguros entre los "empleos del pasado" en Canadá. Los bancos deberían redefinir su propósito, incluido su impacto medioambiental y social, si realmente quieren crear vínculos más fuertes con su talento.
Además, los bancos tendrán que ofrecer mayores oportunidades de aprendizaje y crecimiento, ya que el sector competirá cada vez más por las mismas mentes brillantes que las empresas tecnológicas y fintech también quieren atraer.
No es un equilibrio fácil de conseguir, especialmente en un sector tan regulado como el bancario, pero los bancos hacen bien en dar prioridad al talento de liderazgo y a la capacidad de comunicación.
En colaboración con la London School of Economics y la Universidad Nacional de Singapur, el Foro Económico Mundial ha publicado el nuevo Mapa de la Transformación de la Banca y los Mercados de Capitales, que permite a los bancos explorar las conexiones entre estas macrotendencias y prepararse mejor para afrontar con eficacia los problemas mundiales. Puede consultarse aquí.
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