La Inteligencia Artificial puede fomentar la creatividad humana. Esto es lo que ha descubierto un estudio

El progreso en algunos campos se está ralentizando. Por ejemplo, hoy se necesitan 18 veces más investigadores para duplicar la densidad de los microchips que a principios de los años setenta. De hecho, un estudio de la Universidad de Stanford descubrió que, mientras que el esfuerzo investigador se había multiplicado por 23, la productividad de la investigación se había multiplicado por 41 en el mismo periodo.

Deberíamos generar más y mejores ideas. La gran esperanza para acelerar el ritmo de la innovación reside ahora en la inteligencia artificial (IA). La aplicación de las nuevas tecnologías de IA ya está acortando radicalmente los ciclos de desarrollo de fármacos, acelerando el diseño de nuevos materiales y desarrollando nuevas hipótesis.

La opinión dominante es que la IA no puede generar ideas fundamentalmente nuevas por sí sola, pero que puede ayudar a los humanos a hacerlo catalizando la creatividad humana. Sin embargo, lo que es fácil pasar por alto es que la IA también puede inhibir la creatividad humana porque, a medida que se hace más inteligente, se vuelve más útil y distrae más.

Por lo tanto, debemos entender cómo la IA puede apoyar la creatividad humana y dónde hace más mal que bien. Un estudio reciente del Instituto Gottlieb Duttweiler analiza estas cuestiones.

La IA puede identificar patrones en grandes conjuntos de datos, inspirando a los humanos a desarrollar nuevas hipótesis que podrían haber pasado por alto. Por ejemplo, los investigadores han utilizado el aprendizaje automático para predecir qué combinaciones químicas podrían ayudar a producir baterías de coche, y encontraron cuatro opciones prometedoras para probar en un entorno real.

También puede presentar contenidos más digeribles que los simples datos y números. Los algoritmos de autoaprendizaje pueden escribir textos completos, hablarnos con voces generadas por ordenador o incluso crear emotivas piezas musicales.

La IA puede filtrar, agrupar y priorizar grandes cantidades de información procedente de diversas fuentes y analizarlas automáticamente. También puede crear gráficos de conocimiento y ayudar a los humanos a identificar asociaciones entre datos aparentemente inconexos. Podrían utilizarse en la investigación farmacéutica para identificar interacciones entre distintas sustancias, desarrollar nuevas terapias y mitigar los efectos secundarios.

En el futuro, ChatGPT y herramientas similares explicarán relaciones complejas sin que tengamos que leer numerosas páginas web y artículos.

La IA puede incluso guiar la experimentación prediciendo los resultados de los experimentos a partir de los datos existentes y eliminando los que se consideren poco prometedores. Por ejemplo, Rolls-Royce utilizó una red neuronal para desarrollar una nueva superaleación con una combinación óptima de coste, densidad, estabilidad, resistencia a la oxidación y vida útil a la fatiga.

La IA generativa -algoritmos que crean contenidos totalmente nuevos- ha recibido mucha atención a través de generadores de imágenes o textos de IA, como DALL-E 2 y ChatGPT de OpenAI. Autodesk desarrolla ahora herramientas de diseño generativo que crean conceptos de diseño de objetos de forma totalmente autónoma, por ejemplo, un módulo de aterrizaje interplanetario más ligero que los homólogos diseñados por humanos. Tales herramientas han dado pie a la predicción de que "los humanos pasarán de ser creadores a conservadores".

Aun así, la IA no puede apoyar todas las habilidades esenciales para el desarrollo de ideas. Diversos estudios han demostrado que inspirar a los compañeros en conferencias, aprender nuevas habilidades o simplemente relajarse, reflexionar y soñar despierto son actividades asociadas a la generación de ideas.

La IA no puede reproducir esas experiencias de la vida real ni las interacciones personales. La exploración sin un resultado concreto en mente, la adición de nuevos ámbitos de conocimiento durante el proceso y la improvisación también son obstáculos para la IA.

Por ejemplo, una herramienta que optimice las rutas aéreas en relación con las emisiones de CO2 no sugeriría simplemente cambiar al transporte por tren o a las reuniones por videoconferencia. En última instancia, la IA hace lo que se le dice, limitada por los datos que le proporcionamos y los objetivos que definimos.

Dadas estas limitaciones, liberar tiempo es posiblemente una de las mayores contribuciones de la IA a la creatividad humana. De hecho, se espera que la IA se encargue de tareas mundanas y repetitivas, permitiéndonos ser más humanos y creativos. Por ejemplo, un estudio británico calcula que los asistentes de IA devolverán dos semanas al año a los trabajadores británicos de aquí a 2030.

Sin embargo, los estudios sobre la IA y el uso del tiempo suelen centrarse únicamente en su potencial de ahorro de tiempo y descuidan otros factores. Si pretendemos utilizar la IA con frecuencia, inevitablemente, eso reduce el tiempo que pasamos sin utilizarla. Ese tiempo es valioso para la creatividad, ya que la IA no puede incorporar todas las actividades que conducen a nuevas ideas, como el intercambio interactivo y el debate de ideas con otras personas o la relajación y la reflexión.

En el pasado, dividíamos nuestro tiempo principalmente entre dos actividades: tiempo con los demás y tiempo para nosotros mismos. Hoy pasamos más tiempo solos, y también hay un tercer estado: el tiempo que pasamos con la tecnología digital. Es probable que, gracias a la IA, aumente la proporción de este tercer estado.

Gracias a la IA, las tecnologías digitales pueden ayudarnos a realizar más actividades cotidianas: los altavoces inteligentes pueden hablarnos mientras cocinamos o conducimos un coche. Los algoritmos inteligentes también serán cada vez mejores a la hora de predecir comportamientos, comunicarse con nosotros en lenguaje natural y llamar la atención.

La IA ya se utiliza para analizar datos de seguimiento ocular en sitios web con el fin de optimizar la forma en que captan la atención de la gente o adaptan las recomendaciones de productos o películas a los intereses personales de los usuarios. Por desgracia, cuanto más nos distrae la IA con éxito, más nos impide realizar actividades creativas.

El uso de la IA ayudará sin duda a desarrollar nuevas ideas, y las organizaciones que la descuiden se arriesgarán a perder competitividad a largo plazo. El objetivo debe ser utilizar la IA donde pueda apoyar la creatividad humana y no donde suponga más daño que beneficio.

Resistirse a las distracciones de la IA es tan importante en la vida privada como en el trabajo: que los padres tengan en cuenta su impacto en el equilibrio entre la pantalla y la vida real de sus hijos y que los directivos aprecien en qué casos puede impulsar la creatividad y en qué casos distrae a los empleados de actividades más creativas, como la reflexión fuera de la pantalla y la lluvia de ideas.

Si nos dormimos en los laureles, las decisiones sobre cómo emplear nuestro tiempo se tomarán por nosotros. De cara al futuro, es probable que las ideas más exitosas no provengan únicamente de pensadores brillantes, sino de aquellos que mejor sepan dirigir máquinas inteligentes de forma consciente sin dejar de estar firmemente en el asiento del conductor.