El camino hacia un África pacífica, próspera e integrada, según el Primer Ministro de Etiopía
La capacidad de África para convertirse en una fuerza geopolítica fuerte depende de su propia cohesión interna e integración económica.
- África es un continente con un gran potencial, que cuenta con una de las poblaciones más jóvenes del mundo.
- Sin embargo, para que alcance este potencial y se convierta en un grupo de naciones exitosas, primero debe asegurarse de que se establezcan los cimientos necesarios, escribe el Primer Ministro de Etiopía, Abiy Ahmed.
- Una política africana interrelacionada y un comercio favorable potenciarán su desarrollo económico.
Los africanos debemos asumir la responsabilidad en los asuntos de nuestro continente. Tenemos todos los ingredientes que necesitamos para alcanzar el éxito, empezando con una población en aumento —que incluye una gran cohorte de jóvenes con una educación cada vez mayor— y un entorno comercial y de inversión favorable. Y ahora, decididos a entrar en una era de paz y prosperidad africana, contamos con una plataforma institucional madura a través de la cual forjar, articular, reivindicar y defender nuestros intereses comunes bajo una política exterior africana unificada e independiente.
En una época en que cada vez se ven más políticas proteccionistas en el mundo para empobrecer al vecino, África está preparada para implementar un mercado común único: el Área Continental Africana de Libre Comercio (AfCFTA, por su sigla en inglés). Este pacto sentará las bases para el crecimiento económico en todo el continente: el Banco Mundial recientemente pronosticó que la AfCFTA podría ampliar los ingresos de África en hasta 450 000 millones de dólares para 2035 y sacar a 30 millones de personas de la extrema pobreza. Además, una integración económica más estrecha con la región inevitablemente llevará a que todos los países sean partes interesadas en la seguridad de sus vecinos, promoviendo así la causa mayor de la paz continental.
A medida que África se integra, está fijando cada vez más su agenda de desarrollo y prioridades de política exterior en forma libre e independiente de otras fuerzas; esto representa un fuerte quiebre con su papel histórico de juguete geopolítico de las potencias mundiales.
Pero aún persisten ciertos peligros, especialmente en el Cuerno de África: una región volátil que repentinamente se ha convertido en el epicentro de una batalla mundial para conseguir influencia estratégica. Adversarios poderosos han establecido bases militares en el Cuerno, demasiado cerca unas de otras como para brindar tranquilidad; muchos han invertido en los puertos marítimos de la región y algunos se adentraron en el continente en busca de agua y tierras cultivables para producir sus alimentos en el extranjero.
Este creciente interés deriva en parte de las ventajas situacionales de la región, es tanto un puente que conecta el Mar Rojo con el golfo de Adén, como un punto de entrada fundamental para el mercado africano en su conjunto. Sin control, esta rivalidad y competencia poco saludable en nuestro patio trasero probablemente termine metiéndonos a todos en otra guerra sustituta fratricida. Las visiones antagónicas y las lealtades rivales hacia la fuerzas extranjeras crean el riesgo de generar estados frágiles y vacíos de poder, que podrían convertirnos en carne de cañón para otros.
La capacidad de África para convertirse en una fuerza geopolítica sólida depende de su propia cohesión interna e integración económica. Una África que comercie cada vez más con sí misma creará un mercado interno suficientemente grande como para que sus productores reciban los beneficios de las economías de escala. Invirtiendo en actividades con valor agregado, estas empresas pueden ayudar a que el continente deje de ser un mero proveedor de materias primas y un mercado para los bienes y servicios de otros países.
Una África integrada también estará mejor posición para salvaguardar sus políticas y preferencias de la interferencia externa, las sanciones selectivas y la diplomacia transaccional poco confiable que erosiona nuestra confianza mutua y amenaza la seguridad nacional de nuestros países. Satisfacer estas ambiciones dependerá de nuestra decisión para definir y llevar a cabo una política externa verdaderamente independiente; y para que África proyecte internacionalmente sus intereses, primero debe poner la casa en orden.
La política exterior sólida siempre empieza por casa y las condiciones para la paz y prosperidad justa y duradera en el continente están estrechamente entrelazadas. La cuestión clave es definir las ideas centrales que puede representar una política exterior africana integrada.
Afortunadamente, la Unión Africana (UA) ya articuló muchas de ellas. Principalmente, debemos sostener una visión panafricana duradera para «una África integrada, próspera y pacífica, impulsada por sus propios ciudadanos y que represente una fuerza dinámica en la arena internacional».
Nuestras nobles aspiraciones —consagradas en la Agenda 2063 de la UA— son ambiciosas, pero debieron haberse logrado hace ya mucho tiempo; constituyen un desafío, pero son realizables; y están lejanas, pero están a nuestro alcance. No puede existir una alternativa a una África próspera, inclusiva e integrada. No podemos avanzar sin silenciar las armas y sin una buena gobernanza en el continente. Debemos nutrir, enseñar y teorizar sobre nuestra rica identidad cultural y herencia común. Por último, África debe ejercer un liderazgo e influencia internacionales acordes a su tamaño y sus contribuciones económicas y sociales al mundo. Todo esto y más es claro, urgente e inevitable.
Nuestras dificultades como continente son de implementación. Como enfatizó el informe Kagame de 2017 sobre las reformas de la UA, tenemos una historia de no seguir a fondo nuestras propias decisiones y eso lleva a que nuestros ciudadanos duden de nuestra determinación.
En esto tenemos que enfocarnos. Fortalecer las instituciones continentales beneficiará a todos los países africanos. Tenemos que dar apoyo a mecanismos de propiedad y cuño africanos para la resolución de disputas, para solucionar nuestras diferencias rápida, imparcial y amistosamente; sin intervención de actores de otros continentes.
De manera similar, nuestros esfuerzos para establecer nuevas relaciones internacionales deben estar libres de hostilidad y ser impulsados por la visión de una hermandad africana y un futuro pacífico y próspero. No debemos dejarnos tentar por el egoísmo estrecho en detrimento de nuestros vecinos cercanos. En nuestros tratos independientes con otros países, no debemos trocar nuestras creencias centrales por una ventaja de corto plazo y siempre tenemos que considerar en su totalidad todas las cuestiones fundamentales para África.
Finalmente, África debe hacerse oír con coraje, abierta y honestamente sobre los grandes problemas mundiales, y decir sin rodeos qué está bien y qué está mal. No rechacemos nuestros ideales ni sacrifiquemos nuestro derecho a defender a los pobres y oprimidos en todas partes. Las acciones por las cuales vivimos y las actitudes que rigen nuestros actos deben estar indudablemente claras.
Sabemos que las probabilidades están en contra nuestra aquí más que en cualquier otra parte. Nada aterra más a los adversarios de África que nuestra determinación para definir e implementar una política exterior coherente, independiente e integrada a nivel continental.
Pero el mundo ya no puede darse el lujo de que África carezca de una voz independiente y unificada sobre las cuestiones mundiales importantes. Los africanos sabemos qué significa ser divididos, conquistados, esclavizados, saqueados, discriminados y deshumanizados. Una África fuerte y unida será una poderosa defensora de la razón, la justicia, la igualdad y la dignidad para todos, sin importar su género, color o credo. Esa visión es la correcta para los africanos... y es necesaria para el mundo.
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