Así es como podemos abrir el sector tecnológico a las mujeres de África
Maneras de aumentar la representación femenina en los campos de STEM de África. Image: Project Syndicate
Palesa Libe
A co-founder of the NGO Green Tech, an Africa Code Week trainer and ambassador in Lesotho., NGO Green Tech, Africa Code Week and Lesotho.- Las mujeres siguen estando drásticamente subrepresentadas en los campos de STEM.
- Las razones de esto se relacionan con los inherentes prejuicios de género, la falta de conectividad digital y la expectativa de que las mujeres se conviertan en las principales cuidadoras de sus hijos.
- Según las investigaciones, sólo el 20% de las personas admitidas en la Universidad de Pretoria -una de las principales instituciones de investigación de África- entre 2015 y 2020 eran niñas.
- El fomento de la alfabetización digital, así como de las actuales mujeres profesionales que actúan como mentoras, debería ayudar a las mujeres aspirantes a alcanzar su pleno potencial.
Desde las conferencias ‘Women in Tech’ hasta los programas ‘Girls Who Code’, las iniciativas destinadas a capacitar a las niñas y las mujeres para que ingresen en los llamados campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) han proliferado en los últimos años. Sin embargo, el cambio ha tardado en llegar: si bien el porcentaje de mujeres en la fuerza laboral ha aumentado gradualmente, sigue siendo significativamente menor en el sector tecnológico. Teniendo en cuenta el papel central que desempeña este sector en la conducción de la Cuarta Revolución Industrial, ello equivale a una importante fuga del potencial que tienen las economías.
El problema es especialmente pronunciado en África. En el África subsahariana, por ejemplo, la tasa general de participación femenina en la fuerza laboral ha alcanzado el 61%, pero las mujeres constituyen sólo el 30% del total de profesionales en la industria tecnológica. Lo que es más importante: a pesar de que el uso de Internet en África está creciendo al ritmo más rápido del mundo, la brecha digital de género se ha ensanchado desde el año 2013. Una cuarta parte menos de mujeres que de hombres utiliza Internet.
En la economía digital actual, la relativa falta de conectividad de las mujeres socava su capacidad para alcanzar su potencial económico. Incluso las mujeres con sus propios negocios “analógicos”, como por ejemplo, peluquerías o negocios de confección de prendas de vestir, sufren cuando no pueden publicitarse en línea, y mucho menos utilizar herramientas tecnológicas para supervisar, cuantificar, y optimizar sus operaciones.
Para estas mujeres a menudo es asequible comprar teléfonos móviles y paquetes de datos. Sería fácil para los proveedores de servicios móviles ofrecer talleres básicos de alfabetización digital, en los que se muestre a los usuarios cómo realizar tareas básicas en línea; entre otras actividades, cómo crear cuentas de correo electrónico. (Piense en las innumerables funcionalidades que puede brindar una cuenta de Google: desde el seguimiento de la actividad comercial hasta la creación de anuncios). A medida que las empresas de propiedad de mujeres se tornaran más productivas, toda la economía – incluidas las empresas operadoras de telefonía móvil – se beneficiarían.
Sin embargo, aprender a usar las herramientas digitales existentes es únicamente el comienzo. Las mujeres necesitan y merecen oportunidades para innovar. Es probable que los hombres trabajen arduamente, pero las mujeres – incluidas las que tienen un empleo remunerado a tiempo completo – siguen desempeñando la mayor parte del trabajo no remunerado. Esto les deja poco tiempo o espacio para dedicarse a actividades creativas – y esto es exactamente lo que es la innovación.
Además, los penetrantes prejuicios por motivos de género se traducen en que los hombres a menudo toman a las mujeres innovadoras con menos seriedad. Los clubes sólo para mujeres o grupos en las redes sociales podrían ayudar a que dichas fuerzas se aminoren, al brindar a las mujeres la oportunidad de compartir sus ideas, recibir comentarios y formar sus propias redes profesionales.
Potenciar la alfabetización digital de las mujeres hoy tendría implicaciones intergeneracionales de largo alcance. En África, como en gran parte del mundo, lo más probable es que las mujeres sean las principales encargadas del cuidado de sus hijos, lo que significa que ellas se encuentran en una posición inigualablemente adecuada para ser quienes preparen a las generaciones más jóvenes para que participen en la economía digital.
Las mujeres, sin embargo, sólo pueden cumplir esta función si tienen los conocimientos y las herramientas adecuadas. Con ese fin, los gobiernos africanos deberían crear programas de alfabetización informática dirigidos, de manera primordial, a las mujeres de las zonas rurales. Mejorar el acceso a las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) – especialmente a los teléfonos móviles con acceso a Internet – contribuiría en gran medida a apoyar estos esfuerzos.
También se necesitan iniciativas dirigidas directamente a los estudiantes africanos de primaria y secundaria; entre otros, cursos de codificación informática y robótica. Pero, habida cuenta de las persistentes brechas de género en la educación – así como las presiones sociales basadas en el género que las perpetúan – se debe dedicar mayor atención a las acciones que garanticen que las niñas no queden rezagadas.
De hecho, la filial de Lesoto de ‘Africa Code Week’ – en la que soy instructora y embajadora – ha comprobado que las niñas obtienen mejores resultados en materia de codificación cuando se las separa de los niños. Es por eso que las iniciativas centradas en las niñas – incluidas entre ellas los talleres de codificación de fin de semana y los maratones de codificación (hackatones) – revisten enorme importancia para que las niñas puedan innovar libremente.
En las instituciones terciarias, corresponde a los centros de investigación y centros de innovación tomar la batuta en cuanto a empoderar a los jóvenes – y, especialmente a las mujeres jóvenes – para que innoven. En general, los programas que permiten a los estudiantes presentar sus ideas directamente a los inversionistas podrían resultar muy valiosos. Más allá de dar a las grandes ideas la oportunidad de brillar, esto fomentaría vínculos entre la educación y el empleo que podrían garantizar que todos los estudiantes adquieran las habilidades adecuadas para ocupar puestos de trabajo en el sector tecnológico.
En este punto, se debe nuevamente enfatizar que se debe prestar especial atención a las mujeres jóvenes. Las facultades de ciencia y tecnología tienden a estar abrumadoramente pobladas por estudiantes varones. Por ejemplo, entre los años 2015 y 2020 sólo el 20% de lo admitidos en la Universidad de Pretoria – una de las mejores instituciones de investigación de África – fueron mujeres jóvenes.
En tales entornos dominados por hombres, incluso las mujeres jóvenes que son admitidas pueden tener dificultades para alcanzar su máximo potencial. Una forma de ayudarlas sería que las mujeres que avanzan en los campos la ciencia, la tecnología y las matemáticas (STEM) actúen como mentoras de dichas jóvenes, ofreciéndoles consejos prácticos y apoyo que acreciente su confianza.
La dinámica es compleja y las barreras son altas. Pero los beneficios de empoderar a las mujeres para que participen en la economía digital son obvios. La clave del éxito será la adopción de iniciativas concretas para impartir alfabetización digital y expandir el acceso a las TIC, así como los esfuerzos dirigidos a acrecentar la confianza de las mujeres y las mujeres jóvenes, quienes durante mucho tiempo se han visto disuadidas en lo que respecta a competir con sus pares masculinos. Sólo si todos los africanos cuentan con herramientas y apoyo para alcanzar su potencial, el continente puede prosperar en la nueva economía que se abre paso gracias a la Cuarta Revolución Industrial.
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