Cómo combatir una crisis sanitaria como la del coronavirus con ayuda de los datos
Los datos pueden ayudar a las autoridades a identificar a las comunidades vulnerables. Image: REUTERS/Njeri Mwangi
- La información sobre la propagación de la enfermedad puede ayudar a los dirigentes a responder con mayor eficacia a la pandemia.
- Las nuevas tecnologías que utilizan datos para luchar contra el COVID-19 deben respetar las leyes de privacidad.
- Los datos pueden ayudar a las autoridades a identificar a las comunidades más vulnerables.
Estamos viviendo una crisis mundial. Las decisiones que tomen los dirigentes en las próximas semanas definirán el mundo de los años venideros. Desde el punto de vista de la sanidad pública, para combatir una epidemia, los funcionarios deben adoptar una serie de medidas como la concienciación, el establecimiento de directrices para los profesionales sanitarios, la atención a los núcleos de infección, la limitación de los desplazamientos de los ciudadanos y la asignación de recursos escasos. Estas decisiones influirán en el número de personas que sobrevivirán y en el número de personas que morirán en los próximos días, semanas y meses. Los dirigentes deben actuar con prontitud y decisión para salvar vidas.
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La disponibilidad de datos adecuados es uno de los aspectos en los que deben basarse estas decisiones. En la lucha contra el coronavirus, la información sobre las medidas preventivas, los desplazamientos de la población, la propagación de la enfermedad y la resiliencia de las personas y los sistemas para hacerle frente al virus pueden ayudar a los líderes humanitarios y de la sanidad pública a responder con mayor eficacia a la epidemia del COVID-19.
Pero, hoy por hoy, los responsables de la sanidad pública encargados de tomar las decisiones más complejas carecen de datos de calidad y alta resolución sobre cuestiones clave como: ¿por dónde es probable que se propague el virus? ¿Existe alguna zona prioritaria que es necesario confinar para limitar una mayor propagación? ¿Dónde están las comunidades más vulnerables?
Cuando se produjo el brote de Ébola en África Occidental se utilizó información agregada sobre movilidad procedente de datos de los sistemas de telecomunicaciones, algo en lo que han investigado más a fondo el Innovation Lab del UNICEF y Flowminder, entre otros.
En Bélgica, Dalberg Data Insights, una de las organizaciones a las que el Gobierno belga ha encargado que lidere el grupo de trabajo sobre utilización de datos para luchar contra el COVID-19, ha estado analizando recientemente datos agregados y anonimizados de sistemas de telecomunicaciones de los tres operadores del país. Su objetivo principal consiste en conocer las tendencias de movilidad humana en relación con las medidas de confinamiento y evaluar el riesgo de que aumenten los contagios en una región determinada. En términos generales, la movilidad humana se ha reducido en Bélgica en una media del 54 %, registrándose un porcentaje más elevado en algunas zonas del país. El equipo belga de respuesta a la crisis puede consultar este análisis para obtener información sobre el impacto de las medidas impuestas e indicar cuál es el riesgo de que se produzca un brote del virus y de que se importen casos de otras regiones.
En Corea del Sur encontramos otro ejemplo de un uso eficaz de los datos. Según explica la publicación MIT Technology review, el país está vigilando a los ciudadanos en cuarentena con una aplicación para móviles desarrollada por el Ministerio del Interior y de Seguridad. La sensación de urgencia nacional aumentó cuando el «paciente 31» se convirtió en «superpropagador» y se cree que provocó el rápido incremento de casos. Las personas que están en cuarentena pueden utilizar la aplicación para comunicarse con funcionarios del gobierno local y notificar sus síntomas. Tanto la persona como el funcionario reciben una notificación si la persona abandona la zona de cuarentena designada. La aplicación es voluntaria y la gente no está obligada a utilizarla. Estas medidas, sumadas a las pruebas masivas de detección del coronavirus que se están realizando en Corea del Sur, han contribuido a «aplanar la curva» en el país. El número de casos diarios confirmados alcanzó su pico máximo el 29 de febrero y ha descendido desde entonces.
La identificación de las comunidades más vulnerables puede ser importante para que los funcionarios sanitarios orienten sus iniciativas de respuesta, como la mejora de la infraestructura sanitaria, la asignación de fondos para emergencias y las medidas preventivas. Esto adquiere especial relevancia en los países emergentes en los que las condiciones de vida pueden poner en peligro la capacidad de las personas para seguir los consejos sobre las medidas a tomar. Cuando tu fuente principal de agua es un río contaminado, lavarte las manos durante veinte segundos o más con jabón limpio es complicado. La autocuarentena y el autoaislamiento son poco realistas cuando compartes una habitación con otros miembros de la familia. Y quedarse en casa es imposible si vives en condiciones precarias y tienes que salir dos veces al día para trabajar y después conseguir provisiones para la siguiente comida.
Las autoridades pueden identificar las zonas en las que la capacidad para responder adecuadamente sea dudosa, con gran nivel de detalle, utilizando la recopilación de datos primarios disponibles, datos de oficinas nacionales de estadística e imágenes satelitales. El equipo de análisis de localización (LOCAN) de Dalberg Research, radicado en Kenya, está analizando los perfiles de riesgo de diversos países africanos. Los resultados se utilizan después como insumos en los modelos epidemiológicos para una toma de decisiones informada en la respuesta a la crisis. En Nigeria, donde los funcionarios sanitarios siguen anunciando casos nuevos a pesar de la contundente respuesta federal inicial, se desarrolló y se aplicó un modelo de riesgo similar, basado en las tres variables de riesgo principales —las personas de más de 60 años, los fumadores habituales y las personas que utilizan combustible de cocina sucio en sus hogares—.
La preocupación en torno a la privacidad y a la forma en que los gobiernos utilizan los datos para responder a la crisis del COVID-19 es cada vez mayor. Conforme van surgiendo tecnologías nuevas concebidas para recabar, divulgar y utilizar datos con el fin de contribuir a la lucha contra el COVID-19, tenemos que asegurarnos de que se respeten las mejores prácticas éticas. Tenemos que cumplir la legislación sobre la privacidad de los datos y velar por que se haga un uso ético de estos, también en momentos de crisis.
La creación de fondos de datos o comisiones éticas independientes es una forma de hacerlo. Su función consistiría en crear mecanismos de gestión de los datos que busquen el equilibrio entre intereses públicos contrapuestos, protegiendo al mismo tiempo la privacidad individual. La elaboración de unas directrices claras sobre el propósito y los plazos de la utilización de los datos y la definición de unos procesos claros para el acceso, el procesamiento y el fin del uso de los datos personales cuando termine la crisis son ejemplos de este tipo de normas.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, el director general de la Organización Mundial de la Salud, afirmó: «No se puede apagar un fuego con los ojos vendados». La información adecuada en manos de las personas adecuadas puede salvar vidas en momentos de crisis. Será fundamental asegurarse de que estas medidas de vigilancia sanitaria no se mantengan más allá de las circunstancias extremas a las que nos enfrentamos actualmente, para que las personas no sientan que están perdiendo privacidad en un nuevo orden mundial.
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