Acción climática

¿Qué hemos aprendido en la COP25?

Greta Thunberg se dirige a los delegados en la Conferencia de la ONU sobre cambio climático de 2019 en Madrid Image: REUTERS/Susana Vera

Shahzada Ahmad
José Domínguez Abascal
Secretary of State for Energy, Government of Spain and member of the Academia Europaea
Este artículo es parte de: Reunión Anual del Foro Económico Mundial

En el 2019 celebramos la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, cumpliendo un maravilloso hito: su vigésimo quinto aniversario (COP25).

La conferencia fue organizada y auspiciada por los gobiernos de España y Chile. Ambos países cuentan con recursos de energías renovables de primer orden y están aprovechando la oportunidad para preparar sus carteras de renovables para las próximas décadas.

El punto álgido del evento fue la asistencia de Greta Thunberg, quien envió un potente mensaje al cruzar el Atlántico en una pequeña embarcación por segunda vez en menos de tres meses. Greta quería que su voz sonase alta y clara ante los responsables políticos para decirles que la inercia no es el camino. Ya no podemos hablar de cambio climático, sino de emergencia climática, y es momento de pasar a la acción.

No es raro escuchar protestas contra las subvenciones que recibe la energía renovable, pero los números dicen lo contrario. Debemos dejar de sufragar los combustibles fósiles acabando con sus subvenciones y cesando en su financiación; esta es una de las medidas más críticas que podemos adoptar en relación con el clima. Las renovables han de sustituir a la energía basada en los combustibles fósiles; las primeras ya son rentables y mucho más baratas que los segundos y, además, el año pasado crearon más empleo que cualquier otro segmento del sector energético.

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La COP25 brindó la oportunidad de realizar importantes avances y definir objetivos ambiciosos que puedan cumplirse con rapidez. El incremento de las concentraciones de gases de efecto invernadero, que han alcanzado niveles sin precedentes, indica que las generaciones futuras tendrán que hacer frente a los efectos catastróficos de nuestra crisis climática, como la elevación del nivel del mar, una meteorología cada vez más severa e impredecible, el aumento de las temperaturas mundiales, la lluvia ácida, la contaminación ácida de los océanos y las alteraciones de los ecosistemas. Para hacer frente a esta situación, tenemos que dar un impulso efectivo a la energía renovable con el fin de cumplir los objetivos marcados, de modo que los delegados reunidos en la COP25 puedan adoptar el Acuerdo de París (acordado en la COP22). La energía renovable desempeñará un papel fundamental en el proceso de transición ecológica y para que podamos alcanzar la neutralidad climática de aquí a 2050.

Aunque el despliegue de las renovables todavía presenta dificultades, su implantación es viable y será una oportunidad magnífica, no solo para el planeta y para la salud de sus habitantes, sino también en términos de impacto socioeconómico y desarrollo industrial. Por ejemplo, la contaminación atmosférica, que está vinculada al cambio climático, mata a siete millones de personas todos los años y es una amenaza para la salud y la seguridad del ser humano. En la última década se registró una incidencia sin precedentes de episodios meteorológicos extremos y récords de ascenso de las temperaturas. En 2019, la elevación media del nivel del mar en el planeta fue la más alta de la historia desde que comenzó a registrarse en 1993, y unos 20 millones de personas se vieron desplazadas a causa de episodios meteorológicos. Hace poco, hubo que evacuar a 200 000 personas de sus hogares en Filipinas a causa del tifón Kammuri.

En la COP24, celebrada el año anterior, no se alcanzó ningún consenso sobre el artículo 6 del Acuerdo de París, que detalla las normas de funcionamiento de los mercados del carbono y otras formas de cooperación internacional. Debería lanzarse una convocatoria para comerciar con emisiones negativas en virtud del Protocolo de Kioto para compensar las emisiones de los países desarrollados.

Las emisiones de CO2 se han incrementado en un 0,6%, hasta alcanzar los 37 000 millones de toneladas en 2019. Se ha ralentizado el aumento de las emisiones, pero eso no basta. Las emisiones deben reducirse hasta el cero neto a escala mundial en 2050 para alcanzar la neutralidad de carbono. A fin de cumplir el objetivo de 1,5°C del Acuerdo de París, las emisiones globales de gases de efecto invernadero deben reducirse en un 7,6% al año entre 2020 y 2030. Hasta ahora, el compromiso internacional para cumplir estos objetivos ha resultado ser completamente inadecuado. Los gobiernos deben revisar sus promesas de reducción de las emisiones de carbono de acuerdo con los hallazgos más recientes, con el fin de poder marcar las pautas para el futuro del mundo.

Las contribuciones determinadas a nivel nacional son actualmente inadecuadas y, si no establecemos una trayectoria más audaz, el ascenso de las temperaturas mundiales a finales de este siglo será catastrófico para la humanidad y podría amenazar nuestra propia existencia en el planeta. A fin de mantener el cambio climático dentro de límites manejables, los países han de limitar el ascenso de las temperaturas mundiales a 1,5°C, alcanzar la neutralidad de carbono en 2050 y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 45% hasta 2030 con respecto a los niveles de 2010.

Principales conclusiones de la COP25:

  • Ya no es una crisis climática, sino una emergencia climática
  • Se constató claramente un aumento de la ambición y el compromiso que se plasmaron en la rendición de cuentas, la responsabilidad y el liderazgo entre los representantes en relación con la neutralidad de carbono
  • Ha habido una oleada de actuaciones entre las partes interesadas —gobiernos, empresas y sociedad civil— y sus contribuciones son cruciales para impulsar la transformación que necesitamos
  • En 2020, los países han de presentar planes nacionales de acción climática actualizados, que se conocen como «contribuciones determinadas a nivel nacional»
  • Los delegados se comprometieron a limitar el ascenso de la temperatura mundial a 1,5°C, a alcanzar la neutralidad de carbono para 2050, y a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 45 % para 2030 con respecto a los niveles de 2010

Como dijo el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, para hacer frente a la crisis climática necesitamos un cambio rápido y profundo en nuestra forma de hacer negocios, de generar energía, de construir ciudades, de desplazarnos y de alimentar al mundo. La COP25 insistió en la necesidad de incidir en los tres pilares de adaptación, mitigación y medios de aplicación y, de este modo, construir un futuro más limpio, saludable y próspero. Los gobiernos y los líderes empresariales deberían unificar criterios; ambas partes han de actuar con mayor determinación para alcanzar el hito de cero emisiones netas de CO2 y evitar el calentamiento global por encima de 1,5°C.

Las emisiones en cualquier rincón del mundo suponen una amenaza para la humanidad en todo el mundo, y es necesario que actuemos con audacia para mitigar el cambio climático.

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