Calculadoras con ilustraciones de mujeres científicas para que las adolescentes se interesen por la ciencia
Image: REUTERS/Mike Segar
La serie de calculadoras #científicasCASIO presenta en sus carcasas una ilustración de grandes científicas como Marie Curie, Ada Lovelace o Ángela Ruiz Robles.
Más de la mitad de las profesiones del futuro están por inventar. Y se prevé que la mayoría estén relacionadas con la programación, la ingeniería, las ciencias y las matemáticas. Pero muy pocas mujeres se dedican a estas disciplinas.
«No podemos infravalorar o prescindir del talento de más de la mitad de la población», dice Eloy Bernal, responsable de marketing de la división educativa de Casio. «Los estereotipos de género creados en edades tempranas pesan muchísimo y, además, hay una gran falta de referentes. Se ha invisibilizado a muchas grandes mujeres y sus contribuciones a la humanidad. Y una niña no puede querer ser algo que no conoce».
Esta idea ha llevado a Casio a crear una colección de calculadoras para que las niñas y los niños descubran a grandes científicas de hoy y del pasado, #científicasCASIO. En este proyecto educativo, las científicas aparecen dibujadas por una serie de ilustradoras porque, según Bernal, «el arte y la ciencia están mucho más cerca de lo que se piensa y en las carcasas de las calculadoras se funden en un solo elemento».
La primera programadora de ordenadores
El desamor llevó a Ada Lovelace (1815-1852) a estudiar matemáticas. Aún era un bebé cuando su madre, Anabella Milbanke, huyó de su marido, Lord Byron, por sus escándalos sexuales. La mujer decidió entonces que la niña no debía parecerse en nada al poeta y, desde pequeña, la instruyó en las ciencias.
Ada Lovelace quedó fascinada cuando descubrió la máquina analítica (el antecesor del ordenador). La adolescente se empeñó en conocer a su inventor, Charles Babbage, y llegó incluso a trabajar con él. Empezó a imaginar entonces máquinas mecánicas para hacer matemáticas y música. Pero aquello era tan adelantado a su tiempo que nadie la entendió.
La joven también dejó escritos en una revista científica inglesa de 1843 los principios de la programación moderna y de los algoritmos que se utilizaron para programar los primeros ordenadores. La mujer que llamaban «la princesa del paralelogramo» solía decir: «Soy más que nunca la novia de la ciencia».
La inventora de la enciclopedia mecánica
Ángela Ruiz Robles (1895-1975) tenía una pesadumbre: el peso de tantos libros que los niños tenían que llevar en sus mochilas. Esta profesora de escuelas gallegas decidió entonces inventar un material pedagógico más ligero y más moderno.
Por las noches, después de acostar a sus hijas, trabajaba en estos inventos. Primero creó un libro mecánico (un soporte de lectura compuesto por láminas que se iluminaban cuando el niño las tocaba) y después lo mejoró hasta llegar a la enciclopedia mecánica (un libro que parecía un pequeño maletín). «No tiene páginas. Tiene materias que van en bobinas como máquinas de fotografiar o el mismo cine. Puede llevar sonoridad y tiene la posibilidad del cristal aumentado», dijo Ángela Ruiz Robles en una presentación de la enciclopedia mecánica.
La profesora llegó a fabricar un prototipo de su invento, pero nunca se comercializó. Ella, sin saberlo, introdujo conceptos como el hipervínculo o el zoom, y diseñó un aparato que la ha convertido en la precursora del libro electrónico.
La astrónoma que descubrió cómo calcular la temperatura de las estrellas
Cecilia Payne-Gaposchkin (1900-1979) dejó atónitos a sus profesores. La estudiante de 25 años entregó lo que entonces designaron como «la más brillante tesis doctoral escrita nunca en astronomía».
Esa investigación se atrevió a contradecir la creencia científica de la época: todos pensaban que el Sol y la Tierra estaban formados por los mismos elementos. Payne-Gaposchkin tenía otra idea: pensaba que en la composición del Sol había, sobre todo, hidrógeno y helio. Aunque, por temor a que pensaran que sus ideas eran disparatadas y no la tomaran en serio en la comunidad científica, hizo una anotación en sus tesis para decir que sus resultados eran «espurios». Unos años después, otros científicos llegaron a la misma conclusión: su tesis era cierta.
Payne-Gaposchkin tuvo que esperar a los 56 años para que la admitieran como profesora de Astronomía en Harvard. Pero su trabajo fue mucho más relevante que el de cualquiera de sus compañeros: ella enseñó a los astrónomos a interpretar los espectros estelares.
«La reina de la investigación nuclear»
Esta niña china tuvo la suerte de que su padre fundara una escuela en la ciudad donde vivían. Eso le permitió estudiar en una sociedad que solo esperaba de las mujeres que fueran madres y esposas. Chien-Shiung Wu (1912-1997) tenía ambición y a los 24 años se fue a Estados Unidos para poder dedicarse a la física.
Wu iba a estudiar en la Universidad de Michigan, pero al descubrir que las mujeres no podían acceder por la entrada principal del campus, decidió estudiar en Berkeley. La primera parte de su tesis se centró en el decaimiento beta y, con el tiempo, se convirtió en una autoridad en el tema. La segunda parte versaba sobre la fisión nuclear del uranio.
Esta física experimental desmontó la ley hipotética de la conservación de la paridad. Fue una revelación sensacional que, en 1957, llevó a que sus colegas Tsung-Dao y Chen Ning Yang ganaran el Nobel de Física. Ella tuvo que esperar a 1978 para recibir el primer Premio Wolf en Física y hoy ha quedado en la historia como «la Primera Dama de la Física», «la reina de la investigación nuclear» y «la Marie Curie china».
La física que ha hecho del láser una herramienta para curar enfermedades oculares
En 1985 publicó un estudio sobre el láser. Donna Strickland (1959) era aún una estudiante en la Universidad de Rochester, en Nueva York, pero desde entonces no ha hecho más que profundizar en aquel descubrimiento de producir pulsos ultracortos de láser.
Todo este trabajo, junto a su mentor Gérard Mourou, la llevó a recibir el Nobel de Física en 2018. Ahora, como profesora asociada del Departamento de Física y Astronomía de la Universidad de Waterloo, investiga sobre el tratamiento de láseres de alta potencia en la cirugía ocular.
La precursora del wifi y las comunicaciones inalámbricas
Era actriz. La llamaban «la mujer más bella del cine». Pero odiaba las fiestas, el alcohol y la frivolidad. Ella lo que quería era inventar.
Hedy Lamarr fue autodidacta hasta que, de mayor, consiguió el título de ingeniera de telecomunicaciones. Un día conoció al compositor George Antheil y juntos idearon un sistema de transmisión de señales secretas que no podían ser interferidas. Ocurrió en los años 40, cuando el mundo ardía en la II Guerra Mundial.
Lamarr y Antheil ofrecieron el invento al ejército de EEUU para luchar contra los nazis, pero no lo aceptaron. Dejaron de lado esta tecnología hasta que, décadas después, la recuperaron y se convirtió en la base de las comunicaciones inalámbricas actuales: el bluetooth, el wifi y el GPS. Desde hace años, cada 9 de noviembre se celebra en su honor el Día del Inventor.
Una de las primeras matemáticas de la historia
Es la primera mujer matemática que recuerda la historia. Hipatia (370-415) era profesora y filósofa. Fue una estudiosa del álgebra, la geometría y la astronomía.
En la Alejandría de los siglos II y III, mirando al cielo y haciendo cálculos matemáticos, perfeccionó los instrumentos que usaban entonces para ver la posición de las estrellas: los astrolabios. También inventó un densímetro para calcular la masa y la temperatura de los materiales.
Hipatia dedicó su vida a la ciencia y murió por ello. A los cristianos no les gustaba que promulgara la ciencia en vez de la fe a Dios y la lincharon hasta matarla. Los impulsores de la Ilustración rescataron su memoria y la declararon una «mártir de la ciencia».
La física que anima a las niñas a estudiar ciencia y tecnología
Esta física británica investiga diodos emisores de luz con baja polarización polimérica y circular, y con su trabajo, ha ayudado a que los móviles y las televisiones sean más sostenibles y consuman menos electricidad.
Jess Wade (1988) lleva años dando charlas a padres, profesores y alumnos para animar a las chicas a dedicarse a la ciencia y la tecnología, y no vean estas disciplinas como una actividad de hombres.
También está empeñada en dar a conocer a muchas científicas a las que el mundo académico y la historia no han prestado atención. En 2018, Wade escribió más de 450 artículos sobre mujeres científicas en la Wikipedia.
La científica espacial pionera en diseñar viajes al espacio
Matemática, informática, física e ingeniera espacial. En la historia de los primeros viajes espaciales quedará siempre el nombre de Katherine Johnson (1918). Esta mujer, desde la NASA, hizo los cálculos necesarios para que los vuelos al espacio fueran un éxito.
Ella calculaba las trayectorias y las rutas de vuelta de emergencia de las naves espaciales. Johnson evitó que la misión del Apolo 13 a la Luna acabara en desastre. En el lanzamiento, la nave sufrió una avería y ella, con sus cálculos, consiguió que la tripulación volviera a salvo a la Tierra.
Johnson es la autora del primer manual para viajar al espacio y ha escrito más de una veintena de artículos científicos. La larga colección de premios que ha recibido a lo largo de su carrera la sitúan como pionera en computación y ciencia espacial.
Pionera en el estudio de la radioactividad y ganadora de dos Nobel: en Física y en Química
Marie Curie (1867-1934) realizó las primeras investigaciones sobre radioactividad. En el siglo XIX la radiación nuclear era tan desconocida que esta científica polaca fue quien le dio el nombre.
El estudio de la radioactividad hizo de Curie una de las científicas más relevantes de la historia. Fue la primera mujer en ganar un premio Nobel, la única mujer que ha recibido dos Nobel y la única persona que tiene un Nobel en dos disciplinas distintas. Fue la primera mujer que entró como profesora en la Universidad de París, y en 1995 se convirtió en la primera mujer que entró en el mausoleo de franceses ilustres, el Panteón de París (al casarse con el físico Pierre Curie, a su nacionalidad polaca se sumó la nacionalidad francesa).
En 1934 la misma radioactividad a la que dedicó su vida le dio la muerte. Marie Curie falleció de una anemia aplásica provocada por la radiación. Aún no conocían el daño que hacía a la salud y ella, durante décadas, había llevado tubos con isótopos radioactivos en los bolsillos y había trabajado con rayos X sin ninguna protección. Acababa así una vida apasionante dedicada a la investigación científica junto a su marido y compañero de laboratorio. Y entre su amplísimo legado, quedó también el descubrimiento de dos elementos químicos: el radio y el polonio.
La genia de la geometría y los sistemas dinámicos
Maryam Mirzakhani (1977-2017) fue la primera mujer en recibir la Medalla Fields (el Nobel de las matemáticas). En 2014 le concedieron este premio por su complejo trabajo en geometría y en sistemas dinámicos.
Desde niña se descubrió su genialidad. A los 17 años empezó a ganar competiciones internacionales de matemáticas y, después, en la Universidad de Harvard, dejó a los científicos asombrados por su capacidad de solucionar problemas que fueron un enigma durante décadas para la comunidad científica.
La primera mujer que ganó un Premio Extraordinario en Matemáticas de la Academia de Ciencias de París
En aquel París de finales del XVIII no era fácil ser científica. Era mujer y eso le cerraba las puertas de la universidad. Pero Sophie Germain (1776-1831) estudió por su cuenta lo que más le gustaba: las matemáticas. Las aprendió de los libros de las bibliotecas y de los apuntes que conseguía de los universitarios. No era fácil. Hasta tuvo que disfrazarse de hombre para poder entrar a clase, como hizo después en España Concepción Arenal: con sombrero de copa y capa, y el pelo cortado como un varón, asistía a las clases de Derecho de la Universidad Central de Madrid.
Sophie Germain se escondió en el nombre de un antiguo alumno para poder presentar un trabajo en la universidad: Auguste Le Blanc. Era preciso un nombre masculino para entrar en el mundo de las matemáticas. Por eso lo utilizó en adelante: para que la admitieran en el círculo de científicos y poder intercambiar ideas con ellos.
Pero solo fue por carta; en estas hojas era el Sr. Le Blanc. Sophie Germain permanecía escondida. En su soledad estudió las superficies elásticas e hizo grandes aportaciones a la Teoría de Números. En 1816 ganó un concurso en la Academia Francesa de las Ciencias por su estudio Memorias sobre las vibraciones de superficies elásticas. El premio le abrió la puerta a las sesiones de esta academia y allí trabajó junto a los mejores matemáticos de su época.
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