Se necesitan seres humanos: ¿por qué la automatización no acabará con su trabajo?
Image: REUTERS/Andrew Kelly
Se acerca un gran cambio. A medida que se afianza la era de la automatización, tanto los jóvenes que ingresan en la fuerza laboral como los que ya están establecidos en sus carreras están preocupados por el aumento de las máquinas.
Sin embargo, si bien las máquinas serán cada vez más potentes, los humanos realmente serán más importantes.
Este es el mensaje claro que he escuchado al hablar con clientes de Canadá, Estados Unidos y el extranjero. A pesar de la volatilidad del mercado en los últimos meses, desde los productores lecheros hasta las compañías petroleras y las empresas tecnológicas, los líderes empresariales y los emprendedores están luchando contra una enorme escasez de mano de obra.
Dentro de nuestro propio negocio, buscamos cada vez más incorporar nuevas habilidades al Royal Bank of Canada (RBC) en áreas que uno podría esperar, como el aprendizaje automático y la cadena de bloques, aunque también en áreas que no, como diseñadores y economistas conductuales. Consideramos que este cambio secular es una oportunidad para rediseñar el banco desde el cliente.
Está claro que la tecnología no reemplazará muchas de las habilidades necesarias para los trabajos del futuro. Simplemente actuará como un defensor e integrador, y hará que en el futuro la fluidez digital sea tan importante como la alfabetización y la capacidad de cálculo.
Esta fue una de las principales conclusiones de un informe reciente del RBC acerca del mercado laboral canadiense llamado Humans Wanted (se necesitan seres humanos), que analizó más de 300 trabajos y las habilidades necesarias para desempeñarlos.
Si bien el informe concluyó que la mitad de todos los trabajos en Canadá corren el riesgo de una perturbación significativa de la tecnología durante los años 2020, también sugiere que la era de la automatización no tiene que ser una amenaza.
A pesar de los trastornos, se proyecta que en los próximos cuatro años se crearán o se abrirán 2,5 millones de empleos en la economía canadiense, un número importante para una nación con 18,5 millones de empleos en la actualidad. Esta fuerza de trabajo necesitará habilidades básicas para prepararse para distintos trabajos y funciones, en lugar de una única carrera profesional.
Esto está poniendo en marcha una crisis silenciosa en todo Canadá —y en prácticamente todas las naciones del mundo— con trabajadores futuros, jóvenes y consolidados, que no se sienten preparados para los trabajos del futuro, y mucho menos las habilidades necesarias para desempeñarlos.
La realidad es que los niños de hoy crecerán para trabajar en empleos basados en la tecnología que probablemente aún no existan. Para planificar esa realidad, no se trata solo de programación, se trata de ser humano y de adquirir competencias que ofrezcan más movilidad de aptitudes, como el pensamiento crítico, la creatividad, la comunicación y la resolución de problemas complejos.
El informe Humans Wanted dejó claro que la movilidad de las aptitudes será esencial en una economía futura, en la que los empleos aumentan y disminuyen con cada nueva oleada de tecnología. Pero, ¿cómo pueden los líderes del sector privado, los educadores y los responsables políticos cambiar la manera en que educamos, empleamos y capacitamos a los ciudadanos para que puedan intervenir activamente en esta nueva economía de habilidades?
Es aquí donde podríamos comenzar:
Si bien el ritmo de la transformación continúa aumentando, los baby boomers también se están acercando cada vez más a la jubilación. Esto ejerce presión sobre la próxima generación de jóvenes que buscan adquirir la combinación de habilidades necesarias para prosperar en el nuevo mundo del trabajo.
Para alentar estas habilidades, debemos conectar mejor las escuelas de educación superior y los lugares de trabajo a través de programas de aprendizaje remunerados integrados con el trabajo, como trabajos temporarios, prácticas laborales y pasantías. Al momento de graduarse, cada estudiante de educación superior debe tener acceso a una experiencia laboral práctica representativa relacionada con su campo de estudio.
El modelo de educación superior que floreció a lo largo del siglo XX ya no se ajusta a las nuevas necesidades de los países, las empresas y las comunidades. Necesitamos capacitar a los jóvenes de maneras diferentes, además de construir una infraestructura que ayude a respaldar los esfuerzos de perfeccionamiento y aprendizaje permanente para la fuerza laboral existente.
Para garantizar que los programas de aprendizaje integrados con el trabajo estén presentes en todas partes, los gobiernos de todos los niveles deben trabajar juntos y financiar iniciativas que faciliten la participación de los empleadores y las instituciones educativas.
Es necesario que las naciones aborden este desafío desde una nueva perspectiva. En lugar de buscar en sus reservas de talentos, deberían pasar a la construcción de una plataforma de talentos, una que conecte mejor a las empresas con los estudiantes de todos los sectores y disciplinas.
Para ayudar a ponerlo en marcha, los gobiernos deben decidir en qué quieren centrarse y hacia dónde quieren que fluyan el talento y el capital. Esto significa hacer que las habilidades y la juventud se conviertan en temas centrales para las grandes apuestas de una nación. Por ejemplo, en Canadá, esto es agricultura, océanos, datos, inteligencia artificial y fabricación avanzada.
Por último, los empleadores de todos los tamaños deben empezar a reconocer el paso de la economía de los empleos a la economía de las habilidades. Debemos repensar la manera en que contratamos, capacitamos y moldeamos nuestras fuerzas laborales, y para ello es necesario pensar más allá de los títulos y los certificados.
Encontrar y retener el talento sistemáticamente se ubica como la máxima prioridad para los directores ejecutivos del mundo. Debería ser un imperativo comercial integrarse mejor con los educadores y ofrecer más trabajo basado en la experiencia y oportunidades de aprendizaje para los estudiantes. No se trata simplemente de ofrecer a los jóvenes prácticas de trabajo, sino más bien de aprovechar sus talentos y aplicar sus ideas innovadoras.
Como ejemplo, el verano pasado, los estudiantes que participaron en nuestro programa Amplify RBC —una campaña en la que les entregamos a los pasantes algunos de nuestros problemas comerciales más difíciles de resolver— colaboraron para presentar quince patentes para el banco. Trabajaron en proyectos para mejorar nuestras capacidades de análisis predictivo, políticas de gestión de datos y medidas de ciberseguridad. Ninguno de estos estudiantes había trabajado en un banco antes.
Es necesario que todos los empleadores consideren el aprendizaje integrado con el trabajo no solo como una inversión en la economía de habilidades del mañana, sino también como una inversión en su propio futuro.
Inversión colectiva en habilidades.
La conclusión es: los empleos permanecerán, aunque será necesario un nuevo conjunto de habilidades para desempeñarlos. Las nuevas tecnologías tornarán obsoletos algunos trabajos; sin embargo, también reducirán los costos e impulsarán las expansiones que darán lugar al crecimiento del empleo en nuevas áreas.
La respuesta a las interrupciones tecnológicas radica en nuestra capacidad para aplicar la humanidad al desafío.
Durante la próxima década, nuestro mundo se encargará de resolver algunos de los problemas más apremiantes que haya enfrentado, incluidos el cambio climático, las brechas de riqueza y los costos de salud en las sociedades de rápido envejecimiento. Es solo a través de la construcción de una base sólida para la nueva economía de habilidades —mediante la inversión en nuestros jóvenes y el respaldo a los programas de aprendizaje permanente para nuestras fuerzas de trabajo talentosas existentes— que podemos asegurar que nuestras naciones y nuestra gente estén preparadas para enfrentar un mañana turbulento.
Dave McKay, presidente, director ejecutivo, Royal Bank of Canada
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