Kenia busca agua bajo sus pies
Image: REUTERS/Stringer
Las chispeantes olas de mar que cubren millas y millas de arena a lo largo de la playa de Diani han hecho de este rincón del sureste de Kenia una de las principales atracciones turísticas del país. Sin embargo, pocos visitantes sabrán que toda el agua que sale por sus grifos proviene de pozos perforados sobre acuíferos y embalses subterráneos de agua dulce que también utilizan los residentes, las empresas y el sector de la agricultura.
"El agua de este pozo significa vida", opina Mary Wanjiru, encargada del Rongai Roasting House, un restaurante en la cercana ciudad de Ukunda, a unos 30 kilómetros al sur de Mombasa. "Sin ella, la vida sería totalmente insoportable en esta ciudad dado que no hay ríos permanentes ni manantiales de agua dulce".
Hasta hace poco, los usuarios del agua —y los expertos— apenas tenían conocimientos sobre lo sostenible que puede ser el suministro de agua, un particular del que preocuparse ya que el cambio climático conlleva el empeoramiento de las sequías.
"El problema es generalizado en África, donde poco se entiende sobre el suministro de agua subterránea", explica Daniel Olago, profesor de Geología en la Universidad de Nairobi. Incluso escasea información básica como la cantidad de agua que contienen los acuíferos, cómo se abastecen gracias a las recargas o cómo responden según las diferentes condiciones climáticas. "No sabemos lo que tenemos porque no hemos hecho estudios adecuados sobre aguas subterráneas".
Pero en los últimos dos años esta situación de desconocimiento ha comenzado a cambiar. Científicos de la Universidad de Nairobi, la Universidad Politècnica de Catalunya, la Universidad de Oxford y la Universidad Jomo Kenyatta de Agricultura y Tecnología han estado estudiando las reservas hídricas de la región de Kwale y, en concreto, el acuífero Msambweni, que suministra a Ukunda y a otras ciudades. Esta investigación ha permitido determinar el tamaño del acuífero y su profundidad, así como la composición geoquímica de su agua.
El equipo ha creado un programa informático que señala los riesgos relacionados con la calidad y la cantidad de este recurso, así como la demanda existente y las condiciones socioeconómicas de la zona. A continuación, pueden modelar proyecciones para diferentes escenarios basadas en aspectos como el clima o la cantidad de agua que se extrae. "La falta de información adecuada es un problema común en todo el país ", indica Olago, que ha sido uno de los principales investigadores de este estudio, titulado Unlocking the Potential of Groundwater for the poor [Desbloquear el potencial del agua subterránea para el pobre].
"Necesitamos saber qué cantidad de agua está recargando los acuíferos a través de la lluvia y las infiltraciones, cuánta de esta es almacenada y, por lo tanto, cuánta se puede utilizar de forma sostenible", enumera el geólogo. Los hallazgos obtenidos también permiten saber si estas reservas hídricas son adecuadas para el consumo humano (tal y como demostró el estudio) o si era preferible usarla para la industria o el riego.
Dos de los mayores usuarios de agua en Kwale son la compañía minera Base Titanium y la empresa azucarera Kwale International, que irriga 8.000 hectáreas de caña de azúcar. Ambas tienen presas y están construyendo más, y ambas recurren a las reservas del acuífero de Msambweni en tiempos de escasez de lluvia. Ahora, el estudio ha mostrado que su uso no ha tenido un gran impacto en los niveles de agua subterránea. "Los científicos trabajaron estrechamente con las dos compañías dado que ya poseían un amplio conocimiento del agua subterránea de Kwale", explica Calvince Wara, gerente de operaciones de investigación de Rural Focus, una consultora local de agua que participa en el estudio.
Wara asegura que una vez que el sistema se controle bien, será posible identificar la mejor manera de utilizar los recursos hídricos de forma sostenible. Actualmente, el Gobierno se limita a emitir licencias de perforación para empresas que los solicitan pero, por lo general, ignora el tamaño del acuífero, su tasa de reposición o su respuesta a los fenómenos climáticos, todos ellos indicadores clave de cuánto tiempo puede durar el agua, explica la experta.
Un programa informático señala los riesgos relacionados con la calidad y la cantidad de agua.
La herramienta desarrollada proporciona esas respuestas y puede permitir al Gobierno comprender mejor el impacto que supondría emitir nuevas licencias. "Con ella, se puede saber fácilmente cuándo los niveles están bajando y así será más fácil controlar la cantidad que se puede extraer para su uso industrial", indica.
Ahmed Mbarak, de la Autoridad de Recursos Hídricos en Mombasa, opina que la nueva información sería útil para su oficina. "Con las condiciones climáticas cambiantes que tenemos hoy en día, tal información sería un recurso de oro, ya que complementaría algunos de los datos que ya tenemos", cuenta por teléfono. Podría "ayudarnos a afinar nuestras reglas que rigen la concesión de licencias para la extracción de agua subterránea", dijo.
Olago, de la Universidad de Nairobi, cree que la herramienta desarrollada puede ser útil en otros lugares del país también y sobre todo en la capital, Nairobi, que lucha por satisfacer la demanda de agua de sus ciudadanos. La principal fuente de Nairobi es la presa Ndakaini, que se encuentra a unos 50 kilómetros al norte de la capital. Suministra alrededor del 85% de los 500 millones de litros que la ciudad usa todos los días. La demanda, sin embargo, es de alrededor de 700 millones de litros.
El nivel de la presa ha disminuido considerablemente y, a pesar de las fuertes lluvias recientes, el Gobierno asegura que el racionamiento en la capital continuará hasta 2026. Como resultado, los hogares y las empresas están excavando más pozos. Mike Lane, un hidrólogo de Rural Focus, afirma que los pozos de la década de los ochenta de Nairobi fueron perforados a una profundidad de 80 metros. Hoy, necesitan bajar 400 metros. "Estamos persiguiendo el agua, y eso no es sostenible", opina sobre un fenómeno que se está produciendo en otras zonas del país, según Lane. El nivel freático se ha retirado tanto en el área de cultivo de flores de Naivasha, a 100 kilómetros al noroeste de la capital, y en Nanyuki, a unos 160 kilómetros al norte de Nairobi.
Mientras tanto, el estudio también ha revelado un riesgo clave para el acuífero de Msambweni, advierte Wara. Si se extrae demasiada agua dulce, el agua salada de los mismos mares brillantes que atraen a los turistas a Diani podría filtrarse y lo destruirían. "Por lo tanto, es absolutamente primordial que sean protegidos".
Isaiah Esipisu y Robert Carmichael pertenecen a la Fundación Thomson Reuters.
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