Lo que Alaska puede enseñar sobre la renta básica: si das dinero a la gente no deja de trabajar
Image: REUTERS/Denis Balibouse
La renta básica universal es uno de los grandes debatesde nuestro tiempo. Pese a experimentos localizados a pequeña escala, como el finlandés o el suizo, no hay grandes estudios prácticos sobre el efecto que tendría en la economía. ¿Dejaría la gente de trabajar si recibiera dinero sin condiciones? Hay un lugar al que podemos mirar para, en parte, responder a esa pregunta: Alaska, que lleva transfiriendo rentas a sus ciudadanos desde mediados de los setenta.
Un fondo para todos. Alaska es un estado rico. A principios de los setenta se descubrieron grandes reservas de petróleo en su territorio, cuya explotación retributyó una gigantesca cantidad de dinero a las arcas públicas. El estado creó en 1975 el "Alaska Permanent Fund" con objeto de almacenar, gestionar y repartir los dividendos de la lucrativa exportación de petróleo, de forma similar a Noruega. Y desde entonces reparte determinadas sumas de dinero a todos sus ciudadanos anualmente.
Más de 2.000$ al año. La cantidad ha ido variando con el paso del tiempo. En 2015, por ejemplo, el Gobierno Estatal pudo repartir más de 2.000 dólares por persona, ingresos más que significativos. Por sus características, Alaska es un campo de cultivo ideal para investigar los efectos de una transferencia de dinero pura (sin condiciones) sobre la economía. Es lo que hace este trabajo del NBER, en el que se compara el comportamiento de la economía antes y después del "fund".
La gente trabaja más. ¿Resultado? Los ciudadanos de Alaska no dejaron de trabajar pese a los ingresos extra. Es más, la tasa de ocupación del estado aumentó un 17% desde 1975, en parte por el buen porvenir económico del estado. Al consumir más con sus ganancias extras, los alasqueños fomentaron un dinamismo financiero que, en última instancia, generó más puestos de trabajo. En general, la entrega de dinero tuvo efectos positivos sobre el cuadro económico general.
Y está más contenta. Otro estudio independiente ha comparado el grado de aceptación que el fondo ha tenido entre los ciudadanos de Alaska, un feudo conservador y republicano cuyos vectores ideológicos rotan en torno a la meritocracia y la limitada acción de las políticas sociales. Si a principios de los ochenta tenía poca popularidad, hoy en día los alasqueños lo aceptan de buen grado incluso si implica subir los impuestos (el Estado, al repartirlo, tiene menos dinero para sus actividades).
¿Y podemos aprender algo? En parte sí, y en parte no. El experimento de Alaska no es una Renta Básica Universal tal y como se conoce en la teoría: apenas un pequeño bonus anual que permite a todos sus ciudadanos disfrutar de unos ingresos extra. Sin embargo, su caso lleva la contraria a los estudios que preveían un descenso del 1% de la actividad económica por cada 10% de aumento de las transferencias sin condiciones del estado a sus conciudadanos. En esencia, la gente utiliza el dinero para vivir mejor, pero aún no para abandonar sus trabajos.
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