Por qué África debería abandonar el dinero en efectivo
Image: REUTERS/Akintunde Akinleye
Últimamente, la India ha apuntado a un ambicioso objetivo: una economía sin dinero en efectivo. A pesar de los primeros errores y frustraciones, resultará ser un cambio para mejor para los 1,31 mil millones de habitantes del país. África debería fijarse una meta similar y dar el primer paso estableciendo una unión monetaria.
Por supuesto, lograr una sociedad sin dinero no es un fin en sí mismo. Más bien, es un medio para ayudar a promover la inclusión financiera, la seguridad y la prosperidad.
Hoy en día, unos 326 millones de africanos -el 80% de la población adulta del continente- no utilizan servicios financieros formales o informales. Pero esconder los billetes bajo el colchón no es manera de proteger el ahorro de las familias, y mucho menos de permitir que los hogares acumulen capital suficiente para escapar de la pobreza crónica.
Del mismo modo, millones de africanos están rebuscándose la vida en la economía informal, que representa aproximadamente el 41% del PIB en la mayor parte del continente, lo que los deja desprotegidos y sin vías para alcanzar la estabilidad financiera ni crear riqueza. Avanzar hacia una sociedad sin dinero obligaría a los ciudadanos, las empresas y los responsables políticos a diseñar mecanismos para atraer a todos los africanos al sector financiero, mejorando drásticamente la vida de millones de personas que están ahora no o subbancarizadas. Y acercaría a muchos hogares a la economía formal, en lo que constituiría una gran oportunidad económica para los países africanos.
El objetivo debe ser lograr la prosperidad mediante una inclusión financiera vinculada a la actividad económica. Las PYME necesitan capital fresco para crear empleo y hacer crecer el pastel económico, y las cuentas bancarias conectadas con la actividad económica aseguran que incluso aquellos que venden bienes a la orilla del camino pueden recibir un pedazo.
Pero el abandono del efectivo no conlleva naturalmente un proceso de inclusión. Por el contrario, como sostiene el economista de Harvard, Kenneth Rogoff, para una desmonetización exitosa se requiere un plan completo e implementable para aumentar la inclusión financiera y el uso de los bancos.
Dicho plan debería centrarse en el desarrollo del ecosistema adecuado para la actividad económica. En África, eso significa no solo la prestación de servicios financieros, sino también avanzar en la alfabetización financiera. Las cuentas bancarias recién creadas tienen pocos efectos positivos si permanecen latentes. Para garantizar que la inclusión financiera realmente permita la transformación económica, los africanos deben adquirir los conocimientos y las herramientas para aprovechar al máximo los servicios financieros.
Por supuesto, nada de esto será fácil, lo que queda claro por la difícil experiencia de la India de implementar su radical proceso de desmonetización. El éxito requerirá, entre otras cosas, un enfoque gradual. África no debe permitir que la escasez de dinero reduzca la economía informal, como lo ha hecho en la India.
Pero si África logra esta transición, los beneficios serán profundos. La desmonetización probablemente ahorraría dinero a los países. MasterCard estima que los países de todo el mundo gastan tanto como el 1% de su PIB cada año para la emisión, el procesamiento y la distribución de los billetes de banco. Es dinero que se podría gastar mejor en cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, mejorando aún más la vida de los pobres de África.
Hay razones para creer que África puede tener éxito en ir sin dinero. Ya una gran parte de los africanos utiliza sistemas de pago digitales como M-Pesa y EcoCash, precisamente los tipos de plataformas innovadoras que pueden desempeñar un papel fundamental en el abandono del efectivo.
Si bien la hiperinflación está lejos de ser el catalizador ideal para tal cambio, la experiencia de Zimbabue demuestra que los ciudadanos pueden adaptarse a circunstancias difíciles, y lo harán. Por ejemplo, algunas tiendas en el país darán crédito a las cuentas de dinero móvil en lugar de cambio.
Pero, para lograr un cambio más amplio hacia un África sin dinero, el progreso hacia la unión monetaria será esencial para profundizar la integración económica en todo el continente. Eso, a su vez, fomentaría un ecosistema continental de servicios financieros digitales capaz de asegurar una expansión masiva del comercio intraafricano, la vía más rápida para sacar a la gente de la pobreza.
En la actualidad, 14 países de África occidental y central comparten el franco CFA, que está vinculado al euro. Y Sudáfrica comparte una política monetaria con Lesotho, Namibia y Suazilandia. No podemos tropezar donde el camino está despejado.
Los africanos son los rezagados del movimiento de desmonetización. Pero podemos utilizar esto a nuestro favor, aprendiendo de los países que ya han hecho la transición o están en su camino. Estos incluyen no sólo la India, sino también Dinamarca, Noruega y Suecia. Debemos considerar esto como una ventaja estratégica en la muy necesaria transformación estructural de la economía africana.
Con una estrategia inteligente, respaldada por la paciencia y el compromiso, África puede construir una economía sin dinero en efectivo, con altos niveles de inclusión financiera que sustenten la prosperidad económica y la seguridad. Antes de demasiado tiempo, la compra de un "Kofi rompió al hombre" (un plátano tostado con cacahuetes) por la carretera en Ghana podría ser una transacción sin dinero, que ayude al vendedor a prosperar en el presente y ahorrar para el futuro.
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