Así se imprimirá tu casa en 3D. Y no, no es ladrillo a ladrillo
Image: REUTERS/Andrew Winning
Primero huímos a grutas y cavernas de formación natural. Aunque los neardentales ya las habitaron antes: hace 170.000 años de aquello. Después comenzamos a erigir construcciones sencillas, chozas y cabañas con piedra y entramados de ramaje. Pero no podíamos parar ahí, tendríamos que acomodar nuestra existencia.
Creamos camastros de hojas, diseñamos senderos con piedras. Trabajaríamos el hueso y la madera: ahora agujereábamos la tierra no para enterrarnos nosotros, sino para crear estructuras firmes. Llegarían los terramaras, los palafitos, el mobiliario primitivo, la cerámica. Año 7.000 antes de Cristo: tiempos del ladrillo de adobe (arcilla y arena), mezclado con paja, moldeado primero a mano, después sobre molde, secado al sol.
Pero aquí tampoco pensábamos detenernos. Las ciudades de limo y barro se extenderían. Construiríamos complejas tumbas, incluso templos. Inventaríamos la argamasa, mortero de cal, arena y agua. Edad de bronce. Edad de hierro. Techos con tejas. Los morteros mejorarían. Hasta la Gran Pirámide de Guiza usó mortero para fijar sus 6,3 millones de enormes bloques de piedra. De la greda, el yeso y la cal, elaboraríamos mezclas con roca volcánica.
El arquitecto romano Marco Vitruvio, sobre el año 25 a.C, escribiría un tratado sobre técnicas de construcción. Ya no pensaríamos en el abrigo y simple cobijo: buscaríamos la belleza (Venustas), la firmeza (Firmitas) y la utilidad (Utilitas). Creamos el cemento, usado en el siglo I a. C por el Imperio Romano. Quemaríamos la caliza y, de sus cenizas, obtendríamos un compuesto nuevo, con la que mejoraríamos la mezcla, más homogénea y resistente.
Aún llegaría la mampostería avanzada, el ladrillo hueco, de geometrías precisas, el hormigón y con ello, como el cuento de los Tres Cerditos, los hogares indestructibles: las catedrales. Y aún quedaba mucho por avanzar, más de lo que podríamos imaginar.
«Al final se trata de construir mejores ciudades de forma más rápida y más barata» — Hans Vermeulen
La impresión digital 3D ha relegada la construcción tradicional a algo nefando y arcaico. Hans Vermeulen, miembro fundador del estudio de arquitectura holandés DUS Architects, quiere transformar el urbanismo moderno: «si ganas en los materiales, ganas también en sostenibilidad y además ahorras dinero. Al final se trata de construir mejores ciudades de forma más rápida y más barata».
Sus palabras, en el vídeo de cabecera, hablan con optimismo. Su estudio es responsable de levantar la sede temporal de la presidencia holandesa de la Unión Europea, mediante una serie de piezas que encajan a través de una estructura modular. Un edificio de 700m² vertebrado primero sobre una maqueta a escala.
Su meta actual es imprimir una vivienda como las tradicionales en los canales de Amsterdam, revolucionando por el camino los materiales de construcción, las técnicas de impresión y la logística del montaje, alejada del tradicional ladrillo sobre ladrillo.
La clave está en su impresora: KamerMaker es tuneladora y fábrica en tiempo real, una impresora de 3,5 metros que contiene un contenedor de transporte desde el que imprime sus rejillas 3D que después se rellenan de hormigón y se ensamblan. El año pasado “publicó” uno de sus primeros proyectos: habitaciones de 2,2 m (ancho) x 2,2 m (longitud) x 3,5 m (altura) usando PLA (bioplástico) y PP (polipropileno). Esta primera vivienda, de 8m², con volumen de 25 metros cúbicos, tardó apenas dos días en imprimirse.
Alrededor del 50% de las emisiones de CO2 de todo el planeta proceden del sector de la construcción. En el mundo hay 1.600 millones de personas sin una vivienda adecuada. Sumemos estas dos cifras y obtendremos los dos primeros elementos de la ecuación: contaminación y ausencia de recursos.
3D Print Canal House no exige recursos del suelo, sino materiales concretos, fundidos y tratados con la metodología específica de la impresora. Este proyecto parte de 13 espacios que se ensamblan como piezas Lego,similar al de un mueble Ikea, salvando las distancias: escaleras, suelos y muros por un lado y por otro, cada pared se imprime teniendo en cuenta los espacios libres para el cableado y tuberías.
Desde DUS Architects digitalizan estructura por estructura y lo suben a un servidor en Internet, «de manera que se pueden pedir para imprimir, o producir de manera local, lo que reduce el transporte y se replante la manera en que movemos materiales y productos por el mundo», como afirma Hans Vermeulen.
La habitación que se imprimió el año pasado en realidad era una de las trece habitaciones pensadas para la nueva casa canal, que se espera esté completa a lo largo de este 2017.
En pequeños bidones llenos de bolitas, cápsulas de este plástico biodegradable, KamerMaker logra formas de geometría inteligente que reducen el impacto medioambiental y prometen un futuro donde se cumpla el Artículo 25.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Las impresoras 3D pueden fabricar viviendas duradera, económicas y en un ciclo de tiempo hasta 4 veces inferior al normal. En apenas 17 días, dedicando diez de ellos a las instalaciones de fontanería y eléctrica, la Dubai Future Foundation completó un edificio completamente funcional, una instalación de 250m² creado a partir de una impresora de 6 metros de alto, 36,5 de largo y 12,20 de ancho.
La impresión 3D no sólo está demostrando agilidad y premura, idóneo para reabastecer lugares devastados por inclemencias meteorológicas, sino también una resistividad extraordinaria. HuaShang Tengda logró construir en 45 días un edificio de 400m², capaz de soportar terremotos de magnitud 8.0 y perfectamente equipado.
HuaShang Tengda logró construir en 45 días un edificio capaz de soportar terremotos de magnitud 8.0
En Beijing, China, la primera versión de la impresora Winsun era capaz de fabricar 10 casas al día. Y no cualquier casa: mansiones de 3 plantas completamente equipadas, de 195m²; aunque es capaz, con sus casi 7m de altura, de parir incluso líneas enteras de apartamentos con su brazo mecánico similar al de una manga pastelera.
Según sus estimaciones, lograron reducir los costes de producción en un 60% y el tiempo de fabricación en un 70%. Al reducir también la mano de obra, el coste de producción de estos edificios podría bajar hasta en un 80% respecto a las edificaciones actuales. Y, por tanto, comercializarse a precios mucho más competitivos.
Vermeulen sentencia que los arquitectos sólo diseñan una cosa cada vez, mientras que su equipo diseña algo y lleva ese conocimiento al siguiente proyecto. Pero, ¿estamos realmente ante una alternativa que modifique el mundo de la construcción tal y como lo conocemos?
No es tan fácil. En la construcción de una vivienda interfieren una buena decena de variables: la ejecución material y el precio del suelo, como principales baremos del coste, el promotor y el constructor como puentes ejecutores, que varían en función de si es obra de autopromotor, de promotor, o VPO (vivienda de protección oficial), y siempre teniendo en cuenta las unas mismas calidades medias y un mismo espacio de construcción. Después entrarían, siguiendo la estructura descendente, los gastos financieros, jurídicos, comerciales, técnicos y, por supuesto, los pertinentes impuestos adscritos a cada una de esas transacciones. Existen incluso calculadoras que estiman la media.
En términos pragmáticos, aún queda mucho camino por recorrer
Esta evolución es también revolución. Pero en términos pragmáticos, aún queda mucho camino por recorrer. No es una simple frase hecha: ¿cuánto de ese bioplástico puede producirse semanalmente? ¿Cuántos empleos serán sacrificados? ¿Cuántas KamerMaker son necesarias para fabricar una urbanización completa? El método portátil es tan positivo que incluso puede plantearse para la fabricación en otros planetas y otras condiciones, pero no podemos sentenciar que las viviendas de 2018 usarán tecnología 3D.
En tiempos de cultura digital, este es un sendero que terminaremos andando tarde o temprano. La impresión 3D ha sido equiparada a la invención de la máquina de vapor o la producción de energía eléctrica. Ha demostrado versatilidad de aplicaciones: los mejores audífonos del planeta se fabrican con impresoras 3D; alimentos, huesos, órganos e incluso obras de arte vistas desde una nueva perspectiva.
¿Transformará la impresión en 3D la forma en que entendemos la arquitectura? Sin duda, ya lo está haciendo. Aquellos tiempos de microcemento y otras costumbres han quedado atrás. No obstante, para un futuro de calles enteras construidas por impresoras 3D aún faltan un buen puñado de trabajo e investigación.
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Marcela Guerrero Casas
22 de noviembre de 2024