Las 7 características del pensamiento conspirativo
Las teorías de conspiración han surgido durante la pandemia de coronavirus. Image: REUTERS/Kacper Pempel/Files
John Cook
Research Assistant Professor, Center for Climate Change Communication, George Mason UniversityEl video con la teoría conspirativa “Plandemic” se volvió viral. A pesar de que YouTube y Facebook lo levantaron, lo siguen subiendo y viendo millones de veces. Se trata de una entrevista a Judy Mikovits, una teórica de la conspiración y desacreditada ex investigadora en virología, que cree que la pandemia de la COVID-19 es un fraude gigantesco orquestado para obtener ganancias a través de la venta de vacunas.
El video está repleto de información falsa y teorías conspirativas. Organizaciones serias como Science, Politifact, FactCheck y Chequeado publicaron chequeos que muestran la falta de seriedad del contenido.
Como académicos dedicados a estudiar cómo contrarrestar la desinformación científica y las teorías conspirativas, creemos que es necesario mostrar las técnicas retóricas empleadas en “Plandemic”. Como mostramos en nuestros trabajos, “Conspiracy Theory Handbook” (Manual de teoría conspirativa) y “How to Spot COVID-19 Conspiracy Theories” (Cómo detectar las teorías conspirativas acerca de la COVID-19), el pensamiento conspirativo tiene 7 rasgos distintivos. El video “Plandemic” es una muestra acabada de todos ellos.
Conocer estas características nos puede ayudar a descubrir las señales que indican que estamos frente a una teoría conspirativa sin fundamento. También, esperemos, nos ayude a saber cómo cuidarnos de este tipo de pensamiento. Se trata de una destreza muy valiosa en un contexto donde se multiplican las teorías conspirativas acerca de la pandemia.
Los teóricos conspirativos están tan empecinados en cuestionar la información oficial que no les importa contradecirse. “Plandemic” presenta dos historias, ambas falsas, acerca del origen del coronavirus. Por un lado dice que el SARS-CoV-2 provino de un laboratorio en Wuhan, China. Por el otro, plantea que todos tenemos el coronavirus debido a vacunaciones anteriores y que el uso de mascarillas lo activa. Creer las dos cosas a la vez es inconsistente.
Quienes teorizan sobre las conspiraciones tienen inmensas sospechas de la información oficial. Eso hace que cualquier evidencia científica que no se acomode a sus teorías tiene que estar falseada.
Creer que la información científica está falseada, implica pensar que cualquier organización científica que publique o apoye investigaciones consistentes con la “información oficial” tiene que formar parte de la conspiración. En el caso de la COVID-19, esto incluye a la Organización Mundial de la Salud (OMS), al Centro para la Prevención y Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) o a la Administración de Alimentos y Drogas de los Estados Unidos – en fin, cualquier persona o grupo que efectivamente sepa algo sobre ciencia tiene que formar parte de la conspiración.
Una teoría conspirativa asume que los conspiradores tienen motivos viles. En “Plandemic” la maldad no tiene límites. El video sugiere que los científicos, incluido el médico Anthony Fauci, planearon la pandemia de la COVID-19 en una trama que incluye matar a cientos de miles de personas para así obtener millones de dólares en ganancias.
Los teóricos conspirativos pueden eventualmente abandonar ciertas ideas si éstas se vuelven insostenibles. Pero estas revisiones no alcanzan para contrarrestar la conclusión general de que “algo debe estar mal” y que la información oficial se basa en el engaño.
Cuando se le consultó al autor de “Plandemic”, Mikki Willis, si realmente creía que la COVID-19 fue creada intencionalmente para generar ganancias, respondió: “En verdad, no lo sé, no sé si es algo que ocurrió naturalmente o de forma intencional. No tengo idea”.
Willis no tiene idea. Lo único que sabe con certeza es que algo debe estar mal: “Es demasiado sospechoso”.
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Los teóricos conspirativos piensan que ellos son víctimas de una persecución organizada. “Plandemic” lo expande al nivel de presentar a toda la población mundial como víctimas de un enorme engaño, divulgado por los medios y hasta por nosotros mismos como cómplices involuntarios.
Al mismo tiempo, los teóricos conspirativos se ven a sí mismos como valientes héroes combatiendo a los malvados conspiradores.
La razón que hace tan difícil cambiar la opinión de un teórico conspirativo es que sus teorías se cierran sobre sí mismas. Hasta la falta de evidencia se transforma en evidencia: que no haya pruebas de la conspiración no es más que la prueba de que los conspiradores hicieron un gran trabajo.
Los teóricos conspirativos ven patrones en todos lados, para ellos basta simplemente con “unir los puntos”. Los hechos aleatorios se reinterpretan como productos de la conspiración y son incluidos en una trama mayor. Y se atribuyen significados siniestros a toda conexión.
Por ejemplo, el video “Plandemic” dice de forma sugerente que fondos de los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos fueron a parar al Instituto de Virología de Wuhan, China. Esto a pesar de que este laboratorio es sólo uno de muchos colaboradores internacionales inmersos en un proyecto que busca examinar el riesgo a futuro de virus provenientes del mundo animal.
Conocer los rasgos que hacen al pensamiento conspirativo puede ayudarnos a reconocer y rechazar las teorías conspirativas.
En nuestro libro, Conspiracy Theory Handbook, podrán encontrar diversas estrategias para responder a las teorías conspirativas.Una alternativa es “vacunarse” a uno mismo y a nuestras redes sociales identificando y señalando las características del pensamiento conspirativo. El antídoto para el pensamiento conspirativo es el pensamiento crítico que supone un sano escepticismo en relación con los informes oficiales y, al mismo tiempo, analizar cuidadosamente la evidencia disponible.
Entender y develar las técnicas de los teóricos conspirativos es clave para inmunizarse uno mismo e inmunizar a otros contra el engaño, especialmente en los momentos en que somos más vulnerables, o sea, en tiempos de crisis e incertidumbre.
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