Cómo los países emergentes pueden sobrevivir y prosperar en medio de la rivalidad geopolítica

Indonesia ha utilizado el control sobre las exportaciones de níquel para reforzar su economía. Image: Reuters/Ajeng Dinar Ulfiana
- Las políticas industriales dictadas por razones geopolíticas podrían marginar a las economías emergentes.
- Estas pueden responder controlando sus recursos vitales y fomentando la integración regional para desarrollar una mayor resiliencia.
- Las economías emergentes bien gestionadas podrían ser un amortiguador clave ante las crisis económicas y los desequilibrios causados por las actuales rivalidades geopolíticas.
La competencia global ha pasado fundamentalmente de buscar una optimización del mercado a conseguir una ventaja estratégica geopolítica. Las políticas de competencia tradicionales, diseñadas para garantizar la eficiencia del mercado, igualar las condiciones y mejorar el bienestar de los consumidores, han dado paso a medidas impulsadas por los Estados con el objetivo de garantizar la seguridad nacional y el dominio económico.
Esta transición tiene un costo de 3 billones de dólares para las principales economías. Estados Unidos, la Unión Europea y China han inyectado colectivamente billones de dólares desde 2020 a través de la Ley de Reducción de la Inflación (800 000 millones-1,97 billones de dólares), la Ley CHIPS y Ciencia (280 000 millones de dólares), el Plan Industrial del Pacto Verde de la UE (320 000 millones de euros) y las subvenciones sectoriales estratégicas de China (375 000 millones de dólares solo en 2023).
La trayectoria actual de competencia geopolítica impulsada por subsidios industriales crea ineficiencias sistemáticas, al tiempo que, paradójicamente, fortalece a los mercados emergentes y las economías en desarrollo (EMDE).
De ello se desprenden tres conclusiones fundamentales:
- Las economías emergentes y en desarrollo, a pesar de ser tomadoras de políticas, están demostrando una mayor resiliencia económica que las economías avanzadas que impulsan la competencia subvencionada. Pero esta distorsión impulsada por el Estado tiene un costo para muchos, ya que distorsiona la asignación de capital y conduce a desequilibrios a largo plazo.
- Las iniciativas de integración regional ofrecen un rayo de esperanza, dado el tamaño considerable de muchos mercados emergentes; sin embargo, los patrones comerciales que se centran en determinados segmentos del mercado y excluyen a otros generan ineficiencias a largo plazo. Si los mercados no aprovechan todas las ventajas competitivas de la cadena de suministro, el costo aumenta.
- El desafío político para las economías de mercados emergentes y en desarrollo es convertir la resiliencia a corto plazo en competitividad sostenible mediante una mejor asignación del capital, innovación y una gobernanza fiscal coordinada.
La competencia impulsada por factores geopolíticos plantea desafíos sin precedentes para las economías de mercado emergentes. Para las economías en desarrollo, el aumento de subsidios anticompetitivos en los Estados Unidos, la Unión Europea y China podría desviar los flujos de inversión mundiales, lo que aumentaría los temores de desindustrialización y marginación tecnológica.
Las desigualdades en capacidad fiscal y el acceso limitado a los mercados de capital a largo plazo limitan las posibilidades de las economías en desarrollo para implementar medidas de apoyo industrial comparables, lo que agrava las asimetrías competitivas.
Para demostrar los efectos de distorsión del mercado de estas políticas industriales impulsadas por la geopolítica, la industria china de semiconductores recibió 2820 millones de dólares en subsidios durante 2023, lo que permitió apoyar a empresas como BYD, que obtuvo 1600 millones de dólares en subsidios para la compra de vehículos eléctricos. El sector de los vehículos eléctricos de Estados Unidos se benefició de subvenciones en 2008 y, de nuevo, en virtud de la Ley de Reducción de la Inflación de 2022. La Unión Europea subvenciona los vehículos eléctricos desde 2021 y aplica impuestos al carbono importado al bloque a través del Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono, lo que encarece las importaciones relacionadas con el acero y las hace menos atractivas.
Estas medidas unilaterales plantean desafíos directos a los países en desarrollo, pues erosionan la competitivdad de las exportaciones y limitan el progreso industrial. Según el economista Raghuram Rajan, la competencia basada en subsidios ha elevado los costos de capital para las economías de mercados emergentes en general, ya que estas deben pagar una prima adicional para atraer a los inversionistas. El endurecimiento de las condiciones financieras mundiales agrava este riesgo, pues limita el espacio fiscal de muchas economías de mercados emergentes y en desarrollo y aumenta la carga del servicio de la deuda.
Control a través de los recursos
Sin embargo, paradójicamente, la actual contienda geopolítica también podría dar lugar a un fortalecimiento de las economías emergentes y en desarrollo, lo que les ayudaría a reforzar su resiliencia para cuando los mercados rechacen las ineficiencias acumuladas y comiencen a corregirlas. Las economías ricas en minerales críticos han aplicado las medidas económicas correspondientes, aumentando la propiedad estatal, los impuestos y las restricciones a la exportación para exigir la adición de valor local en medio de la competencia impulsada por la geoseguridad.
Más de 18 países han reestructurado la legislación minera para obtener más valor de los recursos minerales críticos mediante la imposición de prohibiciones a la exportación. Las prohibiciones a la exportación de níquel de Indonesia generaron 25 000 millones de dólares en inversiones en las fases posteriores de la cadena de valor, por ejemplo. Mientras tanto, los mercados emergentes obtuvieron 220 300 millones de dólares en crecimiento comercial intrarregional entre 2022 y 2023, y solo Vietnam atrajo 38 230 millones de dólares en compromisos de inversión extranjera directa en 2024.
Para mantener estos avances se requiere estabilidad institucional, entornos normativos predecibles e inversión en capital humano, a fin de evitar una "carrera a la baja" en la competencia por las cadenas de suministro mundiales.
La unión hace la fuerza
Para los países en desarrollo, profundizar los mercados regionales y acercar la normativa son imperativos estratégicos para crear poder de negociación colectiva y resiliencia frente a las distorsiones globales provocadas por los subsidios. Siguiendo el ejemplo de la Unión Europea, los esfuerzos de integración regional se están acelerando a nivel mundial.
La Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA), el bloque comercial más grande del mundo por número de países participantes, con 1300 millones de personas y un PIB de 3,4 billones de dólares, es el plan de crecimiento del continente. El comercio entre países africanos alcanzó los 220 000 millones de dólares por primera vez en 2024. Mientras tanto, la economía de la ASEAN, con un valor de 3,98 billones de dólares, sigue profundizando su integración, beneficiándose de los avances en conectividad digital.
Pero la experiencia europea demuestra que la integración de los mercados por sí sola no es suficiente. Un año después de la entrada en vigor del mercado único europeo en 1993, Estados Unidos creó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), su propia zona de libre comercio. El tamaño del mercado de la UE y del TLCAN era de 7,2 billones y 8 billones de dólares, respectivamente, en 1993; en 2024, el de la UE había aumentado hasta los 19,4 billones, mientras que el del T-MEC (nuevo TLCAN) había aumentado hasta los 33,3 billones (más de 1,7 veces más que el anterior).
Para los países en desarrollo, la lección es clara: la escala y la integración de los mercados son importantes, pero deben ir acompañadas de innovación y valor agregado, en lugar de dependencia de las materias primas.
La crisis financiera de 2008 puso de manifiesto las limitaciones estructurales, con un crecimiento medio del PIB de la zona euro de solo el 1,1% anual en las últimas dos décadas. El informe de competitividad de Mario Draghi para la UE de 2024 identifica tres deficiencias críticas: el déficit de innovación con respecto a Estados Unidos y China; la fragmentación de los mercados de capitales, que limita el despliegue de capital de riesgo; y la excesiva complejidad normativa, que frena el avance tecnológico. Estas mismas brechas estructurales —ecosistemas de innovación débiles, mercados de capital poco profundos y regulación fragmentada— siguen siendo aún más agudas en la mayoría de las economías emergentes y en desarrollo, lo que amplifica su vulnerabilidad a las crisis externas.
El informe Draghi contempla una era de intensa competencia geopolítica. Los países en desarrollo deben enfrentarse de manera similar a cómo conciliar las ambiciones de libre comercio con la necesidad de autonomía estratégica y una industrialización alineada con el clima.
La pregunta fundamental es si la distorsión masiva en la distribución de los recursos debido a la competencia geopolítica provocará correcciones del mercado antes de lo previsto. Si las economías emergentes pueden actuar como fuerzas estabilizadoras mediante una mayor eficiencia de capital y una dinámica de mercado competitiva, podrían evitar caídas repentinas de la economía global y obtener ganancias desproporcionadas, pero solo durante un tiempo.
Para prosperar, los países en desarrollo deben fortalecer sus sistemas financieros nacionales, invertir en capacidades industriales resilientes y salvaguardar su espacio político dentro de las arquitecturas comerciales y financieras mundiales.
En lugar de las actuales rivalidades geopolíticas, debe haber suficientes fuerzas competitivas en el mercado para impulsar la economía de vuelta a la antigua normalidad de mercados eficientes. Para los países en desarrollo, la prioridad estratégica es equilibrar una mayor apertura con la resiliencia, aprovechando la integración, la innovación y la fortaleza institucional para garantizar que esta era de competencia geopolítica se convierta en un catalizador para el desarrollo inclusivo, y no en otra década perdida.
Los autores son miembros del Global Future Council on Business of Economic Growth del Foro Económico Mundial. Obtenga más información sobre la Iniciativa sobre el Futuro del Crecimiento aquí.
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