Más allá de la eficiencia: Cómo forjar alianzas humano-IA para crear resiliencia y valor a largo plazo

Un uso juicioso de la IA mejorará las capacidades humanas para generar valor a largo plazo. Image: Getty Images/iStockphoto
- La IA es mucho más valiosa para las empresas cuando se utiliza para desarrollar la resiliencia a largo plazo aumentando las capacidades humanas.
- La capacidad de esta tecnología para multiplicar la productividad en muchos sectores mejora la competitividad económica y fomenta una fuerza laboral tecnológicamente adaptable.
- La IA también puede actuar como un repositorio de conocimiento vivo dentro de las organizaciones, dando a los trabajadores acceso a niveles profundos de experiencia institucional.
El debate sobre IA a menudo gira en torno al mismo punto: ¿las máquinas reemplazarán a los trabajadores o no? Pero la realidad es más complicada. Cada ola tecnológica ha transformado los empleos, pero rara vez ha eliminado el valor humano. La IA no es diferente. La verdadera pregunta para los líderes es si deben implementarla para obtener ahorros a corto plazo o resiliencia a largo plazo. La eficiencia genera ganancias trimestrales. La resiliencia genera organizaciones que perduran.
La mayoría de los ejecutivos adoptan la IA por los altos costos laborales, la exigencia de objetivos de eficiencia y la impaciencia de los accionistas. Esa presión es real. Pero los líderes que persiguen la eficiencia y el aumento de la productividad sin invertir en la adaptabilidad humana terminan con sistemas frágiles y equipos desgastados. El enfoque más valioso es tratar a la IA como una aliada que genera resiliencia al aumentar la capacidad humana y no al desplazarla.
Afrontar las pérdidas de empleo con franqueza
Algunas funciones serán inevitablemente absorbidas por la automatización, y los líderes deben ser francos sobre esa realidad. Negar las pérdidas de empleo daña la confianza. La verdadera prueba del liderazgo es cómo se gestionan las transiciones: mediante reciclaje profesional cuando sea posible, reubicación cuando sea práctico y desvinculaciones justas cuando ninguna de las dos opciones sea realista.
La honestidad no debilita los argumentos a favor de la IA, sino que refuerza su credibilidad. Los empleados están más dispuestos a adoptar nuevas herramientas cuando saben que los líderes no ocultan las verdades incómodas. En el sector minorista, por poner un ejemplo, la automatización de las cajas redujo algunas funciones, pero creó otras nuevas en el ámbito del merchandising digital. En los servicios financieros, la suscripción mediante IA redujo las tareas repetitivas, pero aumentó la necesidad de especialistas que puedan validar y contextualizar los modelos. En la educación, los tutores de IA ahora proporcionan comentarios inmediatos, lo que permite a los maestros dedicarse a tareas más profundas relacionadas con el pensamiento crítico y la tutoría.
Las organizaciones que gestionan las transiciones de forma responsable conservan la confianza mientras preparan a su fuerza laboral para los puestos de trabajo que cobrarán mayor importancia. Pero la adaptación de las funciones es solo la mitad de la historia; el verdadero poder surge cuando la IA amplifica la capacidad humana.
La IA como multiplicador de fuerzas
Cuando se introduce de forma ponderada, la IA amplifica la capacidad humana. En el ámbito jurídico, la IA analiza la jurisprudencia y revisa borradores, lo que permite a los abogados dedicar más tiempo a la estrategia. En la manufactura, inspecciona miles de vehículos al día y detecta defectos en tiempo real. En la respuesta ante catástrofes, analiza imágenes satelitales para orientar la logística de las operaciones de socorro. Incluso en la administración pública, ayuda a los equipos políticos a encontrar rápidamente precedentes para que puedan centrarse en las soluciones, y no en la investigación.
A nivel macro, este cambio tiene profundas implicaciones para la competitividad económica. Los países y regiones que fomenten la colaboración entre humanos y IA desarrollarán una fuerza laboral capaz de adaptarse al cambio tecnológico, al tiempo que preservan la capacidad de juicio y la creatividad humanas. Aquellos que se centren exclusivamente en la reducción de puestos de trabajo corren el riesgo de crear sistemas rígidos que no son capaces de responder a las disrupciones. La pandemia de COVID-19 ha demostrado cómo pueden cambiar rápidamente las condiciones. Las organizaciones resilientes necesitan tanto capacidad tecnológica como adaptabilidad humana.
La IA también mejora la colaboración. En contextos de equipo, proporciona una base compartida de datos, ofrece información de fondo al instante y ancla las conversaciones en la realidad. En las sesiones de brainstorming, los agentes de IA capturan ideas, comparan las ideas con los datos y animan a las voces más discretas a contribuir. En sectores regulados, como la salud y las finanzas, estos agentes garantizan que todos los participantes en una decisión tengan acceso al mismo historial de cumplimiento y a los mismos puntos de referencia.
El conocimiento como un sistema vivo
Un uso ignorado pero poderoso de la IA es la preservación del conocimiento institucional. Todas las organizaciones conocen el dolor de perder experiencia cuando los empleados se van. Los agentes de IA pueden actuar como archivos vivos, evitando que décadas de prácticas, protocolos y lecciones se pierdan con la rotación de personal.
En la investigación farmacéutica, por ejemplo, los agentes pueden conservar los historiales de los ensayos y las interacciones con los reguladores, lo que ayuda a los científicos más jóvenes a comprender qué funcionó, qué falló y por qué. En las empresas de consultoría, conservan las metodologías y los conocimientos sobre los clientes en todos los proyectos, de modo que los equipos no se vean obligados a reconstruir desde cero los marcos analíticos para cada proyecto. En las operaciones de hostelería, realizan un seguimiento de los patrones de interacción de los clientes y las tendencias estacionales, lo que ayuda a los nuevos gerentes a comprender qué factor impulsa la actividad en sus mercados. La preservación del conocimiento garantiza la continuidad y la cultura de la empresa, lo que proporciona resiliencia a las organizaciones cuando los equipos sufren cambios.
Aplicar la IA de forma adecuada exige nuevos enfoques para el desarrollo del talento. Las organizaciones que prosperen serán aquellas que identifiquen a los empleados capaces de tender puentes entre la visión humana y la capacidad de la IA, y que inviertan en programas de formación que desarrollen estas habilidades híbridas. Los trabajadores que tengan éxito serán aquellos que puedan interpretar los resultados de la IA, proporcionar el contexto que los algoritmos no tienen en cuenta y tomar decisiones cuando los datos por sí solos resulten insuficientes. No se trata solo de formación técnica, sino que requiere acceptar la ambigüedad, tener habilidad para resolver problemas de forma colaborativa y ser capaz de mantener el juicio humano sin dejar de aprovechar la inteligencia artificial.
Resiliencia por encima de la retórica
No todas las implementaciones tienen éxito. Los empleados pueden desconfiar de las sugerencias automatizadas o sentirse monitoreados. Los errores técnicos pueden minar la confianza. La integración de nuevos sistemas en los flujos de trabajo existentes casi siempre lleva más tiempo del previsto. Los líderes deben considerar las primeras implementaciones como experimentos, no como productos acabados. Deben empezar poco a poco, comunicar claramente lo que están probando e involucrar a los empleados en la configuración del funcionamiento de los agentes de IA. El éxito llegará cuando los empleados se den cuenta de que la tecnología potencia genuinamente su trabajo.
¿Qué está haciendo el Foro Económico Mundial en el ámbito de la cuarta revolución industrial?
Cuando los seres humanos y la IA colaboran de manera eficaz, los empleados se convierten en operadores estratégicos en lugar de ejecutores de tareas, utilizando los agentes para ampliar sus capacidades. Los mejores profesionales esperarán lugares de trabajo en los que la IA amplifique su impacto, en lugar de monitorear su productividad.
Las empresas que tratan a la IA como una herramienta para reducir el costo pierden los beneficios completos tanto de sus trabajadores humanos como digitales. Las que prosperan utilizan la IA para ampliar la capacidad humana, preservar el conocimiento institucional y adaptarse bajo presión. En última instancia, la resiliencia es la verdadera ventaja competitiva.
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