Opinión
Salud y sistemas de salud

La soberanía sanitaria crea resiliencia en un mundo volátil – estos 3 países trabajan para lograrla

Una unidad de cuidados intensivos en Porto Alegre, Brasil, un país con un compromiso de larga data con su sistema de salud.

Brasil se encuentra entre las economías líderes en soberanía sanitaria.

Image: Reuters/Diego Vara

Daniel Mahadzir
Innovation Fellow, SingHealth Duke-NUS Global Health Institute
Natasha Tai
Education Associate, SingHealth Duke-NUS Global Health Institute
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  • Países de todo el mundo tienen la oportunidad de buscar una mayor autosuficiencia en la atención sanitaria.
  • Cuba, Brasil y Tailandia muestran diferentes enfoques de la soberanía sanitaria.
  • Se puede implementar un enfoque de cuatro cuadrantes para evolucionar hacia una mayor autosuficiencia en salud.

Los cambios que se están produciendo en Estados Unidos representan un cambio sísmico en la gobernanza mundial de la salud, con políticas que buscan remodelar las relaciones internacionales, los mecanismos de financiación y las prioridades políticas.

El retroceso del compromiso multilateral, el mayor énfasis en los intereses nacionales y los recortes drásticos en la ayuda exterior están obligando a muchos países de ingreso mediano bajo a reevaluar sus estrategias sanitarias a largo plazo.

Mientras el mundo aún se recupera de la crisis de la COVID-19, los temblores políticos en el Norte Global, así como sus efectos en cadena en el Sur, plantean una vez más cuestiones urgentes. La pandemia allanó el camino hacia una mayor autosuficiencia, ya que varios países aceleraron su capacidad de preparación ante pandemias y evaluaron sus cadenas de suministro. Ahora, el cambio de prioridades en la Casa Blanca renueva la urgencia en este sentido.

Históricamente el mayor contribuyente a la salud mundial, la salida de EE. UU. de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no solo debilita la capacidad de respuesta colectiva a los desafíos de salud globales, sino que también señala un retroceso más amplio de la responsabilidad internacional compartida. Aunque su intención es priorizar los intereses nacionales, este cambio puede socavar inadvertidamente la confianza, la cooperación y los recursos compartidos que se necesitan para gestionar las amenazas sanitarias transnacionales. El vacío resultante a raíz de estas disrupciones invita a las naciones a reevaluar su dependencia del apoyo externo y a tomar medidas decisivas hacia una mayor autosuficiencia: una búsqueda conocida como soberanía sanitaria.

Focos de soberanía sanitaria

Varias naciones son ejemplos de soberanía sanitaria. Sus experiencias ofrecen valiosas ideas sobre cómo se pueden establecer sistemas de salud eficaces y robustos incluso con recursos limitados y presiones externas:

Cuba

El sistema de salud de Cuba es reconocido mundialmente por su énfasis en la atención preventiva, los servicios comunitarios y una fuerza laboral de salud altamente capacitada. A pesar de las limitaciones económicas de la isla y de contar con una asistencia oficial para el desarrollo (AOD) limitada, Cuba ha logrado resultados sanitarios notables y un modelo de atención sanitaria accesible para todos. En 2021, el gasto público en salud representó el 13,79% del producto interior bruto (PIB) de Cuba, por encima de la media de la región. Este enfoque ha permitido al país mantener una alta esperanza de vida (aproximadamente 78,9 años en 2021) y bajas tasas de mortalidad infantil (históricamente, de cuatro a cinco por cada 1000 nacidos vivos), cifras que son comparables a las de países de ingreso alto. Al mismo tiempo, Cuba se esfuerza por lograr una asignación eficiente de los fondos estatales destinados a la salud. La experiencia de Cuba demuestra que un fuerte compromiso con la atención preventiva, las inversiones en capital humano y la asignación eficiente de recursos pueden contribuir a la soberanía sanitaria, incluso en condiciones económicas difíciles.

Brasil

El Sistema Unificado de Salud (SUS) de Brasil representa uno de los sistemas de salud pública más grandes del mundo, proporcionando atención integral a más de 200 millones de sus 216 millones de habitantes. Al integrar los servicios de salud en varios niveles de gobierno e invertir en la producción farmacéutica nacional, Brasil ha tratado de reducir su dependencia de proveedores externos y de alinear las políticas de salud con las necesidades nacionales. El SUS fue pionero en los principios de inclusión social y equidad sanitaria, destinando cantidades considerables de su presupuesto a inversiones en salud. En 2021, la nación gastó el 9,89% de su PIB en atención sanitaria, solo un 0,28% más que su gasto anterior a la pandemia. Este aumento mínimo sugiere que las inversiones de Brasil en salud se han mantenido relativamente estables, lo que refleja un compromiso preexistente con la cobertura sanitaria universal (CSU) a través del SUS, en lugar de aumentos repentinos del gasto durante la pandemia. A pesar de enfrentarse a turbulentos desafíos económicos y políticos, el modelo del SUS ofrece un ejemplo contundente de cómo un país puede afirmar su soberanía sanitaria mediante el compromiso con el acceso universal y la equidad sanitaria.

Tailandia

El camino de Tailandia hacia la soberanía sanitaria se resume en su programa de cobertura sanitaria universal, considerado uno de los más exitosos del mundo en desarrollo. Lanzado a principios de la década de 2000, el programa amplió el acceso a una atención sanitaria de calidad para millones de tailandeses, reduciendo los gastos catastróficos en salud y mejorando la salud general de la población. En 2021, la nación del sudeste asiático gastó el 5,16% de su PIB en atención sanitaria—una cifra significativamente inferior a la de Brasil y Cuba—y, sin embargo, logró una cobertura médica de más del 98% de su población. Esto demuestra que la soberanía sanitaria no está únicamente condicionada por un gasto elevado, sino que se beneficia enormemente de un diseño de sistema rentable. Aunque Tailandia ha recibido financiación oficial para el desarrollo (FOD) en áreas como el gobierno y la sociedad civil, la energía y el transporte, su dependencia de la ayuda exterior a través de AOD para la salud ha sido mínima. El modelo tailandés ilustra el potencial de un sistema sanitario bien diseñado y financiado con fondos públicos para ofrecer una atención equitativa y al mismo tiempo afirmar el control nacional sobre las prioridades sanitarias y posicionar al país como líder en cobertura sanitaria universal.

¿Cómo pueden los países lograr la soberanía sanitaria?

Las experiencias de Cuba, Tailandia y Brasil nos dan una idea de cómo las naciones pueden reevaluar su sistema de salud para lograr un mayor grado de soberanía. Cada uno de los cuatro cuadrantes que se muestran en la infografía siguiente es valioso por sí mismo, pero juntos son transformadores:

Cuatro cuadrantes clave que contribuyen a lograr la soberanía sanitaria.
Cuatro cuadrantes clave que contribuyen a lograr la soberanía sanitaria. Image: Ian Chew

1. Fortalecer la infraestructura de atención primaria

Un sistema sólido de atención primaria es la columna vertebral de la soberanía sanitaria, garantizando que la prevención siga ocupando un lugar central en la salud pública. Invertir en clínicas locales de atención primaria, formación de trabajadores de salud comunitarios y medicamentos esenciales alivia la presión de sistemas de salud terciarios costosos, impulsando a las naciones hacia la cobertura sanitaria universal. Cuba, Tailandia y Brasil son ejemplos de sistemas sólidos de atención primaria que abordan las necesidades de salud de la población, reducen los gastos catastróficos en salud y disminuyen la dependencia de la ayuda externa.

2. Promover una gobernanza descentralizada e inclusiva

El enfoque de la gobernanza sanitaria descentralizada e inclusiva hace hincapié en la participación de toda la sociedad en la toma de decisiones. La descentralización garantiza que las soluciones se adapten a las necesidades de salud de la población, y no solo a las prioridades estatales. Al acercar el poder de decisión a las poblaciones locales, los sistemas de salud aumentan su eficiencia y capacidad de respuesta en tiempos de crisis. La descentralización de la gobernanza sanitaria fomenta la rendición de cuentas, la equidad y la representación de los grupos desfavorecidos, reforzando así los cimientos de la soberanía sanitaria.

3. Fomentar la innovación y la investigación a nivel regional

La colaboración regional en innovación e investigación cambia las reglas del juego para la autosuficiencia en el Sur Global. Las inversiones en iniciativas de investigación conjuntas, soluciones sanitarias innovadoras y adquisición conjunta de vacunas y medicamentos reducen la dependencia de los proveedores externos. Los casos innovadores de éxito de las redes regionales de vigilancia de enfermedades en la ASEAN ponen de manifiesto cómo el fortalecimiento de las alianzas regionales mejora la soberanía sanitaria.

4. Garantizar una financiación sostenible y equitativa

Contar con financiación y asignación de recursos sostenibles, equitativas y económicas es esencial para lograr la soberanía sanitaria. Incluso con recursos limitados, los países de ingreso mediano bajo pueden movilizar las economías locales, diseñar estrategias fiscales y crear alianzas público-privadas equitativas. Los países que dependen de AOD pueden crear estrategias de salida, garantizando que los fondos de ayuda se utilicen para fortalecer la independencia a largo plazo. La protección social, el seguro médico y la transparencia en la gestión de las finanzas públicas son algunas de las estrategias que pueden ayudar a proteger a la población de gastos sanitarios catastróficos. Dependiendo de los contextos culturales y económicos únicos de cada nación, se pueden emplear diferentes estrategias para configurar una financiación sostenible para alcanzar la soberanía sanitaria.

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La gobernanza global de la salud está experimentando un cambio evolutivo, caracterizado por un mayor impulso para perseguir la soberanía sanitaria al mismo tiempo que la cooperación global en materia de salud. El enfoque en una atención primaria sólida, una gobernanza inclusiva, una investigación e innovación robustas y una financiación sostenible canalizará a las naciones hacia una mayor soberanía sanitaria, todo ello en equilibrio entre la capacidad local y la colaboración global.

La soberanía sanitaria tiene que ver con el empoderamiento y la resiliencia: garantizar que cada nación pueda satisfacer las necesidades de salud de su población sin depender demasiado de actores externos. La soberanía sanitaria no es un llamamiento a desvincularse de los esfuerzos sanitarios mundiales, sino a la creación de un orden sanitario mundial más equitativo, que respete la autonomía nacional y fomente la cooperación para abordar los desafíos comunes, en un mundo en constante cambio y cada vez más globalizado.

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