3 megatendencias que configurarán el futuro de la salud

Si queremos entender cómo será nuestro mundo en los próximos años y décadas, y prepararnos para ese futuro, tenemos que fijarnos en las megatendencias que configuran actualmente la sociedad.

Tres de ellas tienen un potencial extraordinario para transformar la salud tal y como la conocemos: el rápido envejecimiento de la población, la creciente urbanización y el vertiginoso ritmo de la transformación tecnológica.

Las tres traerán consigo oportunidades y retos para nuestros sistemas sanitarios. Sin embargo, si las consideramos conjuntamente, podemos aprovechar las oportunidades de una tendencia para resolver los retos de la otra.

Dados los progresos que ya hemos realizado, soy optimista en cuanto a que podemos – y conseguiremos – llegar a este momento.

Consideremos la importancia del rápido envejecimiento de la población. La esperanza de vida mundial ha pasado de 34 años en 1913 a 72 años en 2022, y seguirá aumentando.

Aunque todos podemos sentirnos alentados por la perspectiva de disponer de más tiempo para disfrutar con la familia y los amigos, y de vidas más largas llenas de sentido y propósito, también debemos reconocer el aumento concomitante de los problemas de salud.

El envejecimiento aumenta el riesgo de enfermedades crónicas. Casi el 80% de los adultos mayores de 65 años tienen al menos una enfermedad crónica.

Además, a medida que las personas viven más, surgen nuevas enfermedades que no existían o eran menos importantes. Esto crea nuevos e importantes retos en materia de salud que requieren considerables innovaciones médicas.

Debemos encontrar nuevas formas de atender a un número creciente de pacientes de edad avanzada sin sobrecargar nuestros sistemas sanitarios, que ya están sobrecargados.

El mundo envejece, pero también se urbaniza. Los habitantes de las ciudades representan más del 56% de la población mundial – porcentaje que aumentará en 2050, cuando casi siete de cada diez personas vivirán en ciudades.

Aunque vivir en grandes ciudades, con infraestructuras fiables, facilitará que algunas personas reciban medicamentos y atención, este crecimiento acelerado de la población también podría imponer exigencias insostenibles a nuestros sistemas sanitarios urbanos.

Estos retos son formidables, pero vivimos en una época en la que las nuevas tecnologías avanzan a un ritmo y una escala vertiginosos, brindándonos oportunidades sin precedentes. De hecho, la inteligencia artificial (IA) ya está acelerando el descubrimiento y el diseño de posibles fármacos.

El aprendizaje automático puede ayudar a identificar proteínas o vías específicas de una determinada enfermedad y predecir qué compuestos químicos tienen más probabilidades de atacar eficazmente esas dianas. Los nuevos medicamentos pueden combatir mejor algunas mutaciones celulares y reducir al mínimo los efectos secundarios, lo que es importante para las personas mayores con sistemas inmunitarios debilitados y múltiples enfermedades.

Estas capacidades se están produciendo junto con descubrimientos científicos asombrosos y están impulsando la innovación médica como nunca antes.

En el ámbito específico del cáncer, estamos asistiendo a éxitos espectaculares.

Las nuevas tecnologías, como los anticuerpos conjugados a fármacos, administran un potente medicamento contra el cáncer directamente en las células cancerosas, limitando el daño a las células sanas. Dentro de una década, muchas de las quimioterapias de las que dependemos hoy en día darán paso a estos tratamientos más precisos y selectivos.

Se trata de una afirmación audaz, pero el ritmo de los avances la corrobora.

Además de desarrollar medicamentos de nueva generación más rápido que nunca, seguiremos viendo cómo la tecnología mejora la atención médica al poner la salud directamente en manos de los ciudadanos a través de los dispositivos wearables.

La monitorización continua de las constantes vitales, impulsada por la capacidad de la IA para detectar patrones sutiles, puede impulsar la intervención médica temprana para limitar complicaciones graves. Los recordatorios de medicación pueden mejorar la adherencia al tratamiento, especialmente cuando están personalizados por la IA.

Los sensores pueden detectar cambios bruscos de movimiento de los usuarios, como caídas, y enviar alertas a los cuidadores o a los servicios de emergencia. La capacidad de la IA para analizar grandes cantidades de datos en tiempo real puede optimizar la atención, reducir los errores y aliviar la presión sobre sistemas sanitarios saturados, allanando el camino para un futuro más resiliente y eficiente.

También estamos siendo testigos de cómo las nuevas herramientas digitales revolucionan uno de los campos más antiguos de la medicina: las vacunas. Enfoques de vanguardia como el ARNm ya han transformado la velocidad y precisión de la creación de vacunas, permitiendo respuestas rápidas a patógenos emergentes.

Los avances en la formulación de vacunas, incluidas las tecnologías de nanopartículas, allanan el camino para las vacunas multipatógenas que protegen contra múltiples enfermedades en una sola inyección, mejorando la conveniencia y la cobertura. Las plataformas digitales pueden ayudarnos a optimizar la distribución de vacunas, hacer un seguimiento de la cobertura y enviar recordatorios para mejorar las tasas de inmunización en las zonas urbanas.

La sociedad se está transformando rápidamente.

La urbanización y el envejecimiento de la población tendrán repercusiones de gran alcance. El camino a seguir consiste en aprovechar las sinergias entre ciencia y tecnología para satisfacer las necesidades de nuestra sociedad futura.

Las soluciones que ya hemos visto en los wearables y los fármacos dirigidos son el resultado de una colaboración interdisciplinar. Todo el sector de las ciencias de la vida, así como gobiernos, organizaciones y universidades, deben colaborar con las startups tecnológicas y los líderes de la industria.

Debemos derribar los silos de información, dar prioridad a la seguridad de los datos y abordar las desigualdades que obstaculizan una colaboración eficaz.

Los gobiernos deben invertir en infraestructuras y políticas que mejoren la salud. Las empresas deben seguir invirtiendo en innovación y, al mismo tiempo, comprometerse con la transparencia y el uso responsable de los datos. Todos debemos colaborar para resolver los problemas de acceso y escalabilidad.

Los retos que plantean estas megatendencias son inmensos, pero también lo es nuestra capacidad de ingenio y colaboración.

Este es el momento de demostrar la fuerza de nuestro optimismo para transformar la salud de las generaciones venideras.