Financiar la adaptación al clima: ¿Cuáles son los obstáculos para el sector privado?
Para que el mundo se adapte al cambio climático, es necesario financiar la adaptación. Image: Dibakar Roy/Unsplash
- Hay una lacuna significativa entre la cantidad de financiación disponible para la adaptación al clima y lo que se necesita; esta debe multiplicarse por cuatro para atender a las necesidades de los países en desarrollo.
- Aunque crece en términos reales, la financiación para la adaptación ha caído como porcentaje de la financiación total hacia objetivos de sostenibilidad y las sumas aportadas por el sector privado son modestas.
- Existen obstáculos para aumentar la financiación privada, pero, si se superan, hay un enorme potencial de impulsarla con herramientas y productos innovadores como canjes de deuda por impacto y financiación mixta.
La adaptación al cambio climático es un elemento fundamental del Acuerdo de París, pero está insuficientemente financiada. En la actualidad, la mayor parte de los recursos proceden del sector público, mientras que los inversores institucionales y bancos comerciales representan menos del 3%.
La cantidad de financiación necesaria es sustancial y la brecha entre lo que está disponible y lo que se necesita representa una oportunidad enorme para inversores institucionales y bancos comerciales. Según el Global Center on Adaptation y la Climate Policy Initiative, a pesar de haber crecido, la financiación para la adaptación climática ha caído como porcentaje de la financiación climática global. Según estas organizaciones, los países en desarrollo necesitan que los flujos de financiación para la adaptación se multipliquen por cuatro. Del mismo modo, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente calcula que el déficit anual de financiación para los países en desarrollo alcanza entre 187 000 y 359 000 millones de dólares en esta década.
Hay un enorme margen para ampliar el papel del sector privado, por lo que movilizar la financiación privada para la adaptación siguió siendo un tema central en la COP29.
¿Qué es financiación para la adaptación?
La financiación para la adaptación consiste en destinar recursos para ayudar a las personas, empresas y países a adaptarse a los efectos del cambio climático. La creación de resiliencia climática está estrechamente relacionada con la adaptación: esta trata de reducir los riesgos que plantea el cambio climático al tiempo que busca posicionar mejor la infraestructura y los sistemas de cara al futuro.
Ejemplos de proyectos de adaptación son la reubicación de infraestructuras fuera de las zonas susceptibles de inundación; el suministro de semillas resistentes a la sequía en la agricultura; y la mejora de la gestión del agua en zonas propensas a la sequía. La adaptación al cambio climático está incluida entre los seis objetivos del Reglamento de Taxonomía ambiental de la UE y, según sus criterios técnicos de selección, algunas actividades económicas también pueden contribuir sustancialmente a la adaptación al cambio climático (por ejemplo, la instalación de tecnologías de energías renovables).
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Obstáculos para el sector privado
Sin embargo, existen varias barreras a la financiación privada:
1. La falta de un lenguaje de mercado común, de definiciones estandarizadas y de un marco de clasificación, según se explica en los informes del sector. En comparación con la financiación para la transición, que ya cuenta con estructuras para identificar actividades y ayudar a fundamentar la toma de decisiones, el mundo de la financiación para la adaptación es más incipiente. No existen equivalentes de adaptación a los principios de préstamos verdes, aunque éstos puedan aplicarse de forma modificada. El Reglamento de Taxonomía de la UE sí ofrece un marco de clasificación, por lo que, en la medida en que se cumplan las condiciones, la financiación para la adaptación puede considerarse "verde", permitiendo, por ejemplo, el uso de un bono verde de la UE.
2. Hay una carencia de información detallada sobre el riesgo climático relevante para proyectos específicos que puede oscurecer sus beneficios ambientales.
3. Estos retos se ven agravados por dificultades en torno a la divulgación e intercambio de información. Estas dificultades se derivan de la confidencialidad de los clientes, la sensibilidad comercial y la protección de datos. Todo esto es importante, ya que el mercado – ya sean prestatarios, prestamistas o asesores – necesita sentirse cómodo con el riesgo de financiación y con la diligencia debida.
4. Otro tema son los plazos relativamente largos, ya que los inversores institucionales y los bancos comerciales necesitan ver un rendimiento en un plazo razonable. Las entidades comerciales necesitan verificar que, además de satisfacer criterios de adaptación, cualquier transacción también tenga sentido en términos financieros.
5. Todo esto puede dificultar la fijación de precio y el cálculo del riesgo y el rendimiento. Los ingresos monetarios reales pueden ser modestos; a veces, gran parte del valor deriva del beneficio de evitar los efectos del cambio climático.
Cerrar la brecha
Para hacer frente a los obstáculos que impiden cerrar la brecha financiera – algunos, más percibidos que reales – es necesaria una serie de medidas, desde un mayor apoyo de los gobiernos y la adopción de enfoques estandarizados, hasta una mayor divulgación y comunicación de información relevante para la financiación de proyectos. Por supuesto, es fundamental comprender mejor las oportunidades y el potencial para lograr un rendimiento comercial. A medida que se desarrolle el mercado y se disponga de más información, debería mejorarse la fijación de precios de las transacciones.
Dos métodos de financiación prometedores para superar estos obstáculos y reducir el déficit de financiación son:
1. Canje de deuda por impacto
En un canje de deuda por impacto, un deudor soberano cuya deuda se negocia con descuento reembolsa la deuda existente mediante una emisión a la par o cercana a la par de un importe nominal inferior y destina un porcentaje del ahorro a financiar proyectos locales de adaptación al clima. Un buen ejemplo es el canje de deuda por naturaleza de Ecuador en 2023, el mayor en valor hasta la fecha. Los bonos soberanos existentes de Ecuador, con un valor nominal de más de 1600 millones de dólares, se canjearon por un préstamo de 656 millones de dólares financiado con los ingresos de un bono vinculado a la conservación marina. Los nuevos bonos se beneficiaron de un seguro de riesgo político y de la garantía de un banco de desarrollo, lo que significa que se emitieron en condiciones más favorables que los bonos existentes de Ecuador, que se negociaban con un descuento sustancial.
A cambio, Ecuador acordó destinar más de 300 millones de dólares de sus "ahorros" a la conservación marina de las Islas Galápagos, un parque nacional y reserva marina. Se trata, por tanto, de un modelo de eficacia probada, pero actualmente depende del apoyo crediticio de bancos multilaterales e instituciones financieras de desarrollo, cuya capacidad es limitada. A medida que se desarrolle el mercado, la financiación privada deberá asumir estas funciones, proporcionando seguros y garantías, lo que potencialmente aumentará el número de transacciones. Con una gestión creativa de la deuda soberana de países en dificultades, los gobiernos pueden destinar los ingresos que de otro modo irían a parar a los acreedores a proyectos de impacto, como la adaptación (además de obtener espacio fiscal para sus presupuestos).
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2. Asociaciones público-privadas
Bajo los auspicios de la ONU, una alianza internacional de instituciones financieras de desarrollo, ARIC, trabaja para aumentar la inversión privada. Su objetivo es acumular know-how, desarrollar reservas de inversiones financiables y apoyar empresas en fase inicial.
Una herramienta específica es la financiación mixta, que "combina financiación pública en condiciones favorables con financiación privada en condiciones no favorables y conocimientos especializados de los sectores público y privado" (ONU, 2015). Al reducir el riesgo de inversión y proveer incentivos, la financiación mixta podría posibilitar la colaboración de la financiación privada con una amplia gama de socios para invertir en proyectos de adaptación, especialmente cuando el rendimiento de la inversión sería inadecuado de otro modo.
El futuro
La clave está en encontrar la voluntad política para asignar recursos – fiinancieros y no financieros – al cambio climático y la adaptación. Los recursos son escasos y el panorama geopolítico incierto. Si bien todavía no se han dejado sentir los impactos más graves, el tiempo es crucial para cerrar la brecha.
James Tanner, Socio, Mercados de Capital Estructurado; Eva-Maria Segur Cabanac, Socia, Corporativo, Jefa de Sostenibilidad FI; Andrew Hedges, Socio, Presidente, Global Climate Change Practice; Richard Powell, Jefe de Conocimiento Legal, Instituciones Financieras; y, Sylvia Mak, Abogada Senior de Conocimiento, Energía & Infraestructura, todos en Baker McKenzie, también contribuyeron a este artículo.
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