Por qué debemos otorgar derechos legales a los bosques para afrontar la crisis climática
Primer plano de una rama de árbol en la selva cubierta de musgo. Image: Daria Rudenko/Unsplash
- La crisis climática subraya la necesidad urgente de pasar del capitalismo extractivista a un modelo sostenible que respete los límites de la naturaleza.
- Gabón es un poderoso ejemplo de gestión forestal responsable: el país ha otorgado a sus bosques derechos irrefutables como personas jurídicas.
- La lucha contra el cambio climático requiere un cambio transformador en el capitalismo hacia una valorización de la naturaleza más allá del beneficio, que promueva una relación más sana con el medio ambiente — como en Gabón.
La crisis climática no da señales de atenuarse. El año 2024 ha registrado nuevos récords de temperatura y será uno de los más calurosos jamás registrados. El mes de junio superó a todos los anteriores y fue el junio más caluroso jamás registrado, con un domo de calor y los consiguientes incendios forestales que destruyeron amplias zonas del sur de Europa. Los paisajes naturales se han transformado en zonas inhóspitas, evidenciando una cruda realidad: el compromiso de frenar el aumento de la temperatura global por debajo de los 2 ºC sigue siendo un objetivo difícil de alcanzar. En medio de esta crisis, los gobiernos están subestimando la gravedad de la situación. Necesitan urgentemente armarse de valor y asignar recursos para evitar un futuro aún más sombrío.
¿Qué está haciendo el Foro Económico Mundial en relación con el cambio climático?
Numerosos factores contribuyen a esta inercia política. Sin embargo, un catalizador fundamental es nuestra incapacidad colectiva para desvincularnos de los ecosistemas industriales existentes. Cuando la primera revolución industrial se extendió por Inglaterra y Europa a finales del siglo XVIII, se sembraron las semillas del capitalismo extractivista. Hoy vivimos las repercusiones de aquellos momentos críticos.
El capitalismo, claro, ha producido un progreso increíble en muchos aspectos. La industrialización y la globalización han impulsado avances en la esperanza de vida, la educación y el bienestar social. Pero, ¿sigue siendo cierta esta narrativa? Por primera vez, el PIB diverge de los índices de bienestar en muchas naciones. Esto pone al descubierto un sistema que no solo provoca su propia desaparición, sino que amenaza a la humanidad y al entorno natural.
Lo alentador es que una alternativa de capitalismo es posible — una que revitalice la relación simbiótica con los ecosistemas naturales. El economista Carl Sauer esboza dos lógicas: la del rendimiento (yield) y del saqueo (booty). La primera encarna una sinergia respetuosa con la abundancia de la naturaleza y sus límites inherentes, mientras que la segunda representa una explotación agresiva basada en las formas más intensivas de capitalismo. La transición del saqueo al rendimiento sigue estando a nuestro alcance.
Pensemos en los bosques, depósitos inestimables de naturaleza. La mentalidad de saqueo sigue rigiendo nuestro enfoque de estos preciosos ecosistemas. En Brasil, la deforestación alcanzó máximos históricos en 2022. Más de 10 millones de hectáreas de bosque desaparecieron anualmente entre 2015 y 2020. ¿Por qué persistir en este patrón destructivo? Desgraciadamente, la destrucción de los bosques es una industria rentable, que aportó más de 1,52 billones de dólares a las economías del mundo en 2015.
Una oportunidad para el cambio: el ejemplo de Gabón
Un análisis reciente realizado con datos de la Estación Espacial Internacional pone de relieve la capacidad de secuestro de carbono de las áreas protegidas, que representan una oportunidad para el cambio. Estos santuarios son más ricos en carbono que las áreas no protegidas, especialmente en Brasil, donde los bosques desaparecen a un ritmo alarmante. Mecanismos como los créditos de carbono solo ofrecen una solución temporal. Necesitamos un cambio de paradigma.
Gabón ha adoptado un enfoque totalmente distinto. Todavía intactos y vibrantes, sus bosques están excluidos del modelo de financiación REDD+ de las Naciones Unidas — un programa destinado a reducir las emisiones derivadas de la deforestación y la degradación de los bosques en los países en desarrollo. Eso quiere decir que no se pueden explotar en absoluto. El ejemplo de gestión forestal responsable de Gabón desafía nuestro paradigma distorsionado, basado en las ganancias y la mentalidad de saqueo. En medio de la creciente deforestación en los países vecinos, los bosques vírgenes de Gabón florecen. ¿No deberíamos recompensar y reproducir este enfoque?
Pero replicar este enfoque en otros lugares requiere un cambio ideológico total de nuestra visión de los bosques. Debemos reformular la relación entre el capitalismo y la vida misma. Está surgiendo un concepto innovador: otorgar personalidad jurídica a los bosques, permitiéndoles actuar como personas jurídicas en el discurso global. Esta noción resuena con el concepto de "Parlamento de las cosas" del filósofo Bruno Latour y el "contrato natural" de Michel Serres. Gabón ofrece sabiduría espiritual a sus bosques. La política gubernamental se armoniza con la naturaleza.
Este planteamiento puede guiarnos hacia un diálogo renovado. Nuestros bosques no son meros recursos, sino representantes que reclaman su voz legítima.
Reimaginar el capitalismo y los derechos de los bosques
Este enfoque no es solo una idea idealista, sino un camino iluminado por los más grandes pensadores de la historia. En un momento en que el capitalismo se enfrenta a una encrucijada existencial, ya es hora de abrazar la sabiduría de la naturaleza. El ejemplo de Gabón es profundo: debemos forjar un capitalismo que comprenda los límites naturales y respete el planeta. La cuestión no es si podemos, sino si queremos.
Frente al cambio climático, el aumento de las desigualdades y un mundo que sigue enfrentado al impacto de la pandemia, la necesidad de reimaginar el capitalismo nunca ha sido tan crucial. Rebecca Henderson, profesora de la Harvard Business School, sostiene que para crear un futuro sostenible y justo debemos fomentar una nueva relación con la naturaleza, transformar los modelos empresariales y cambiar la cultura corporativa.
No se trata solo de hacer lo que es correcto; se trata de construir un mundo que funcione para todos —para todos los habitantes de la Tierra. ¿Estaremos a la altura del desafío y forjaremos un nuevo camino?
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