Ciclovía cumple 50 años. Qué podemos aprender de la iniciativa de calles abiertas de Bogotá
Los residentes de Bogotá participan en la Ciclovía, un evento semanal de calles abiertas. Image: Carlos Pardo
- Este diciembre se cumplen 50 años de Ciclovía, el experimento de Bogotá para abrir sus calles a peatones y ciclistas.
- Cada domingo, más de 100 kilómetros de calles de la ciudad permanecen libres de tráfico vehicular, lo que trae beneficios para la salud pública y acerca a las comunidades.
- ¿Qué puede enseñarnos este movimiento sobre cómo abordar el cambio climático?
La habitabilidad es clave para la calidad de vida en las ciudades de cara al futuro. No es necesario mirar demasiado lejos para ver cómo esto se refleja en las calles.
El domingo 15 de diciembre de 1974, un grupo de residentes de Bogotá, Colombia, probó un experimento: cerraron 5 kilómetros de una importante carretera de la ciudad a los automóviles durante algunas horas. Así nació Ciclovía, también conocida como Calles Abiertas. Desde entonces, se ha convertido en un referente, inspirando a más de 400 ciudades a replicar programas similares.
El concepto es simple, aunque no fácil de implementar en ciudades centradas en los autos: la creación temporal de más de 100 kilómetros de calles libres de vehículos cada domingo y día festivo en una ciudad con casi 9 millones de habitantes, de los cuales 2 millones participan de Ciclovía cada semana.
A medida que nos acercamos al 50º aniversario de Ciclovía, es momento no solo de celebrar, sino también de reflexionar sobre las lecciones aprendidas en las últimas cinco décadas. Este movimiento ha permitido reimaginar la vida urbana y, en los próximos 50 años, podría desempeñar un papel clave en la lucha contra la crisis climática y otros desafíos globales.
Ciclovía es como tener acceso a un laboratorio viviente: una oportunidad para estudiar cómo una ciudad del Sur Global, con desafíos significativos, ha logrado crear un entorno libre de autos, aunque solo sea durante algunas horas cada semana. La pregunta ahora es cómo tomar todos los componentes de ese experimento exitoso y convertirlos en un cambio permanente.
Aquí hay tres lecciones de los últimos 50 años que pueden inspirar la transformación de otras ciudades alrededor del mundo:
1. Hacer la transición hacia una movilidad menos centrada en el automóvil es posible
Como muchas grandes ciudades, Bogotá enfrenta serios problemas de tráfico. Sin embargo, cada domingo, la ciudad se transforma en una red de rutas libres de autos, donde los peatones y ciclistas son la prioridad, seguidos por el transporte público. Los vehículos privados aún pueden circular por la ciudad, pero en rutas restringidas. Esto fomenta que las personas eviten el uso del automóvil, a menos que sea absolutamente necesario.
Experimentar la ciudad en bicicleta o a pie es transformador, y los residentes citan la Ciclovía semanal como lo que los motivó a comenzar a ir al trabajo o a la escuela en bicicleta durante la semana. El programa también ha impulsado a la ciudad a construir infraestructura que respalde el uso diario de la bicicleta, lo que ha resultado en una de las redes de ciclovías más completas de América Latina.
Aunque aún queda mucho por hacer para lograr un cambio masivo hacia la bicicleta como modo principal de transporte, Bogotá se ha posicionado como líder global en movilidad activa. A medida que el programa sigue evolucionando, hay una gran oportunidad para explorar nuevas formas de expandir una cultura ciclista, reducir las emisiones y mostrar posibles caminos para otras ciudades, especialmente en el Sur Global, que enfrentan desafíos similares.
Crear ciudades libres de autos pueda parecer utópico, pero cada vez queda más claro que avanzar en esta dirección es crucial para crear ciudades habitables que maximicen el espacio, los servicios y los recursos de manera efectiva. Desde la implementación de peajes por congestión hasta el establecimiento de zonas de bajas emisiones y la reconsideración del diseño urbano, las ciudades seguirán buscando estrategias que nos ayuden a reducir nuestra dependencia de los automóviles.
2. El espacio público puede fomentar ciudades y ciudadanos saludables
Ciclovía es gestionada por el Departamento de Deportes y Recreación de la ciudad, y su impacto positivo en la salud pública está bien documentado. Más allá de andar en bicicleta, caminar y correr, la ciudad ofrece un programa recreativo con actividades gratuitas para todos a lo largo de toda la ruta. Al utilizar calles, parques y otros espacios públicos, Bogotá demuestra cómo promover estilos de vida saludables.
Además de fomentar el bienestar físico y mental –ofreciendo un escape para quienes a menudo están confinados a pequeños departamentos o dudan en salir debido a la delincuencia y otras preocupaciones–, Ciclovía presenta una imagen ideal de una ciudad saludable.
De hecho, durante varias horas, proporciona un respiro de los humos diarios, el ruido, el tráfico y la constante amenaza de los accidentes viales, un desafío significativo en Bogotá y en el resto del mundo.
3. Las calles pueden conectar a las personas y construir una ciudad cohesionada
Uno de los mayores desafíos, a menudo sorprendente para muchos en el Norte Global, es el tema de la seguridad, que puede obstaculizar significativamente los esfuerzos por mejorar la vida urbana. El miedo al crimen moldea las decisiones cotidianas. Las personas, por ejemplo, pueden ser reacias a andar en bicicleta o utilizar el transporte público.
Está claro que eliminar los autos de las calles por sí solo no resolverá esto. Sin embargo, la Ciclovía de Bogotá ha demostrado que la presencia de más personas en las calles fomenta un sentido de seguridad y un espacio compartido. Existe evidencia de una percepción de mayor seguridad, y el hecho de que personas de diferentes partes de la ciudad puedan viajar libremente a nuevas zonas de la ciudad es testamento del ambiente que se crea, uno que favorece la exploración, algo que normalmente no sería posible.
Las raíces de la descomposición social que conducen al crimen, la violencia, la desconfianza y el antagonismo no se solucionarán de la noche a la mañana, pero crear una oportunidad en la que las personas puedan interactuar y compartir espacio de manera libre y segura es una forma poderosa de crear nuevas narrativas y fomentar sociedades más cohesionadas.
A medida que nuestras ciudades diseñan planes e invierten para volverse más resilientes, Bogotá ofrece un ejemplo contundente de soluciones prácticas y de baja tecnología que aprovechan los recursos existentes, involucran a la comunidad y demuestran que las ciudades menos centradas en el automóvil no sólo son viables, sino también más agradables y beneficiosas para todos.
Únete a nosotros para celebrar esta ocasión especial participando en el foro internacional Ciclovía 50 años: pasado, presente y futuro de las ciudades en la Universidad de los Andes el 12 de diciembre.
También puedes ser parte de la celebración en las calles de Bogotá el 15 de diciembre o unirte a la conversación en línea utilizando el hashtag #Ciclovia50 o #Ciclovia50años.
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