Equilibrar crecimiento y biodiversidad: Por qué necesitamos coherencia política en las soluciones basadas en la naturaleza

Es un dilema recurrente: los aeropuertos son infraestructuras cruciales para ciudades, regiones y economías enteras. A medida que crece el transporte aéreo y aumentan las exigencias de seguridad de los vuelos, la ampliación de los aeropuertos parece inevitable. Sin embargo, los terrenos que rodean los aeródromos suelen albergar ecosistemas vitales. Estas zonas pueden ser lugares donde anidan las aves, hábitats de cría para la vida marina o humedales que desempeñan un papel clave en procesos naturales como la filtración de agua o la protección contra inundaciones.

La biodiversidad suele estar en el centro de este conflicto. La mayoría está de acuerdo en que la biodiversidad, como sistema que sustenta nuestra vida, es esencial, pero está sometida a una inmensa presión por el desarrollo del suelo, la contaminación, la sobreexplotación y actividades similares. Las necesidades inmediatas, como la vivienda, el desarrollo de infraestructuras y la agricultura, suelen provocar la pérdida de biodiversidad y la degradación de los servicios del ecosistema.

Por ejemplo, la expansión urbana convierte los paisajes naturales en ambientes construidos, mientras que la intensificación de la agricultura y la piscicultura puede contaminar las zonas aledañas. Se calcula que el costo mundial de la pérdida de servicios ecosistémicos debida a los cambios en el uso del suelo es de entre 4,3 y 20,2 billones de dólares al año. La disminución de la diversidad genética también tiene efectos profundos, ya que el 70% de los medicamentos contra el cáncer proceden de fuentes naturales o se inspiran en la naturaleza.

Necesitamos soluciones inteligentes para abordar estos conflictos. Unas políticas y leyes coherentes son fundamentales para orientar la toma de decisiones en beneficio de las personas, la naturaleza y las economías.

Más de 150 constituciones nacionales contienen disposiciones para proteger la naturaleza, y casi todos los países han adoptado leyes medioambientales. India, Bolivia, Ecuador y Panamá son algunos de los países con constituciones que otorgan derechos a la naturaleza, mientras que otros, como Nueva Zelanda, cuentan con tales derechos en su legislación nacional.

Pero el mundo está perdiendo biodiversidad más rápido que nunca, debilitando la capacidad de las personas para prosperar. Esta pérdida afecta a nuestras sociedades, economías y a nuestra capacidad para hacer frente a fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones y sequías, que se han quintuplicado en los últimos 50 años. También reduce nuestra capacidad de respuesta al cambio climático.

Sin embargo, invertir en la conservación de la biodiversidad y restaurar los ecosistemas puede abrir oportunidades económicas, mejorar la salud humana y planetaria, reducir el costo de la adaptación al cambio climático y aportar soluciones basadas en la naturaleza a muchos de nuestros desafíos.

No debería caber ninguna duda. Sin embargo, los intereses contrapuestos y la mentalidad a corto plazo nos impiden a menudo aprovechar plenamente las soluciones basadas en la naturaleza, como la creación de espacios verdes para reducir el calor urbano .

Con iniciativas como la campaña "It's Now for Nature" de Business For Nature y el programa TNFD Early Adopters, las empresas están intensificando sus esfuerzos para proteger la biodiversidad. Los gobiernos también están invirtiendo más en biodiversidad y los bancos multilaterales están explorando nuevas formas de financiar proyectos basados en la naturaleza. Sin embargo, la reasignación de subvenciones perjudiciales para la biodiversidad sigue sin abordarse en gran medida.

El Acuerdo de la OMC sobre Subvenciones Pesqueras -adoptado el 17 de junio de 2022- es una excepción prometedora. Prohíbe, entre otras cosas, las subvenciones que contribuyan a la sobrepesca. Aunque los países han tardado en ratificar este acuerdo, puede inspirar esfuerzos para reorientar las subvenciones en otros ámbitos, especialmente la agricultura.

Necesitamos más coherencia entre las políticas mundiales, regionales y nacionales de biodiversidad, agricultura, comercio, desarrollo y otras políticas económicas. Para reforzar la coherencia política, necesitamos marcos políticos integrados y una coordinación interministerial dirigida por el más alto nivel de gobierno para sopesar los distintos intereses, teniendo en cuenta los efectos a largo plazo.

Involucrar al sector privado y a la sociedad civil desde el principio en estos procesos de consulta ayudará a abordar los conflictos desde el principio. Un ejemplo es el Plan Verde 2030 de Singapur, que combina la optimización del uso del suelo con normas de construcción ecológica y la creación de más espacios verdes abiertos, como jardines en las azoteas y parques naturales ricos en biodiversidad.

Otro ejemplo de empresas que lideran la coherencia política es la Alianza Mundial del Atún. Esta alianza de coaliciones independientes de minoristas y empresas de la cadena de suministro colabora estrechamente con organizaciones regionales de gestión de la pesca para garantizar que su atún cumple las normas más estrictas de comportamiento medioambiental y responsabilidad social.

La COP16, que se celebrará en Cali (Colombia) del 21 de octubre al 1 de noviembre de 2024, se centrará en examinar los progresos realizados en la aplicación del Plan de Biodiversidad (también conocido como Marco Mundial para la Biodiversidad de Kunming-Montréal). Alcanzar los 23 objetivos mundiales de biodiversidad dependerá en gran medida de la coherencia y eficacia de las políticas nacionales y del nivel de alineación con el Plan.

Los gobiernos están fijando sus objetivos nacionales en materia de biodiversidad y revisando sus estrategias y planes de acción nacionales al respecto. Se trata de una oportunidad para reforzar las políticas, los incentivos y la legislación que impulsarán las medidas necesarias para detener e invertir la pérdida de naturaleza de aquí a 2030, tal como pide la coalición Business for Nature en sus recomendaciones de políticas.

También es una oportunidad para alinear las políticas de biodiversidad e integrar la biodiversidad en otros ámbitos políticos. Un paso obvio sería conciliar las estrategias y planes de acción nacionales en materia de biodiversidad con las contribuciones determinadas a nivel nacional -compromisos exigidos en virtud del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático-, ya que el cambio climático y la biodiversidad están estrechamente interconectados.

El Foro Económico Mundial espera trabajar con responsables comprometidos para convocar diálogos y llevar a cabo investigaciones económicas y políticas para avanzar en esta conversación.