Por qué debemos escuchar a las heroínas olvidadas de la guerra
En las zonas de guerra y conflicto, las mujeres suelen ser las que mejor saben cómo ayudar a sus comunidades. Image: ©Yousef Ruzzi/CARE
- Las mujeres suelen ser desproporcionadamente afectadas en zonas de conflicto, pero los estudios demuestran que también desempeñan un papel clave en la ayuda a otras personas de sus comunidades.
- A pesar de su papel central en los esfuerzos de ayuda humanitaria, las mujeres no suelen estar incluidas en la toma de decisiones sobre estos esfuerzos y la resolución de conflictos.
- Los gobiernos y las organizaciones de la sociedad civil deben escuchar, apoyar y amplificar las voces de las redes dirigidas por mujeres a fin de salvar vidas y ayudar a más personas afectadas por conflictos en todo el mundo.
La guerra se ha cobrado un precio devastador para las mujeres en Gaza, Sudán, Yemen y en un número cada vez mayor de lugares de todo el mundo. Los conflictos armados son a menudo iniciados, liderados y perpetrados por hombres, mientras que las mujeres en las zonas de guerra pagan un precio desproporcionado: disrupción total y miseria para las familias, desplazamientos, pérdida de asistencia sanitaria y medios de subsistencia, y aumento de la violencia de género.
A medida que el mundo se ha vuelto más violento, el número de mujeres que viven a menos de 50 kilómetros de un conflicto armado se ha disparado a más del doble del nivel que había en la década de 1990. Nuestros estudios muestran que el 44% de las mujeres que murieron durante el embarazo o el parto el año pasado se encontraban a menos de 50 kilómetros de una zona de conflicto. Y casi 260 millones de mujeres viven en países en los que se registra violencia sexual masiva o significativa durante los conflictos.
Pero las mujeres son también a menudo las "heroínas" olvidadas de los conflictos. Proporcionan comida y amparo a quienes pasan hambre y han tenido que huir de sus hogares. Se convierten en el principal o único sostén de sus familias. Construyen poderosas redes para que sus comunidades sean más seguras y sanas. Las mujeres en la guerra son a menudo las que construyen la paz.
En Gaza, el 70% de los trabajadores sanitarios de primera línea son mujeres. En Sudán y Mali, las mujeres proporcionan comida y refugio a los desplazados del conflicto. En Etiopía, grupos de mujeres han prestado dinero -sin intereses- a vecinos con un mayor poder adquisitivo para comprar alimentos cuando no podían sacar sus propios fondos del banco. En Yemen, el 89% de las mujeres de grupos de ahorro locales han destinado dinero a ayudar a sus comunidades.
Fui capaz de superar mi silencio y me convertí en la primera en movilizar a las mujeres. Las autoridades escucharon nuestras voces y aceptaron patrullar todas las noches para impedir que los hombres entraran en nuestras casas.
—Una mujer nigeriana describe cómo ha ayudado a su comunidad durante un conflicto.
”En Níger, cuyo prolongado conflicto incluyó un golpe de estado en 2023, una mujer declaró a un trabajador humanitario: "Fui capaz de superar mi silencio y me convertí en la primera en movilizar a las mujeres. Las autoridades escucharon nuestras voces y aceptaron patrullar todas las noches para impedir que los hombres entraran en nuestras casas."
En Uganda, un grupo de refugiadas sursudanesas está creando mecanismos de resolución de conflictos para tender puentes entre grupos étnicos tradicionalmente opuestos.
Escuchar a las mujeres
CARE lleva 10 años recopilando y publicando datos cuantitativos y cualitativos por género sobre las necesidades de las poblaciones en países en crisis, incluido un reciente estudio sobre la ciudad de Rafah, en el sur de Gaza. Los relatos de nuestro primero panorama global, Women in War (Mujeres en la guerra), dibujan un panorama que refuerza todo lo que hemos ido aprendiendo país por país: Las mujeres saben lo que ellas, sus familias y sus comunidades necesitan tanto en tiempos de paz como de guerra.
Las mujeres que viven en zonas de conflicto mencionan sistemáticamente el apoyo a los ingresos entre sus principales necesidades de ayuda, a veces incluso por encima de los alimentos. Pero muy pocos responsables políticos las escuchan o les prestan atención. De hecho, solo el 5% de los reportajes sobre conflictos en los medios de comunicación se centran en las experiencias de las mujeres.
Las voces y el inmenso potencial de las mujeres líderes siguen sofocados por estereotipos perniciosos y sistemas anticuados. Con demasiada frecuencia, las mujeres siguen estando excluidas de las conversaciones y mecanismos a cualquier nivel de gobierno para evitar la guerra y conducir a la paz. Solo uno de los 18 acuerdos de paz firmados en todo el mundo en 2022 incluía firmas de una organización de mujeres. ONU Mujeres afirma que, al ritmo actual, la igualdad de género en los más altos puestos de poder no se alcanzará sino en 130 años.
Si el mundo sigue viendo a las mujeres en la guerra solo como víctimas, perderemos muchas oportunidades de salvar vidas y hacer avanzar la paz. Los actores humanitarios, financiadores y responsables políticos deben mostrar de forma proactiva -y visible- su confianza en el liderazgo de las mujeres, invertir en ellas e incluirlas en el diseño de sistemas y la toma de decisiones.
En Uganda y Haití, las mujeres nos han dicho que tenían que caminar kilómetros y arriesgar su seguridad para llegar a lugares donde se distribuían los alimentos. En un caso, se negaron a aceptar la ayuda hasta que las entregas se hicieron a través de puntos de distribución más accesibles. La ayuda humanitaria enviada a zonas de conflicto podría dirigirse mucho mejor si los proveedores y los gobiernos escucharan a las mujeres.
Convertirse en responsables de la toma de decisiones
Los gobiernos y las organizaciones de la sociedad civil deben dar prioridad a las alianzas con redes dirigidas por mujeres, amplificando sus voces y su poder. Deben destinarse más fondos a las organizaciones dirigidas por mujeres para permitirles ampliar su labor humanitaria, ofrecer salarios competitivos y planificar más allá del modo de supervivencia.
Estos cambios deben ser transparentes y responsables, utilizando mecanismos como el ejercicio de autoinforme Grand Bargain creado por el Comité Permanente entre Organismos (IASC) de la ONU, un foro de coordinación humanitaria. Además, el impacto de las inversiones en ayuda humanitaria y desarrollo debe medirse utilizando parámetros de éxito que no solo sean para y sobre las mujeres, sino que también sean desarrollados con y por mujeres.
Las mujeres son a menudo las que construyen y reconstruyen las familias, las comunidades, las sociedades y la paz. Ya es hora de invitar a las mujeres a las mesas donde se hacen las políticas y se toman las decisiones - y de sentarlas a la cabeza.
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19 de julio de 2024