Por qué invertir en la naturaleza tiene sentido desde el punto de vista ecológico y económico

La naturaleza es nuestro salvavidas. Nuestros bosques y océanos son los pulmones del planeta, no sólo regulan el clima sino que son el sustento de más de mil millones de personas.

La COP28 de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), celebrada en Dubai, fue un claro llamamiento a la comunidad internacional para que sitúe la naturaleza en el centro de la acción por el clima o corra el riesgo de hacer fracasar los importantes esfuerzos que se están realizando para limitar el calentamiento global a 1,5 ºC. La necesidad de actuar nunca ha sido tan urgente.

Es un honor para mí haber sido nombrada nueva Copresidenta de la comunidad Champions for Nature del Foro Económico Mundial. Este grupo, que incluye a dirigentes de alto nivel y ministros, se dedica a crear una economía más sostenible que beneficie equitativamente a la naturaleza y a las personas. Nuestro objetivo es fijar objetivos medioambientales más ambiciosos, influir en los discursos que hablan de la naturaleza como infraestructura básica y crear sólidas asociaciones público-privadas. Como Copresidenta, ayudaré a garantizar que las decisiones empresariales y financieras tengan cada vez más en cuenta la naturaleza y la biodiversidad como factores clave.

Con casi 2.000 millones de dólares comprometidos en proyectos de ecosistemas forestales, oceánicos y costeros, y el acuerdo unánime de que todos los países deben detener y revertir la deforestación y la degradación forestal para 2030, el papel fundamental de la naturaleza para hacer frente a la emergencia climática está ahora firmemente establecido.

¿Qué significa esto para los inversores? A pesar de la creciente atención normativa a los riesgos, impactos y dependencias relacionados con la naturaleza, el dinero sigue fluyendo en la dirección equivocada. Al menos 5 billones de dólares de financiación privada se destinaron a actividades con impactos negativos sobre la naturaleza en 2022, 140 veces más que las cantidades actuales destinadas a soluciones basadas en la naturaleza (NbS).

Dado que las NBs tienen el potencial de cubrir alrededor de un tercio de las necesidades de mitigación y podrían ahorrar 104.000 millones de dólares en costos de adaptación para 2030, el statu quo tiene poco sentido desde el punto de vista ecológico y económico.

La degradación de los océanos y los ecosistemas marinos puede costar a la economía mundial unos 8,4 billones de dólares en los próximos 15 años, y el océano es el Objetivo de Desarrollo Sostenible peor financiado.

Además, los inversores mal preparados corren el riesgo de verse sorprendidos por la ambición y el ritmo de las nuevas políticas para detener y revertir la pérdida de naturaleza, cuyo número se ha duplicado en los últimos 12 meses.

La buena noticia es que las NbS en las que se puede invertir, incluida la agricultura sostenible, están demostrando ser rentables y escalables hoy en día, y tienen el potencial de crear más de 390 millones de puestos de trabajo para 2030.

La lucha contra la deforestación es un componente esencial de los planes creíbles de reducción a cero, y las empresas y los inversores están mejor equipados que nunca para situar la naturaleza en el centro de sus procesos de toma de decisiones, gracias a hitos como el Marco Mundial para la Biodiversidad de Kunming-Montreal, el Grupo de Trabajo sobre Divulgación de Información Financiera Relacionada con la Naturaleza (TNFD), la Red de Objetivos Basados en la Ciencia, la Iniciativa de Acción contra la Deforestación en el Sector Financiero y la Iniciativa Nature Action 100.

Sobre esta base, propongo los tres pilares siguientes a los inversores que deseen aprovechar esta importante oportunidad:

Los objetivos de emisiones netas cero no pueden alcanzarse si no se actúa contra la deforestación, pero algunas empresas e instituciones financieras clave siguen ignorando su papel en el agravamiento del problema. Esto tiene que cambiar y los líderes del sector están demostrando cómo hacerlo, con iniciativas como la Alianza para los Bosques Tropicales, que desempeña un papel fundamental a la hora de impulsar al sector financiero en esta cuestión crítica.

A través de la Iniciativa de Acción contra la Deforestación del Sector Financiero, 35 instituciones financieras líderes con más de 8 billones de dólares en activos bajo gestión (AUM), se han comprometido a eliminar los riesgos de deforestación provocada por los productos agrícolas básicos en sus carteras de inversión y préstamos y a aumentar las inversiones en soluciones basadas en la naturaleza para 2025.

Además, el Diálogo Político de los Inversores sobre la Deforestación, una iniciativa de compromiso soberano liderada por los inversores y apoyada por 81 instituciones financieras de 21 países con aproximadamente 10,5 billones de dólares de AUM, tiene como objetivo detener la deforestación en los biomas más vulnerables del mundo, la Alianza Financiera de Glasgow para la Red Cero (GFANZ), pide a los miembros que integren la deforestación en su planificación de la transición y la orientación del Plan de Acción de la Agenda del Inversor hace hincapié en cómo la acción de los inversores apoyará simultáneamente la biodiversidad y la seguridad alimentaria, minimizando al mismo tiempo el riesgo ante futuras regulaciones.

Desde su lanzamiento en la COP28, más de 150 instituciones financieras y empresas están respondiendo a este llamamiento a la acción e incorporando la naturaleza a los planes de transición climática, adoptando objetivos basados en la ciencia para la naturaleza y el clima (SBT FLAG) y comprometiéndose a divulgar información relacionada con la naturaleza a través del TNFD.

Este llamamiento a la acción también aborda la actual financiación ineficaz, insuficiente e injusta para la naturaleza en los países vulnerables que se enfrentan a una triple crisis climática, de biodiversidad y de deuda.

El Grupo de Trabajo sobre Financiación Soberana Vinculada a la Sostenibilidad para la Naturaleza y el Clima pretende abordar esta cuestión ampliando los instrumentos financieros relacionados con la deuda. Entre ellos se incluyen la deuda por conversiones para la naturaleza, como las de Belice, Ecuador y Gabón, y los bonos soberanos vinculados a la sostenibilidad de Uruguay y Chile.

Las soluciones basadas en la naturaleza son la herramienta más rentable disponible para ayudar a las comunidades vulnerables a adaptarse a la realidad del cambio climático. Por ejemplo, los manglares, las praderas marinas y los corales protegen a los seres humanos y a la fauna de las causas y los efectos del cambio climático.

La COP28 puso de relieve su papel esencial en la ecuación climática con el lanzamiento de la Hoja de ruta para la financiación de los manglares. El avance de los manglares ya está movilizando a las partes interesadas, lo que nos acerca al objetivo de conservar y restaurar 15 millones de hectáreas para 2030 y alcanzar los 4.000 millones de dólares en financiación sostenible.

A medida que los países desarrollan planes climáticos nacionales mejorados e invertibles (Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional) y planes de biodiversidad (Estrategias y Planes de Acción Nacionales sobre Biodiversidad), tienen la oportunidad de aportar claridad, reducir la incertidumbre y atraer inversiones a sus países.

Del mismo modo, los inversores que estén dispuestos a afrontar de frente los riesgos climáticos y de la naturaleza cosecharán las mayores recompensas en un futuro inmediato, con oportunidades que podrían ascender a un total de 10 billones de dólares anuales.

Por lo tanto, debemos pedir el apoyo de las instituciones financieras públicas y privadas para aprovechar los compromisos de la COP28, garantizar unos resultados sólidos en materia de financiación en la próxima COP16 sobre biodiversidad, en la que la comunidad de Campeones de la Naturaleza publicará una recopilación de ideas sobre determinados temas (por ejemplo, el capital natural), y fomentar el diálogo sobre la coherencia política con la naturaleza en el centro de la ambiciosa agenda climática y de desarrollo en el período previo a la COP29 sobre el clima.

En la actualidad, Razan Al Mubarak es copresidenta de Champions for Nature, una comunidad de múltiples partes interesadas auspiciada por el Foro Económico Mundial, que reúne a directores generales y ministros que lideran la transición hacia una economía mundial positiva para la naturaleza aumentando la ambición, influyendo en los discursos y fomentando las asociaciones.