4 lecciones de Jane Goodall al cumplir 90 años la célebre primatóloga
- La primatóloga británica Jane Goodall es considerada la mayor experta en chimpancés a nivel global.
- En la reciente Reunión Anual del Foro Económico Mundial, celebrada en Davos, Goodall habló de sus primeros años de vida, de la acción por el clima y de por qué los jóvenes le dan esperanzas para el futuro.
- Goodall también reflexionó sobre la resiliencia de la naturaleza y sobre cómo la tecnología y la tradición pueden apoyar los esfuerzos de conservación.
"Nací amando a los animales y amando la naturaleza, y aprendí estando en la naturaleza".
Así se dirigió la primatóloga y antropóloga británica Jane Goodall, posiblemente la mayor experta mundial en chimpancés, a jóvenes ambientalistas en la Reunión Anual del Foro Económico Mundial celebrada en Davos en enero.
En un amplio debate durante una sesión titulada Guardianes de la sabiduría de la Tierra, Goodall habló de sus primeros años de vida, de acción y resiliencia climáticas, y de por qué los jóvenes le dan esperanzas para el futuro.
El 3 de abril Goodall cumple 90 años, por lo que a continuación se exponen algunas de las lecciones clave que ha aprendido a lo largo de su vida.
1. Los sueños pueden hacerse realidad
En un mundo sin televisión, Goodall se sumergió en la naturaleza, pero también en los libros. Tarzán de los Monos, de Edgar Rice Burroughs, fue lo primero que la inspiró a seguir su carrera.
"Soñaba que iba a África, vivía con animales salvajes y escribía libros sobre ellos", explica. "Y todo el mundo se reía de mí. ¿Cómo vas a hacerlo? No tienes dinero. África es un lugar peligroso, lleno de animales salvajes y feroces. Y tú eres sólo una niña'.
"Mi madre no. Ella decía que si quieres hacer algo así, vas a tener que trabajar muy duro y aprovechar todas las oportunidades. Y luego, si no te rindes, con suerte encontrarás la manera".
2. La tecnología y la tradición pueden apoyar la acción por el clima
Aunque Goodall no subestima el poder de la tecnología como herramienta en la acción por el clima, también es partidaria de aprovechar métodos más tradicionales.
"Hay una forma mucho más barata y muy antigua de resolver al menos una parte importante de la crisis climática", explicó. "Proteger y restaurar nuestros bosques. Plantar árboles, ya que los árboles van a tardar mucho tiempo en conseguir toda la capacidad de captura de carbono de un bosque viejo.
"Por eso es tan importante ahora proteger el Amazonas, y la cuenca del Congo y [los bosques] de Indonesia y Malasia".
3. La pasión impulsa el cambio
Goodall también habló del reto de conseguir que la gente se enfrente a un problema tan grande como la crisis climática. Según ella, la magnitud del problema puede dificultar su aceptación y comprensión.
En 1991, Goodall puso en marcha su organización benéfica para la educación y el medio ambiente, Roots and Shoots, con el fin de reunir a jóvenes para trabajar en temas ambientales, de conservación y humanitarios.
"Empecé nuestro programa para jóvenes... para intentar ayudar a la gente a superar este sentimiento de desesperanza", explicó. Los estudiantes han podido elegir sus propios proyectos y Goodall afirma que esta oportunidad de elegir sus propios caminos -los que les apasionan- significa que muchos participantes siguen defendiendo sus causas muchos años después.
"El mensaje principal [del programa] es que cada uno de nosotros importa, marca la diferencia, tiene un papel que desempeñar", afirmó Goodall.
Hoy cree que los jóvenes están comprometidos en la solución de todos los aspectos de la crisis climática, algo que le reconforta.
"Esa es mi mayor esperanza para el futuro. A todos los jóvenes del mundo, una vez que conocen [y] comprenden el problema, una vez que están capacitados para pasar a la acción, no hay quien les pare."
¿Qué está haciendo el Foro Económico Mundial en relación con el cambio climático?
4. La resiliencia de la naturaleza da esperanza
Goodall empezó a trabajar en Gombe (Tanzania) en 1960. Cuando llegó, era una pequeña parte de un enorme bosque que se extendía por todo el continente. Sin embargo, en 1980 su tamaño se había reducido enormemente y estaba rodeado de laderas sin vegetación.
Ver este tipo de destrucción puede ser extremadamente desconcertante, pero Goodall cree que la resiliencia de la naturaleza en otras zonas deforestadas puede dar motivos para la esperanza.
"Ya no están peladas porque la gente ha comprendido que proteger la naturaleza no es sólo por la vida salvaje, es por su propio futuro", explicó.
"La naturaleza es tan resiliente que las semillas que quedan de los árboles que estaban allí, y a veces incluso las raíces, incluso después de 10, 15 años, hay una vida mágica en esas semillas. Nuevos árboles brotarán, ayudados con una pequeña plantación de los árboles adecuados en el lugar y el momento adecuados".
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