Así se ve la IA responsable al beneficio de toda la sociedad

Ahora que existe tanto contenido difundiéndose de manera desmedida sobre la Inteligencia Artificial (IA) y sobre como esta podría destruir el mundo, e incluso se firmó una carta en la que más de mil expertos pedían desacelerar su desarrollo, es más importante que nunca que todas y todos estemos informados, entendamos como funcionan estos sistemas y cuál es el alcance e impacto que tienen en nuestras vidas.

Ya no hablamos solamente de una alfabetización digital como pieza fundamental para la ciudadanía, sino una Alfabetización en IA. Necesitamos más personas involucradas en estas áreas, con diversos perfiles, el conocimiento técnico y la responsabilidad social de repensar las problemáticas regionales que vivimos día con día, contemplando el impacto que podríamos tener si utilizáramos la IA y los datos para resolverlas. En especial, es imperante que se involucren personas de grupos que no son comúnmente representados en estas tecnologías, pues hemos visto recientemente algunos de los retos del procesamiento de lenguaje natural para representar múltiples lenguajes o incluso discriminar a usuarios cuya lengua nativa no es el inglés.

Las comunidades de bajos ingresos y marginadas suelen verse afectadas de forma desproporcionada por los efectos negativos de los avances tecnológicos. Es por esto que tenemos que apuntar hacia un ecosistema con mayor equidad, que consiga integrar diversos grupos de personas para construir una infraestructura digital más sólida y atienda los intereses de una gama de usuarios más amplia, con mayor representatividad. Una IA con la que los ciudadanos puedan construir, aumentar sus capacidades e interactuar de manera responsable y consciente.

La Inteligencia Artificial puede ser una poderosa herramienta. Por dar un ejemplo, aplicada a la educación, la IA puede ser un maestro para todos, accesible, de bajo costo (o gratuito), personalizado y de gran calidad, con el simple acceso a un smartphone y conectividad. Y de maneras más indirectas, la IA puede utilizarse para resolver problemas en educación, como predecir la posibilidad de que los estudiantes dejen la escuela. Para lograr potencializar las oportunidades que trae y reducir los riesgos, habremos de repensar la forma en la que educamos y evaluamos la educación, ayudar a los estudiantes a desarrollar más su pensamiento crítico, y concienciar a los usuarios sobre la responsabilidad, el alcance y las implicaciones de estas tecnologías.

Para el ecosistema emprendedor se avecinan oportunidades y retos, ya que, aunque identificar casos de uso comercialmente viables para una nueva tecnología no es mala idea, centrarse exclusivamente en seguir el ritmo de la competencia puede cegar a los líderes ante las repercusiones sociales y las consecuencias imprevistas. Por ejemplo, las redes sociales, que prometían conectar al mundo, también han causado todo tipo de daños, desde noticias falsas a problemas de salud mental o problemas de desarrollo de los usuarios adolescentes. Será sumamente valioso que el cuerpo emprendedor de cada país pueda tener sus competencias desarrolladas y tener un entendimiento del ecosistema en los diferentes niveles de la cadena de suministro de Inteligencia Artificial para esclarecer el rol que pueden jugar en la innovación de este campo, trayendo un valor significativo para su región y aprovechando las cualidades únicas de esta.

Dentro de lo que compete a los innovadores que integran la IA en sus productos, la invitación abierta es a crear herramientas que estén en función de las prioridades, necesidades y contextos de las personas que interactúan con estas. La complejidad de nuestro contexto actual exige tomar decisiones más éticas en cada paso del camino y crear productos que no solo sean rentables, sino que también creen un valor para los usuarios.

En el fondo, la carrera de la inteligencia artificial está motivada por los beneficios. Pero, por supuesto, hay más de una forma de obtener beneficios. Habrá que aproximarse cada vez más hacia una informática responsable, que demande que las comunidades técnicas desarrollen y adopten herramientas, procesos y prácticas que mitiguen los daños y favorezcan el bienestar humano. Podemos comenzar por empoderar e involucrar diferentes actores en las conversaciones de cada país y entender que la solución difícilmente será algo que se pueda adoptar de manera uniforme, sino un tema a ser discutido y reflexionado dentro del contexto de cada nación.