Salud y sistemas de salud

Estrategias para el lado positivo de la COVID

¿Podríamos estar viviendo uno de los períodos más emocionantes de innovación médica de la historia?

¿Podríamos estar viviendo uno de los períodos más emocionantes de innovación médica de la historia?

Mohamed A. El-Erian
Chairman, President Barack Obama’s Global Development Council
  • A pesar de su perturbación, COVID-19 ha expuesto los revestimientos de plata, escribe el economista Mohamed A. El-Erian.
  • Estos incluyen la innovación médica, la colaboración mundial y un mayor énfasis en el equilibrio entre el trabajo y la vida privada.
  • Mientras los países siguen luchando contra el coronavirus, es importante que los responsables de la formulación de políticas aprovechen las tendencias positivas que ha puesto en marcha incidentalmente.

Las tragedias humanas y enormes trastornos económicos causados por la COVID-19 han captado, con razón, la atención los responsables de las políticas y el público durante seis meses, y debieran seguir haciéndolo. Pero mientras gestionamos la crisis inmediata no debemos perder de vista las oportunidades. La frase citada a menudo que propone «no dejar que una crisis se desperdicie» rara vez ha sido más relevante.

Para las empresas, gobiernos, hogares e instituciones multilaterales que transitan este período de gran desasosiego, la tarea básica es la misma: superar los trastornos generados por la pandemia en formas que también enfaticen los aspectos positivos de la crisis. Este es el momento de fijar las tendencias y condiciones que moldearán nuestra sociedad y economía para mejor en el largo plazo. Con este objetivo general en mente, veo los siguientes seis aspectos positivos.

El primero es que transitamos uno de los períodos más emocionantes y prometedores en cuanto a invenciones e innovaciones médicas en la historia. Aunque el foco inmediato está puesto, con razón, en las vacunas y terapias contra la COVID-19, podemos esperar que las investigaciones actualmente en curso produzcan innumerables descubrimientos adicionales, muchos de los cuales resultarán en beneficios significativos y duraderos. Además, la crisis nos obliga a enfrentar una batería de temas complejos relacionados con el precio y la distribución de los medicamentos, tanto a nivel nacional como mundial, así como una gama de desigualdades sociales y de otro tipo cuyo empeoramiento no impedimos.

En segundo lugar, una mayor colaboración transfronteriza en el sector privado, a menudo por fuera del ámbito de los gobiernos, está alimentando este proceso de grandes avances científicos. Al movilizarse contra el coronavirus, los científicos de todo el mundo comparten información como nunca antes y la colaboración entre las empresas farmacéuticas no tiene precedentes. Estos esfuerzos colectivos son apoyados por asociaciones dinámicas entre los sectores público y privado, que demuestran que este instrumento de desarrollo efectivamente puede ser «ganar-ganar» cuando se enfoca adecuadamente y el alineamiento es claro.

En tercer lugar, los trastornos económicos por la pandemia han fomentado múltiples esfuerzos en el sector privado para obtener y analizar una gama más amplia de datos de alta frecuencia en campos que van mucho más allá de la medicina. En la disciplina económica, por ejemplo, creció enormemente el interés por nuevos métodos innovadores para medir la actividad económica a través de indicadores desagregados de alta frecuencia como la movilidad (geolocalización de teléfonos inteligentes), consumo eléctrico y tráfico minorista, así como el uso de las tarjetas de crédito y las reservas en restaurantes. Esos indicadores ahora complementan las estadísticas oficiales compiladas por los gobiernos y proporcionan un considerable campo para ejercicios de comparación y contraste, que pueden mejorar la calidad y la relevancia para las políticas de las tareas de recopilación de datos.

En cuarto lugar, el impacto de la COVID-19 aumentó nuestra conciencia y sensibilidad colectivas a los riesgos de eventos excepcionales (con baja probabilidad y alto impacto). De repente, muchas personas en los sectores público y privado piensan más en términos de la distribución completa de los resultados posibles, cuando en el pasado se centraban solo en los eventos más probables. Los responsables de las políticas se han tornado más permeables al análisis de escenarios y a la mayor diversidad en las conversaciones sobre causas y consecuencias que esos análisis provocan.

En el caso del cambio climático —un riesgo muy importante que algunos percibían equivocadamente como una posibilidad distante en vez de un punto de partida—, la brusca reducción de las emisiones perjudiciales durante la crisis actual proporcionó evidencia clara sobre la existencia de alternativas. Y ahora se acepta ampliamente que los gobiernos tienen un papel importante para asegurar una recuperación duradera e inclusiva. Queda abierta la puerta para una mayor inversión pública en mitigación y adaptación climáticas, y un creciente coro exige que la nueva normalidad sea «ecológica».

Esto nos remite a un quinto aspecto positivo: la pandemia obligó a un país tras otro a implementar una serie de «experimentos naturales» que arrojaron luz sobre innumerables cuestiones que van mucho más allá de la salud y la economía. Los sistemas de gobierno y los modos de liderazgo quedaron bajo la lupa, revelando una amplia divergencia en su capacidad para responder ante los mismos grandes impactos. Estos temas no se han limitado al sector público, la responsabilidad corporativa también quedó en primer plano en un momento en que una empresa tras otra tienen dificultades para responder a lo que alguna vez fue impensable. Y quedó claro que la cooperación multinacional es deficiente, lo que aumenta los riesgos para todos.

Finalmente, la crisis obligó a muchas empresas a mantener conversaciones sinceras sobre el equilibrio entre el trabajo y la vida personal, y a diseñar soluciones innovadoras para ajustarse a las necesidades de sus empleados. Ya vimos grandes cambios en la forma en que trabajamos, interactuamos con nuestros colegas y consumimos bienes y servicios, y solo algunos de ellos probablemente se revertirán cuando la pandemia haya pasado.

Estos seis aspectos positivos solo constituyen una lista preliminar de las oportunidades que ofrece la pandemia. La cuestión no es minimizar la gravedad del impacto y la incertidumbre que ha enfrentado la mayor parte de la población mundial. La pandemia duró mucho más de lo esperado y sigue dejando tragedia y destrucción a su paso.

Pero ese es un motivo mayor aún para que aprovechemos al máximo nuestra respuesta colectiva. El desafío ahora es ampliar y pulir esta lista para que podamos aprovechar las oportunidades que se nos ofrecen y fijar tendencias más positivas para el largo plazo. Actuando juntos podemos transformar un período de profunda adversidad en uno de bienestar compartido para nosotros y las generaciones futuras.

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