Las respuestas de política económica de las economías de mercados emergentes y en desarrollo frente a la pandemia de COVID-19
Las políticas fiscales han ayudado a aliviar el daño económico causado por COVID-19 Image: REUTERS/Agustin Marcarian
- La actividad económica en las EMED se ha desacelerado a un ritmo nunca visto en al menos 50 años.
- Se han introducido políticas fiscales nacionales e internacionales para apoyar a los países necesitados.
- Las políticas fiscales incluyen inyecciones de efectivo y la reducción de los tipos de interés.
La crisis del coronavirus es una crisis sin igual que en las economías de mercados emergentes y en desarrollo (EMED) ha desencadenado una respuesta de política económica sin igual, tanto en su alcance como en su magnitud.
Pese a su diversidad y, en algunos casos, a sus recursos limitados, este amplio grupo de países —formado por mercados emergentes y países de bajo ingreso— ha reforzado la provisión de servicios sanitarios y proporcionado un apoyo sin precedentes a hogares, empresas y mercados financieros. Aunque debido al limitado margen de maniobra de la política económica la magnitud de la respuesta se ha mantenido en un nivel inferior al de las economías avanzadas, algunos han conseguido incluso ayudar a otros países.
La actividad económica en las EMED se ha desacelerado a un ritmo no visto en los últimos 50 años, a medida que el impacto de la pandemia de COVID-19 devasta la economía mundial. Varios países están experimentando un brusco descenso de los flujos comerciales y de capitales, así como el impacto de un descenso sin precedentes de los precios del petróleo y otras materias primas. Se ha producido una oleada de rebajas en las calificaciones de la deuda soberana.
El observatorio de políticas del FMI resume las principales respuestas de política económica frente a la pandemia de COVID-19 y, en estas respuestas, se observan algunos denominadores comunes.
La política fiscal se ha situado al frente de la respuesta de las EMED. En las EMED, la crisis sanitaria hace necesario un enorme gasto en atención de la salud, aunque este incremento se ve eclipsado frente al volumen de recursos necesarios para apoyar a toda la economía. Los países han ofrecido préstamos, garantías y exoneraciones fiscales a sociedades y pymes y han ampliado el apoyo a los hogares vulnerables mediante el aumento de las prestaciones por desempleo y subsidios sobre las tarifas de los servicios públicos.
El financiamiento de estas nuevas medidas proviene de distintas fuentes, entre otras, el endeudamiento, la utilización de reservas, la reorganización de prioridades dentro de los presupuestos existentes y el apoyo multilateral.
Cuando comenzó la crisis, algunas economías estaban ya en una situación vulnerable, con un crecimiento débil, altos niveles de deuda y un espacio fiscal limitado para apoyar al sector sanitario y a la economía decaída. Alrededor de la mitad de los países de bajo ingreso se encontraban en una situación crítica causada por el sobreendeudamiento, o en alto riesgo de estarlo, incluso antes de la crisis, según el análisis de sostenibilidad de la deuda realizado por el FMI. Como consecuencia en parte de estas limitaciones, en el plano fiscal la respuesta discrecional total al shock ha sido menor (aunque aun así considerable) tanto en las economías de mercados emergentes como en las de bajo ingreso, del 2,8 y 1,4% del PIB, respectivamente, en gastos adicionales y reducciones de impuestos, en comparación con el 8,6% del PIB en las economías avanzadas.
Los bancos centrales de las EMED han amortiguado el impacto del shock en las condiciones crediticias mediante recortes de las tasas de interés de política monetaria e inyecciones de liquidez. A diferencia de episodios anteriores de presiones debidas a la salida de capitales —como la primera etapa de la Crisis Financiera Mundial—, la mayoría de las economías de mercados emergentes han rebajado sus tasas de política monetaria (la mayoría en 50 o más puntos básicos) en lugar de elevarlas. Esto podría atribuirse a que las presiones inflacionarias son menores y los marcos de política monetaria por lo general gozan de mayor credibilidad.
Al igual que muchas economías avanzadas, algunos mercados emergentes cuentan con poco margen para nuevos recortes de las tasas de interés y han implementado respuestas de «política monetaria no convencional», como son las compras de bonos corporativos y públicos.
Las restricciones regulatorias, incluidas las restricciones en materia de liquidez y clasificación de préstamos, se han flexibilizado para que los bancos puedan brindar un mayor apoyo durante la pandemia.
Además, algunos países, entre ellos China, Colombia y Turquía, han relajado ciertas medidas macroprudenciales, como las limitaciones a la concesión de préstamos y el endeudamiento introducidas para contener el crecimiento excesivo de los préstamos así como la acumulación de riesgos sistémicos en el sector financiero que puede suceder en épocas de bonanza. En estos momentos, esa relajación de las medidas puede sostener la oferta de crédito a las personas y los sectores económicos más afectados.
Las monedas de las EMED con tipos de cambio flexibles se han depreciado en respuesta a las presiones causadas por la salida de capitales y al aumento de la aversión al riesgo, por encima del 25% en algunos casos.
Muchas economías han recurrido a sus reservas para compensar parte de la presión, para lo cual han intervenido en los mercados de divisas y han utilizado sus reservas internacionales. Unos pocos países han relajado los controles a la entrada de capitales, mientras que la aplicación de medidas para frenar la salida de capitales ha sido muy limitada.
Países como Bolivia e Indonesia están utilizando la tecnología digital para contrarrestar las repentinas dificultades económicas por las que atraviesan los hogares y las pequeñas y medianas empresas, así como para limitar la propagación de la enfermedad creando incentivos para evitar los pagos en efectivo. Otros, como Colombia y Kenya, están garantizando el acceso a bajo costo a servicios digitales (relajando las restricciones al acceso a internet) y financieros (comisiones de pagos electrónicos y dinero móvil). Zambia ofrece subsidios a pequeños agricultores mediante una plataforma digital.
«Las soluciones digitales han contribuido a focalizar el alivio en los sectores vulnerables y a acrecentar la eficacia de las políticas macro tradicionales».
Como respuesta a las trabas en las cadenas mundiales de suministro debido a la pandemia y el confinamiento prolongado, muchos países han adoptado medidas para garantizar la seguridad alimentaria y el acceso continuado a suministros médicos, en su mayoría de forma temporal. Por ejemplo, varios países han introducido controles de precios y emitido regulaciones contra el aumento de los precios de productos alimenticios básicos y suministros médicos. Algunos han flexibilizado los controles sobre las importaciones. Lamentablemente, en varios casos se introdujeron restricciones a la exportación de alimentos y productos farmacéuticos.
En respuesta al shock causado por la COVID-19 se ha activado y reforzado la red mundial de seguridad financiera. La Reserva Federal de Estados Unidos ha establecido nuevas líneas de crédito recíproco con bancos centrales de varias economías avanzadas y emergentes.
La iniciativa de moratoria de la deuda liderada por el G-20 y la asistencia financiera del FMI y otras instituciones está ayudando a las EMED a hacer frente a los problemas. El FMI ha actuado con rapidez para proporcionar asistencia de emergencia a más de 60 países. Asimismo, frente al aumento de la demanda de liquidez, el FMI ha establecido recientemente una nueva Línea de Liquidez a Corto Plazo (LLCP) como parte de su respuesta ante la COVID-19 para complementar sus instrumentos de crédito. Además, los bancos centrales de las principales economías avanzadas han proporcionado liquidez en forma masiva, que si bien se ha orientado en primer lugar a apoyar las condiciones financieras internas también ha aliviado las presiones sobre las economías de mercados emergentes y en desarrollo.
Al mismo tiempo, las EMED también están ampliando la asistencia mutua y a otros países que lo necesitan. En concreto, los bancos regionales de desarrollo están proporcionando apoyo a empresas del sector privado, financiamiento comercial y un acceso continuado a suministros médicos. Entre los ejemplos de asistencia bilateral están Albania, que ha enviado un equipo de médicos a Italia, y Vietnam, que ha donado suministros médicos a países vecinos y a economías avanzadas.
Las EMED se han visto duramente afectadas por el shock de la COVID-19 y la reacción que ha desencadenado en los mercados. El análisis del observatorio de políticas del FMI muestra una respuesta de política económica extraordinaria, reforzada por la innovación y la cooperación internacional. En esta situación sin precedentes y en rápida evolución, los países pueden aprender de sus homólogos, y el FMI tiene la determinación de recopilar e intercambiar información sobre las prácticas óptimas e incorporar estos datos en sus propios análisis para continuar brindando asistencia a los países miembros.
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