Votar en una pandemia: cómo la COVID-19 cambiará las elecciones en Estados Unidos
Sus preguntas sobre las elecciones presidenciales de EE.UU. y COVID-19, contestadas. Image: REUTERS/Daniel Acker
- Una segunda ola del coronavirus podría golpear los Estados Unidos en un momento próximo a las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.
- Los gobiernos estatales y locales deben considerar opciones como el voto por correo y la ampliación de los centros de voto presencial, pero estos implican un coste elevado y plantean desafíos.
- Es poco probable que se retrasen las elecciones en Estados Unidos.
El 3 de noviembre de 2020 está previsto que el pueblo de los Estados Unidos emita su voto en las 59.ª elecciones presidenciales. Ahora las opciones son claras: reelegir al actual presidente, Donald Trump, o votar por el exvicepresidente, Joe Biden.
Lo que no está tan claro es exactamente cómo podrán ejercer los votantes su derecho de manera libre, justa, accesible y segura en medio de la pandemia de COVID-19.
Dado que el principal método para prevenir la propagación del coronavirus es crear distancia social, el proceso normal interactivo y de asamblea de primarias, campañas y convenciones de partidos se ha visto enormemente interrumpido. Los expertos ya están advirtiendo sobre una segunda ola de coronavirus potencialmente peor a finales de este año, lo que hace que la amenaza de interrupción continuada no sea en absoluto hipotética. Debido a que las elecciones están muy descentralizadas en Estados Unidos, miles de sistemas estatales y locales deben tomar sus propias decisiones sobre el modo de abordar la administración de las elecciones.
Las elecciones primarias de Wisconsin del 7 de abril pusieron de manifiesto complicaciones posteriores. Después de que la legislatura republicana cuestionara la orden ejecutiva del gobernador demócrata Tony Evers para retrasar las elecciones primarias hasta junio, el Tribunal Supremo de Wisconsin votó siguiendo líneas ideológicas para proceder con la votación del 7 de abril según lo previsto. Los votantes tuvieron que enfrentarse a una elección difícil: cumplir con las pautas federales y una orden obligatoria de quedarse en casa o enfrentarse al posible riesgo para la salud y ejercer su derecho al voto en persona.
Mientras que cerca del 70 % de los votantes eligieron enviar su voto por correo, otros hicieron cola durante horas a dos metros de distancia para emitir su voto en las escasos colegios electorales. Parece que varios votantes contrajeron COVID-19 a raíz de ello.
Dieciséis estados han decidido retrasar sus primarias a fechas posteriores en el verano, pero no hay garantía de que las órdenes de quedarse en casa y las pautas de distanciamiento social se hayan levantado para entonces. Algunos estados han decidido votar íntegramente por correo, pero la decisión no es tan fácil como parece.
Mientras que cinco estados de EE. UU. ya llevan a cabo elecciones (prácticamente) enteramente por correo, el voto por correo es un proceso costoso, que lleva mucho tiempo y que conlleva una gran cantidad de complicaciones. El proceso es costoso y requiere imprimir papeletas para correo, que son diferentes de las papeletas de votación en persona; enviarlas por correo, incluidos los gastos de envío a portes pagados para garantizar que las comunidades más pobres no queden marginadas por el proceso; y en última instancia, procesar las papeletas rellenadas, lo que requiere la adquisición de máquinas especializadas y la capacitación de los trabajadores electorales para usarlas. Esto también presupone que los estados tienen las direcciones de todos los votantes que pueden ejercer su derecho al voto, pero no siempre es así. Algunos estados facilitan registrarse como votante o actualizar una dirección en línea, pero muchos no lo hacen, y la cuestión de ampliar o endurecer las leyes de registro de votantes ha sido objeto de profundas divisiones partidistas. Cambiar a un sistema de votación por correo también requiere amplias campañas de información pública para garantizar que los votantes estén al tanto de los cambios y sus opciones de votación.
Pero incluso en las mejores circunstancias, algunos votantes no recibirán ni podrán enviar su papeleta por correo, y esto requiere una planificación de contingencia para al menos una votación en persona limitada. La votación de Ohio, que se retrasó desde el 17 de marzo y se cambió a votación por correo hasta el 28 de abril, será el primer caso de prueba de los Estados Unidos.
Los estados tienen una serie de opciones para mejorar las posibilidades de que el voto en persona cumpla con las pautas de distanciamiento social. Para evitar el hacinamiento en los colegios electorales, los estados podrían ampliar el número de colegios electorales disponibles en su distrito. Sin embargo, esto también será costoso, ya que requiere contratar y formar a voluntarios adicionales y funcionarios electorales, proporcionar equipos de protección y comprar máquinas de votación adicionales. Los estados también podrían ampliar las opciones de votación anticipada para distribuir los flujos de personas durante varios días, pero ello requeriría igualmente más personal.
Aunque técnicamente es posible, el aplazamiento de las elecciones en Estados Unidos no es algo probable. El presidente no puede retrasar de manera unilateral el día de las elecciones. El Congreso de los Estados Unidos podría promulgar leyes para aplazar la fecha de las elecciones, pero se necesitaría la firma del Presidente y sería cuestionable en términos legales. También hay poca flexibilidad en cuanto al período de tiempo durante el que se pueden aplazar las elecciones, porque la Constitución de los Estados Unidos exige que los nuevos mandatos del Congreso y el Presidente comiencen el 3 de enero y el 20 de enero, respectivamente. Además, no hay precedentes en la historia de los Estados Unidos de aplazamiento de las elecciones federales, incluso durante la Guerra Civil de los Estados Unidos, la I Guerra Mundial, la II Guerra Mundial, poco después de los ataques terroristas del 11 de septiembre e incluso durante la gripe española.
¿Qué está haciendo el Foro Económico Mundial en relación con el brote de coronavirus?
Los representantes del Congreso están trabajando (principalmente desde casa) para aprobar legislación que ayude a los estados a prepararse para celebrar elecciones durante la pandemia de COVID-19. La Ley de Ayuda, Alivio y Seguridad Económica por Coronavirus (CARES, por sus siglas en inglés) fue aprobada con apoyo bipartidista y asignó 400 millones de dólares en subvenciones para ayudar a los estados a «prevenir, prepararse y responder al coronavirus».
Pero muchos representantes están presionando para obtener legislación adicional que guíe a los estados durante esta crisis. El Centro Brennan para la Justicia, de carácter apolítico, publicó un plan detallado para proteger la votación de 2020 durante la pandemia. Estima que necesitará 2000 millones de dólares en fondos para ejecutar el plan. El Congreso puede acordar la asignación de fondos adicionales, pero la mayor parte de esa financiación tendrá que salir de los presupuestos estatales, que ya están saturados debido a la crisis de salud.
Garantizar unas elecciones libres y justas en noviembre no será sencillo ni barato. Sin embargo, tal como demostraron las recientes elecciones en Corea del Sur, con una planificación minuciosa e inversiones adecuadas, es posible celebrar elecciones en medio de una pandemia. Si hay una oportunidad en cada crisis, tal vez esta pandemia brinde una oportunidad para que EE. UU. invierta en mejoras para hacer que el proceso electoral sea más accesible e inclusivo, y garantizar que sean resilientes frente a futuros trastornos.
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