La era COVID: más divorcios que bebés
Los cierres han comenzado a terminar en toda Europa. Image: REUTERS/Flavio Lo Scalzo - RC2KHG92SSEO
- La crisis económica puede perjudicar la convivencia y frenar el deseo de ser padres
Todo indica, según los expertos consultados, que es más probable que los efectos del confinamiento hagan que aumenten los divorcios –provocados por la convivencia 24 horas al día, siete días a la semana– que no que se produzca un baby boom , motivado por la alegría tras recuperar la normalidad.
“No existe una certidumbre clara, y menos aún sobre cómo será el futuro inmediato. Existen datos que apuntan que, tras acontecimientos traumáticos, la cifra de matrimonios, nacimientos y divorcios aumenta. Estos datos sugieren que un acontecimiento que amenaza la vida motiva a las personas a tomar medidas significativas en su día a día y en sus relaciones cercanas”, dice Alfredo Rodríguez, profesor titular de Psicología de la UCM. No obstante, estamos ante una situación inédita y “esta pandemia es algo desconocido en cuanto a que es algo persistente en el tiempo, y masivo geográficamente. Por lo tanto, aventurar lo que ocurrirá es incierto”, añade Rodríguez.
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Además, una vez superada la crisis sanitaria habrá que sumar la económica, por lo que Rodríguez se inclina a pensar que “veremos un aumento en los divorcios como resultado del estrés de estar confinados con nuestros cónyuges tanto tiempo. Al menos los datos que ofrece China así lo señalan”, afirma. En su opinión, “esto ya se refleja en nuestra vida cotidiana, donde se observa un aumento de divorcios y problemas de pareja tras periodos largos de convivencia como las vacaciones”.
El contexto de baja natalidad y el pesimismo general ya desanimaba a muchos.
O es que seguramente “no estamos preparados, ni capacitados para convivir con otra persona las 24 horas del día durante varias semanas o meses. Somos animales sociales, pero necesitamos intimidad y espacio personal”, asegura Jordi Isidro Molina, director de Cedipte.
En este sentido, el psicólogo Leopoldo Ceballos explica que “todas las parejas que ya se mantenían unidas de una forma precaria, se han enfrentado ahora a la vida en común, que antes se evitaba debido al trabajo, el deporte o la vida social. Son estas las que conviven ahora en una misa casa, intentando soportarse hasta que termine la cuarentena”. Para Rafael San Román, psicólogo de iFeel, aventurar qué va a
suceder también es complicado. “Parejas las hay de todos tipos, y la situación les puede afectar de forma muy distinta. Incluso aquellas que estaban muy consolidadas pueden estar pasando por problemas y parejas que no lo estuvieran se pueden estar afianzando”, explica.
Al final, según Marta Sadurní, directora del Laboratori de Vincle Afectiu i Desenvolupament Humà de la Universitat de Girona, lo que determinará el éxito de una pareja es el tipo de vínculo que tengan. “La relación afectiva de base segura hará que la pareja viva el tiempo de confinamiento como un periodo de posible peligro y vulnerabilidad, y eso activará de manera casi automática la necesidad y la capacidad mutua de protección, de cuidado del otro”.
Lo que sí es cierto es que las consultas de terapia de pareja han aumentado un poco. “La primera semana de confinamiento se incrementaron mucho, pero después la demanda bajó tanto como había subido, y desde entonces no ha parado de bajar”, dice Ceballos. “Están aumentando, pero es verdad que es una consulta más cara y era más infrecuente”, asegura San Román.
Los psicólogos dicen que las consultas de terapia de pareja han aumentado ligeramente.
A la pregunta de si, después de este largo confinamiento, va a haber un baby boom , Rodríguez responde: “No tengo tan claro que [el confinamiento] afecte positivamente a la tasa de nacimientos. Al menos en nuestro escenario, considerando que se espera mucho tiempo para tener hijos y se tienen cada vez menos, parece poco probable que esta pandemia aumente la natalidad”, ya que está estrechamente unida a “ la incertidumbre económica”.
Además, tal como explica la filósofa Mar Rosàs, coordinadora de investigación de la cátedra Ethos de la URL, “ya había muchas personas que habían decidido no tener hijos, porque creen que no es una buena decisión a causa del rumbo que lleva el mundo, y puede que la pandemia refuerce esta decisión”.
La psicóloga Gemma Tió se muestra una poco más optimista: “Del mismo modo que la ansiedad perjudica física y psicológicamente a la fertilidad, el estado de tranquilidad y satisfacción que se sentirá una vez recuperada la libertad puede ser la consecuencia de embarazos deseados e incluso no deseados a un nivel racional. La excepción se podría encontrar en parejas que ya tenían el plan previo de ser padres y cuyos ingresos se vean afectados por la situación. En estos casos sería predecible que aplazaran la decisión”.
Para Molina, las parejas bien estructuradas son las que tienen más posibilidades de futuros embarazos, pero dependerá de su economía “y de si las medidas de distancia y los protocolos de higiene han afectado a su sexualidad y al contacto cariñoso diario”.
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