Un día contra el COVID-19: turno en un hospital de EEUU
Julia Trainor, de 23 años, enfermera titulada que atiende a pacientes con COVID-19 en una unidad de cuidados intensivos quirúrgicos (UCI), posa para una fotografía después de un turno de 14 horas, fuera del hospital donde trabaja, durante el brote de la enfermedad coronavirus (COVID-19), Maryland, EE.UU., 8 de abril de 2020. Image: REUTERS/Rosem Morton SEARCH "MARYLAND COVID-19 HEALTH WORKERS" FOR THIS STORY. SEARCH "WIDER IMAGE" FOR ALL STORIES. - RC205G91J0X1
Los turnos son largos y las escenas desgarradoras dentro de un hospital de Maryland, donde enfermeras y médicos llevan semanas tratando a pacientes con coronavirus y deben prohibir que las familias visiten a sus seres queridos en sus lechos de muerte.
Para la enfermera Julia Trainor, uno de los momentos más difíciles fue intubar a una paciente y luego llamar al esposo de esa paciente para que pudieran hablar. No se le permitió al marido entrar al hospital.
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“Tuve que ponerla en el teléfono y sostenerlo en su oído mientras él le decía que la amaba tanto, y luego tuve que secarle las lágrimas”, recuerda Trainor, que trabaja en una unidad de cuidados intensivos quirúrgicos.
“Estoy acostumbrada a ver pacientes muy enfermos y estoy acostumbrada a que los pacientes mueran, pero nada como esto”.
La enfermedad COVID-19, causada por el coronavirus SARS-CoV2, ha infectado a más de 580.000 personas en Estados Unidos y provocado el deceso de casi 24.000.
En Maryland, donde a los residentes se les ordenó quedarse en casa desde el 30 de marzo para detener la propagación de la enfermedad, alrededor de 9.000 dieron positivo por el virus y más de 260 murieron.
Después de terminar lo que para muchos fue un turno de más de 12 horas, algunas enfermeras y médicos en un hospital compartieron con Reuters los momentos más difíciles de sus días. El hospital pidió que no se nombrara.
Los trabajadores concordaron que una de las partes más difíciles, más que el horario agotador o la adaptación al trabajo en una nueva unidad, fue presenciar el sufrimiento de los pacientes y sus familias.
Debido a la política de no visitas del hospital, que se implementó para evitar una mayor propagación del virus, el personal médico debe atender las necesidades físicas de los pacientes y ofrecer todo el apoyo emocional que pueda en ausencia de las familias de los pacientes.
“El momento más difícil durante el turno fue ver a los pacientes con COVID morir indefensos y sin sus familiares a su lado”, afirma Ernest Capadngan, enfermero en la unidad de biocontención del hospital.
La comunicación con las familias ha recaído mucho en el personal del hospital. Los funcionarios no pueden transgredir las reglas de no visita, incluso cuando una familia llama desesperada.
“Hoy tuve un paciente que se cayó de la cama y tuve que llamar a su esposa y decirle que no podía ir a verlo, a pesar de que suplicó y le rogó que fuera a verlo”, dice Tracey Wilson, una enfermera practicante.
“Uno de los momentos más difíciles fue tener que ver a un miembro de la familia de un paciente COVID decir adiós a través de un iPad”, dice Tiffany Fare, enfermera en la unidad de biocontención. “No puedes ver a tu ser querido y luego se van”.
Hay muy pocas oportunidades para descansar durante un turno, aunque los colegas se cuidan unos a otros e intentan cubrirse cuando alguien necesita un descanso.
Cheryll Mack, una enfermera en la sala de emergencias, cuenta que intenta salir durante 15 minutos al día para respirar. “Me ha dado alivio, sólo (tomar) aire fresco”.
Cada turno concluye con un ejercicio de descontaminación similar. Enfermeras y médicos deben quitarse el equipo de protección personal y ducharse inmediatamente antes de entrar en contacto con sus familias.
“Tomo una ducha muy larga y muy caliente. Y luego suelo sentarme en el sofá y (...) leer un libro o ver algún reality show sin sentido para relajarme”, dice Martine Bell, una enfermera.
Laura Bontempo, doctora de emergencias médicas, cuenta que se quita la ropa y el equipo en una carpa de descontaminación que instaló afuera de su casa, y luego se envuelve en una toalla y entra corriendo para ducharse. Después pone su uniforme en la lavadora solo para no contaminar ninguna otra prenda.
Meghan Sheehan, enfermera de 27 años, dice que conduce a casa todas las noches sin encender la radio y usa el tiempo de silencio para reflexionar sobre su turno y sus pacientes. Cuando llega a casa, trata de no detenerse en el día.
“Me voy a casa, me ducho de inmediato y trato de cenar con la familia, y no hablar de eso”, relata. “La noche es definitivamente más difícil porque estás constantemente pensando en lo que traerá el día siguiente”.
Para un ensayo fotográfico vea reut.rs/2wFeik7
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