El mundo aislado de COVID-19 es lo habitual para las personas con discapacidad
Los motociclistas entregan comida donada a una mujer discapacitada en La Habana, Cuba. Image: Reuters/Alexandre Meneghini
- Los 1 300 millones de personas que viven con discapacidades en todo el mundo no son ajenos al tipo de exclusión que el coronavirus ha impuesto al resto de la población.
- El cambio en las prácticas laborales demuestra que se podrían hacer adaptaciones similares para las personas con discapacidad.
- La «revolución de la inclusión» conlleva un potente imperativo comercial, pero también un imperativo moral todavía más fuerte.
En todo el mundo, los gobiernos están confinando a sus ciudadanos de diversas formas mientras el virus COVID-19 se apodera cada vez más de la población mundial.
De repente, y por primera vez en mucho tiempo, grandes poblaciones se enfrentan cara a cara a un sentimiento de exclusión de la vida normal y a una sensación de aislamiento, ya que las personas que tienen el virus y las personas que están en casa se encuentran en cuarentena en sus hogares y en los hospitales.
Sin embargo, para muchas personas esta sensación de aislamiento y desapego de la vida «normal» no es algo temporal; no están esperando que termine el confinamiento para que se reanude la normalidad. Para un gran porcentaje de la población, incluidos los ancianos y muchas de los 1.300 millones de personas que viven con discapacidad en todo el mundo, esta experiencia diaria de aislamiento y exclusión es, lamentablemente, lo habitual.
Muchas de las personas que viven con una discapacidad no podrán volver a «hacer lo de siempre» después de que la pandemia haya desaparecido: este es su día a día. Pero su día a día debe cambiar con esta pandemia, porque durante demasiado tiempo, las personas con discapacidad han sido excluidas de la vida diaria.
Los puntos de prueba llevan activos mucho tiempo: sabemos que la población activa con discapacidad registra una tasa de empleo que es 28,6 puntos porcentuales más baja que la de las personas sin discapacidad, y solo el 4 % de las empresas se centran en ofrecer puestos inclusivos para personas con discapacidad. Sin embargo, la exclusión por discapacidad le cuesta a los países de la OCDE el 7 % de su PIB, y las personas con discapacidad, junto con amigos y familiares, poseen un poder adquisitivo de 8 billones de dólares.
Lo que estamos viendo hoy es la actividad de negocios en su formato más dinámico, donde responde de forma rápida y flexible al impacto del virus y adopta medidas inmediatas para proteger a empleados y clientes por igual. Hemos sido testigos de la rápida implantación del teletrabajo generalizado, de horas de compra especiales para las personas vulnerables y de un gran aumento en el uso de la tecnología de conferencia virtual.
El cambio mundial en las prácticas comerciales que hemos visto en el último mes ha respondido a una pregunta fundamental para muchas empresas: ¿Puede mi empresa no solo adaptarse, sino prosperar, cuando la mayoría de mi personal está trabajando desde casa? Para la mayoría de las empresas, la respuesta es sí. Saber que esto puede funcionar tiene enormes implicaciones para la inclusión de las personas con discapacidad en los negocios, ya que muchas de las prácticas que se han aplicado rápidamente en el último mes son las mismas que permiten que las personas con discapacidad no solo participen en los negocios, sino que también prosperen.
Debemos asegurarnos de que las empresas pongan en práctica lo aprendido en este período a fin de mejorar la inclusión de las personas con discapacidad en todo el mundo haciendo uso de las mismas herramientas que estamos utilizando ahora para permitir que esta comunidad participe plenamente en la fuerza laboral. No hay excusa para no hacerlo: hemos visto cómo ha funcionado para una gran parte de los 7 800 millones de personas que conforman la población mundial; ahora debe seguir funcionando para estos 1 300 millones.
Además, la pandemia de coronavirus ha puesto de relieve la importancia crítica de la comunicación digital para que las empresas funcionen sin problemas durante este período y su relevancia a la hora de permitir que aquellos que se quedan en casa permanezcan conectados con amigos y familiares, disuadiendo la soledad. El valor que vemos en las comunicaciones digitales también debe aplicarse a las personas con discapacidad. Debemos asegurarnos de que los sitios web y los medios digitales sean totalmente accesibles, y que los subtítulos y la descripción de audio se conviertan en la norma, no en la excepción, para que las personas con discapacidad puedan disfrutar de las mismas ventajas que disfrutamos en este momento.
Ya sabemos que las empresas están perdiendo grandes oportunidades para llegar al público debido a la falta de accesibilidad. En 2016, la encuesta Click-Away Pound de Reino Unido constató que más de 4 millones de personas abandonaron un sitio web de venta minorista debido a las barreras que encontraron, llevándose consigo un gasto estimado de más de 11 000 millones de libras esterlinas. En 2019, ese negocio perdido creció hasta alcanzar los 17 100 millones de libras. Existen motivos comerciales de sobra para cambiar esto, y ahora es el momento de hacerlo.
Lo que yo llamo la «revolución de la inclusión» ha ido ganando cada vez más impulso en los últimos años, a medida que las empresas globales descubren los beneficios morales, sociales y económicos asociados a la inclusión de las personas con discapacidad. De hecho, desde el lanzamiento de The Valuable 500 , el movimiento global que insta a 500 corporaciones nacionales y multinacionales del sector privado a incluir la discapacidad en la agenda de liderazgo empresarial, en el escenario del Foro Económico Mundial en 2019, 260 de los principales CEO y marcas globales del mundo se han unido a la campaña. Estas empresas son el punto de inflexión para el cambio y se han unido para aprovechar el valor comercial, social y económico generalizado de las personas que viven con discapacidad en todo el mundo.
Ahora tenemos la oportunidad de acelerar el impulso sobre el tema, aprovechar los aprendizajes de estas últimas semanas y crear nuevos sistemas mundiales que incluyan a las personas con discapacidad. Tenemos que reconocer mejor el valor de todos para que nadie se quede atrás, y asegurarnos de que la inclusión para todos sea «la norma», y no la excepción.
No pensamos que nuestros sistemas mundiales podrían cambiar y, sin embargo, hemos demostrado que pueden hacerlo durante esta crisis: no hay excusas para no cambiar en el futuro. Ahora debemos rediseñar el sistema después de COVID-19, para crear una inclusión completa desde el principio.
¿Qué está haciendo el Foro Económico Mundial en relación con el brote de coronavirus?
En este momento, en medio de esta pandemia, no debemos olvidar las necesidades específicas de las personas con discapacidad. En 2020, es muy preocupante que, una vez más, en un momento de crisis, se vean muchos casos en los que se pasan por alto las necesidades específicas de la comunidad de discapacitados. A medida que diseñamos sistemas para el futuro, es importante que no se repitan los errores del pasado ni la crisis actual.
Existe un incentivo comercial para reconocer el valor del mercado de las personas que viven con una discapacidad, pero existe un imperativo moral y social aún más fuerte para terminar con esta exclusión ahora. En esta situación, la mayoría de personas ha experimentado qué se siente con la exclusión social masiva, y no podemos «dejar de conocer» lo que sabemos sobre lo que se siente al estar aislado. Ahora todos conocemos el dolor global de la exclusión: al planificar nuestro futuro, debemos insistir en que nadie se quede atrás.
El Valuable 500 es una iniciativa de la Plataforma "Modelando el Futuro de la Nueva Economía y Sociedad" del Foro Económico Mundial.
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