La descripción de las funciones de un trabajador sanitario comunitario para el COVID-19 y cómo pueden contribuir a la lucha contra el desempleo en los Estados Unidos
Los equipos de salud de la comunidad podrían ser reforzados por personas sin trabajo. Image: REUTERS/Sergio Perez
- El coronavirus podría aumentar el desempleo hasta en un 20 %.
- Los sistemas públicos de atención sanitaria que no reciben una financiación suficiente están saturados.
- Se podría formar a trabajadores sanitarios comunitarios para prevenir, detectar y responder a la pandemia.
A fecha de 31 de marzo, se han reportado a escala mundial más de 780 000 casos confirmados de COVID-19. El constante y marcado aumento de las infecciones puede desbordar los sistemas sanitarios de cualquier país, pero, sobre todo, de los lugares con escasez de enfermeros, médicos y otros profesionales sanitarios de primera línea.
La pandemia también está asestando un duro golpe a la economía. A escala mundial, a medida que se van cancelando las congregaciones de grandes grupos de personas y la gente empieza a respetar el distanciamiento social, lo que hace que a numerosas empresas les resulte imposible proseguir con su actividad, la gente está empezando a perder su empleo. A comienzos de esta semana se informó de que la pandemia podría aumentar el desempleo en un 20 %, un índice que no se registraba desde la Gran Depresión, que dejó sin trabajo a 32 millones de americanos. En Nueva York, el sitio web estatal sobre el desempleo sufrió un colapso temporal cuando el número de usuarios particulares se quintuplicó en un solo día.
¿Y si se pudiera contratar a los americanos que pierdan su empleo a causa de la pandemia para luchar contra ella? En el mundo se ha formado, contratado y preparado con rapidez a residentes locales sin ninguna cualificación en medicina o enfermería para responder a otras epidemias que se han descontrolado.
Una epidemia en cualquier lugar puede suponer una amenaza para toda la humanidad. Eso es precisamente lo que está sucediendo con el COVID-19 y lo que sucedió en 2014 cuando el virus del Ébola se propagó como el fuego por Liberia y el África Occidental. En aquel momento, los científicos predijeron que el virus podría infectar a más de un millón de personas —y que la mayor parte morirían— si no se adoptaban más medidas.
Cuando el Ébola amenazaba con doblegarnos a todos, los trabajadores sanitarios comunitarios no cedieron ante el miedo. Hicieron lo que siempre han hecho: respondieron a la llamada para servir a sus vecinos. Los trabajadores sanitarios comunitarios se unieron a los servicios de enfermería de extensión y fueron puerta por puerta con el fin de prevenir la transmisión del virus, promoviendo para ello el lavado de manos y el distanciamiento social. Estudiaron los signos y los síntomas del Ébola y ayudaron a detectar a los pacientes. Contribuyeron a la respuesta, alentando para ello a los enfermos de Ébola a acudir al hospital cuanto antes.
Esta misma estrategia de base comunitaria vuelve a ser crítica para nuestra respuesta global al COVID-19. Ante el crecimiento exponencial de los casos, aumenta también el trabajo para prevenir, detectar y responder a la pandemia. Los equipos sanitarios no pueden seguir este ritmo. Los médicos, los enfermeros y los funcionarios de unos departamentos de salud pública que no reciben financiación suficiente están desbordados con la labor que se les ha venido encima. Tal vez haya llegado el momento de repartir estas labores. Podríamos ampliar con rapidez nuestros equipos sanitarios invirtiendo en las personas más cercanas al problema, contratando y formando a los millones de personas que han dejado de trabajar a causa de la epidemia.
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Estas medidas ya se han puesto en marcha en Liberia, donde residentes que antes estaban desempleados trabajan ahora como trabajadores sanitarios comunitarios dedicados a poner en marcha medidas de prevención y control, como la organización del distanciamiento social y de puestos de higiene de manos. Para ayudar a detectar los casos, los enfermeros están elaborando planes para trabajar con los trabajadores sanitarios comunitarios con el fin de identificar los signos y los síntomas del COVID-19 entre sus vecinos. El país se está planteando contratar a trabajadores sanitarios comunitarios para coordinar la realización de las pruebas de detección entre las personas que podrían estar contagiadas.
Esta estrategia también podría funcionar en los Estados Unidos. La descripción de las funciones de un trabajador sanitario comunitario para el COVID-19 podría ser la siguiente:
● Organización y lanzamiento de campañas en las redes sociales para promover el distanciamiento social y abogar por la aplicación de políticas oportunas.
● Promover estrategias en sus barrios y en Internet para fomentar la salud física y mental y la resiliencia.
● Repartir alimentos y medicinas entre los ancianos, los indigentes, los inmigrantes y demás residentes vulnerables.
● Fabricar mascarillas en casa y donarlas para complementar las existencias de equipos de protección individual en los hospitales locales.
● Aprender cuáles son los signos y los síntomas del COVID-19 y ayudar al personal de las líneas telefónicas de atención gestionadas por los hospitales y los departamentos públicos de salud a responder a las preguntas de la ciudadanía.
● Remitir a posibles pacientes de COVID-19 a su centro de pruebas más cercano y organizar el transporte.
● Llamar a las personas con COVID-19 que estén autoaisladas con síntomas leves y supervisarlas por si empeoran.
● Brindar apoyo moral y organizar el reparto de alimentos a domicilio para las personas con COVID-19.
● Con la supervisión de los servicios de enfermería, vigilar a los pacientes por si muestran síntomas de empeoramiento y apoyar la derivación acelerada de las personas que tengan que ser hospitalizadas.
● Con los funcionarios de la sanidad pública, ayudar con la trazabilidad de los contactos, la notificación de los síntomas y la vigilancia de los contactos de los pacientes de COVID-19 para garantizar el acceso a las pruebas y al tratamiento para las personas que desarrollen signos y síntomas.
● Ayudar a los hospitales y a las organizaciones sin fines de lucro a recaudar fondos para los más vulnerables.
Los centros para el control y la prevención de enfermedades de los Estados Unidos y los departamentos de salud estatales pueden colaborar con las universidades en el desarrollo de programas en línea rápidos para formar a millones de americanos que han dejado de trabajar y están confinados en sus hogares. Last Mile Health ha lanzado programas similares de formación en línea y para dispositivos móviles a escala mundial. En el Reino Unido se ha lanzado una propuesta de un programa de emergencia a gran escala para formar a los trabajadores sanitarios comunitarios con el fin de que presten asistencia a los ciudadanos en sus hogares, inicialmente dirigido los más vulnerables, pero con posibilidades de convertirse en un modelo de asistencia a largo plazo.
Los departamentos de sanidad estatales y locales pueden solicitar fondos de los paquetes económicos federales de socorro y de las organizaciones benéficas y las empresas pueden ayudar a los hospitales y a las organizaciones sin fines de lucro para contratarlos a escala local. Cuando termine la pandemia del COVID-19, algunas de estas personas podrían reincorporarse a sus puestos de trabajo en sus antiguos sectores. Otros desarrollarán una nueva carrera profesional como auxiliares sanitarios domiciliarios o paramédicos. Si es acertada, el valor de esta inversión podría crecer con el tiempo. Países como Liberia, Etiopía y Malawi y estados como Alaska han formado a trabajadores sanitarios comunitarios para hacer frente a una epidemia y podrán volver a movilizarlos en futuras epidemias.
Los actuales trabajadores sanitarios comunitarios para el COVID-19 podrían convertirse en nuestro cuerpo de respuesta a las epidemias del futuro, siempre listos para ayudarnos a luchar contra la próxima epidemia.
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