Barcelona inaugura la primera biblioteca de cosas
Image: REUTERS/Toby Melville -
Un taladro es una herramienta muy desaprovechada, se calcula que se utiliza 15 minutos en toda su vida útil. Pero aun así, en muchas casas se guarda uno, y solo se saca de vez en cuando, el día que hay que agujerear la pared para colgar un cuadro o una estantería. Por eso es uno de los objetos que forman parte de la Biblioteca de las Cosas que se ha inaugurado en el distrito de Sant Martí de Barcelona, en el casal Ca l'Isidret. El proyecto se ha iniciado con una cincuentena de objetos que se usan puntualmente y no merece la pena tener, menos en casas donde no sobra el espacio. La Biblioteca de las Cosas es una iniciativa que va en la línea de potenciar el consumo colaborativo a través de la economía social y solidaria y fomentar el apoyo mutuo y la comunidad.
Es un proyecto pionero en Cataluña, que se inauguró hace una semana, inspirada en las libraries of things, y se ha fijado sobre todo en la de Londres, que funciona desde hace más de tres años. La idea es simple: ¿por qué tener objetos que se usan tan pocas veces? Es mejor cogerlos prestados de una biblioteca cuando los necesitamos. No es un préstamo gratuito, sino que se paga un alquiler simbólico, que va de 1 a 3 euros a la semana, porque la finalidad es que haya una alta rotación de su uso.
De entrada, esta curiosa biblioteca, que no es un almacén de trastos, sino un espacio que ofrece objetos útiles, está abierta dos tardes a la semana, martes y jueves, y cualquier persona vecina puede ir a buscar algo que necesita. Victòria Martínez, encargada de la gestión, cree que lo que tendrá más demanda serán enseres de cuidados como unas muletas o una silla de ruedas, pero con el tiempo se verá qué es lo que los vecinos piden más. Cuenta que cualquier cosa que se usa menos de una vez al mes “es candidata a formar parte” de una biblioteca de cosas, un espacio que también funciona como “núcleo de cohesión vecinal”.
La biblioteca ha empezado con unos cincuenta objetos, que se han catalogado en cinco áreas: ocio y aventura (tiendas de campaña, sacos o una bicicleta), limpieza y hogar (panificadora, parrilla o vajilla), oficina (equipo de música, webcam o máquina de hacer agujeros), curas y salud (silla de ruedas o muletas) y bricolaje (caja de herramientas o taladro). Todos los objetos se recogieron en una campaña de donaciones abierta a los vecinos, que aprovecharon para deshacerse de cosas que no usaban, pero podían tener mucha vida en un lugar como este.
Sacar provecho de los objetos es el principal objetivo de esta biblioteca, una idea de las entidades Rezero y Nusos cooperativa, con la participación de vecinos voluntarios. Para arrancar han contado con la colaboración de la Generalitat, a través de la Agencia Catalana de Residuos, el Ayuntamiento de Barcelona, con Barcelona Activa, y el Área Metropolitana de Barcelona (AMB). Los recursos han servido para hacer un programa informático que les permite conocer bien la trazabilidad de los productos, de forma que es fácil ver qué funciona mejor.
Mediante etiquetas QR y un software libre, que permite la individualización y la identificación de los objetos en préstamo, se obtienen datos valiosos como el número de usos de cada artículo y los beneficios ambientales que se derivan, la tipología de usuarios que los cogen en préstamo, la tipología de donantes de los objetos, incidencias o actividades de mantenimiento que se han realizado, entre otros. De alguna manera, esta es una prueba piloto y ya hay interés porque se replique en otros distritos, explica Anna Peña, jefe de comunicación de Rezero.
Para esta entidad, que hace quince años que trabaja para hallar soluciones que alarguen la vida de los productos y su reutilización, sería ideal que hubiera una biblioteca en cada barrio para que sea un servicio realmente útil para los ciudadanos, puesto que no tiene ningún sentido que un vecino de Sants tenga que desplazarse hasta Sant Martí, apunta Peña. Con el tiempo, la Biblioteca de las Cosas también quiere ser un espacio de organización de talleres y actividades que fomenten la economía colaborativa y la reducción de residuos. Las libraries of things, más extendidas en países como Estados Unidos, Alemania, Holanda, Inglaterra, Canadá, Eslovenia, República Checa o Australia, son espacios donde los vecinos, además de compartir objetos y cogerlos prestados, aprenden a utilizarlos y a repararlos, contribuyendo así a alargar la vida de las cosas y a reducir los residuos.
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