Las 7 tendencias tecnológicas del 2020
Image: REUTERS/Wolfgang Rattay
El ciberespionaje se ha vuelto la técnica favorita de los gobiernos para obtener secretos de sus adversarios. La Oficina Nacional de Contrainteligencia (NCIX, en inglés) de EUA considera que China y Rusia son actualmente los ciberespías más activos y agresivos. Dos de los más grandes hackeos de los últimos años, la Operación Cloud Hopper y el robo vía malware a la NSA fueron atribuidos a grupos de hackers de élite basados en estos países, patrocinados por sus mismos gobiernos.
El ciberespionaje es muy atractivo por su alcance, mucho mayor al del espionaje tradicional, ya que todo lo que existe en el ciberespacio puede ser un blanco; además, no existen barreras físicas en este medio. El arma principal de los ciberespías es el malware o software malicioso, como los troyanos, gusanos informáticos o rootkits. Haciendo uso de malware, los ciberespías pueden acceder vía remota a otros sistemas para robar información confidencial o tomar el control de ellos.
Como el malware puede venir ya preinstalado en productos, países como EUA están tomando medidas drásticas contra productos de origen extranjero. Últimamente, la Cámara de Representantes de EUA aprobó una propuesta de ley para prohibir a su gobierno comprar equipo de telecomunicaciones de Huawei, dos senadores estadounidenses propusieron una ley para restringir al gobierno la compra de drones chinos y el ejército le prohibió a su soldados usar la app china Tik Tok.
En 2020 se registraría una gran expansión con el lanzamiento de hasta 2,500 satélites, una explosión en comparación con los 452 objetos funcionales llevados a órbita en 2018. Destaca el papel de SpaceX, que acelerará el paso de Starlink, una constelación de hasta 30 mil satélites que buscarían darle internet de baja latencia a todo el planeta. SpaceX ya es un jugador importante, pues luego del lanzamiento de su satélite 180, rebasó a Planet Labs como la empresa privada más activa.
Cada día veremos más satlets —se utiliza -let para referirse a un tamaño mucho más pequeño—, que tienen capacidad de ensamblarse —filosofía plug-and-play—, y que, involucran menores riesgo, costo y tiempo de construcción. El reto para este año es mejorar su eficiencia energética, capacidad de procesamiento y tolerancia a la radiación.
La coyuntura geopolítica influye en la tendencia: la NASA ha tenido que cambiar su forma de trabajar para ser más ágil y emprendedora, mientras China está terminará de implementar la tercera fase de Beidou, un sistema de navegación que superará las funciones de los GPSs.
La naturaleza ‘global’ del Internet está siendo atacada por diferentes estados, quienes a veces esgrimen argumentos de competitividad o seguridad nacional, pero que en el fondo buscan marcar su territorio dentro de la red, imprimiéndole un carácter nacionalista.
El nacionalismo digital crecerá en planos como legislaciones para localización de datos, censura a actividad de empresas, imposición de impuestos a empresas tecnológicas, leyes de soberanía digital y tanto firewalls nacionales como apagones.
Si bien estas medidas tienen sentidos mixtos, la resultante de estas medidas está volviendo al Internet un lugar más cerrado y fragmentado. El siguiente grado de nacionalismo será pronto el emprendido por China y Rusia, quienes en 2020 darán pasos importantes para lo que en el futuro podría ser la existencia de al menos dos Internets. Entre estas acciones estarán la dirección del desarrollo de nuevos protocolos de Internet y de sistemas DNS, así como las decisiones de infraestructura de conectividad dentro de sus países.
La revolución digital ha transformado profundamente la industria de los videojuegos, pues el gaming pasó de ser un mercado de “nicho” a uno mainstream, al grado que hoy es más lucrativo que el cine, la música o TV, o que en México ya es considerado un deporte. Su experiencia se continúa reinventando con las nuevas tecnologías, como la realidad virtual, la realidad aumentada, y el cloud gaming.
El cloud gaming o juego en la nube es una forma innovadora de usar videojuegos, principalmente high-end, distribuidos vía streaming y procesados típicamente en servidores remotos, dotados de alta capacidad de procesamiento. Puede llegar a revolucionar el gaming como Netflix revolucionó la televisión. Los gamers podrán jugar desde cualquier computadora con buen acceso a Internet y ahorrarse la necesidad de comprar consolas costosas para correr sus juegos, ya que todo el procesamiento se realizará en la nube.
Gigantes tecnológicos como Google y Microsoft tomaron la delantera en este nuevo mercado al liberar el año pasado sus propias plataformas, Google Stadia y Project xCloud (aún en beta), respectivamente. Facebook decidió no quedarse atrás y compró recientemente la startup española PlayGiga. Por último, hay rumores de que Amazon, que ya tiene presencia en la industria del gaming con Twitch, está desarrollando su propia plataforma. ¿Será que en unos años el cloud gaming pase del mercado de “nicho” al mainstream?
Las tecnologías de Inteligencia Artificial (IA) se están desarrollando a un paso peligrosamente acelerado. En 2014, Facebook desarrolló el algoritmo DeepFace para reconocer rostros humanos en fotografías con una precisión casi igual a la del ojo humano. En 2016, Google creó AlphaGo, un sistema de AI capaz de jugar al complejo juego de Go y de vencer a su campeón mundial. Un año después, la misma técnica de AI detrás de DeepFace y AlphaGo se usó para para manipular videos pornográficos y reemplazar las caras de sus actores con las de celebridades.
A estos videomontajes —altamente realistas— que utilizan IA para distorsionar la realidad, se les conoce como deepfakes. Los deepfakes se crean por medio de una clase de algoritmos de machine learning (aprendizaje automático) llamada deep learning, la cual emula el funcionamiento del cerebro humano con redes neuronales artificiales (ANN, en inglés). Las ANN requieren entrenarse con grandes volúmenes de datos: para generar deepfakes se necesitan miles de imágenes de un mismo rostro, por ello los famosos son blanco fácil.
Una de las deepfakes más populares es la del episodio de Saturday Night Live en el que se reemplaza la cara del actor Alec Baldwin con la del presidente Donald Trump. En otro deepfake que se viralizó se reemplaza la cara del actor Jack Nicholson con la de Jim Carrey en una famosa escena de la película “El Resplandor”. Este año se seguirán viralizando más deepfakes; muchas con fines de engañar a las audiencas; por lo pronto, Facebook está tomando cartas en el asunto y anunció recientemente que censurará todas las deepfakes en su plataforma.
La Salud Digital ha sido largamente esperada y en 2020 veremos la maduración de propuestas innovadoras hacia una transformación digital de la industria. Esto vendrá debido al momentum alrededor de los datos: vienen decisiones clave sobre su estandarización, interoperabilidad, uso, privacidad y seguridad, pues aquí está la llave para servicios de diagnóstico más personalizado, asistentes virtuales y toma de decisiones basada en datos.
Reguladores y organismos internacionales tomaron nota de que la salud digital requiere consumir brutales cantidades de datos, por lo que impulsan regulaciones para mejorar la colaboración entre compañías y proteger a los usuarios. La UE lleva la batuta con hasta seis tipos de regulaciones, entre las que destaca una para impedir el modelo basado en el compartir-explotar los datos de los usuarios.
Amazon, Google y Microsoft tienen un papel clave en el reconocimiento de voz, gracias a Alexa, Assistant y Cortana, pues las compañías acelerarán la colocación de sus asistentes de voz en miles de dispositivos; su experiencia en software y hardware ayuda a masificar el uso de wearables y pronto lo harán con tecnologías como realidad virtual para control del dolor.
Apple y Google serán imprescindibles para romper silos de interoperabilidad de datos, también para expandir el uso de apps de bienestar y coach de salud. Igualmente destacan los avances que tendrá la Mayo Clinic para la creación de un centro digital de salud escalable y el desarrollo con Google de estándares para la integración y el análisis avanzado de datos.
Finalmente, este año veremos más avances en el uso de IA para diagnóstico de enfermedades, en automatización de procesos administrativos, en uso de telesalud para prevención y control de enfermedades, en uso de reconocimiento facial para interpretar emociones humanas y en la creación de gemelos digitales para que un médico modele y determine la forma en la que un procedimiento o tratamiento médico puede ser más exitoso.
El mundo de TI se ha transformado en los últimos años con la llegada del DevOps (development & operations). Esta metodología promueve la colaboración constante entre los ingenieros de software y el staff de operaciones de TI para agilizar la entrega de software, mejorar su calidad y acelerar la corrección de bugs. Hoy en día, los proyectos de analítica de datos están tomando más relevancia que los de software tradicional y muchas de las prácticas del DevOps aplican también en la analítica.
La DataOps es una metodología novedosa que nace del DevOps y establece prácticas de gestión de datos para agilizar la entrega de soluciones de analítica y mejorar su calidad. Las prácticas propuestas por el DataOps están relacionadas con el acceso y control de calidad de datos, la integración continua (CI) y entrega continua (CD) de modelos y análisis, y la colaboración entre científicos de datos e ingenieros de operaciones de TI. En el manifiesto oficial de DataOps se detallan todos sus principios.
En un reporte de 451 Research, el 86% de las organizaciones encuestadas respondieron que planeaban aumentar su inversión en DataOps durante el 2019, tendencia que aumentará para el 2020, pues las organizaciones necesitan tomar decisiones basadas en datos para mantenerse competitivas y claramente el DataOps se está convirtiendo en la piedra angular de la gestión de datos en organizaciones.
Juan Carlos Murillo es Ingeniero electrónico e informático mexicano, especialista en analítica de datos y maestro en ciberseguridad.
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