Todos los bolsillos afectados por el cambio climático
Image: REUTERS/Baz Ratner
Los efectos del cambio climático son cada día más visibles y sus consecuencias podemos apreciarlas, cada vez con mayor fuerza, sobre el medio ambiente, los fenómenos meteorológicos, la biodiversidad, la salud de los ciudadanos o los propios modelos económicos. Estamos ante un desafío global que, además, tiene unos costes enormes, crecientes y con efectos irreversibles para la economía no solo por lo que dejamos de ganar en el presente sino por las pérdidas del futuro.
Sobre ello trata el reciente estudio Long-term macroeconomic effects of climate change: a cross-country analysis del Institute for New Economic Thinking y en el que ha participado el FMI para medir el impacto en el largo plazo del cambio climático en la actividad económica en diferentes países.
Las conclusiones de este análisis son contundentes: los efectos persistentes de la emergencia climática como incrementos en la temperatura, cambios en las pautas de precipitaciones o eventos climáticos más volátiles y extremos, afectan al nivel de producción o a la capacidad de la economía para crecer en el largo plazo a través de una menor inversión y de una menor productividad laboral, generando con ello importantes consecuencias sobre el bienestar social y, especialmente, sobre la salud de las personas.
Veamos algunas de las principales cifras que aporta este estudio. Del análisis de 174 países en el periodo 1960 – 2014 se concluye que el crecimiento del PIB real per cápita se verá muy afectado si no cumplimos con el Acuerdo de París. El PIB per cápita mundial disminuirá un 7,22% para 2100 si la temperatura se incrementa 0,04 grados centígrados por año, es decir, una situación en la que, sin políticas de mitigación y con más emisiones, se sobrepasan los 2ºC de calentamiento global marcados como objetivo en el Acuerdo de París (el escenario 8.5 del IPCC). Se podría pensar que este 7,22% es poco, pero, para poner en perspectiva, el estudio demuestra como esta cifra es el “equivalente al PIB de Australia, Bélgica, Canadá, Alemania y Sudáfrica juntas”.
Por el contrario, si cumplimos con París y se limita el incremento de la temperatura a 0,01 grados centígrados al año (escenario 2.6), entonces la pérdida económica se reduciría hasta tan solo el 1,07% para final de siglo. De hecho, este análisis es una clara llamada a la acción en la lucha contra el cambio climático: frente a unas pérdidas del PIB per cápita real mundial de un 2,51% y 7,22% en 2050 y 2100 respectivamente, las políticas de mitigación pueden reducir estas pérdidas hasta el 0,11% y 1,07% en dichos años.
Recordando la célebre frase de John Maynard Keynes “a largo plazo, todos muertos”, de este estudio rebela una conclusión realmente importante: da igual que hablemos de países ricos o pobres, con climas cálidos o fríos, el cambio climático tiene efectos económicos negativos a largo plazo sobre todas las economías. Como se señala en el título de este artículo, “a largo plazo, todos los bolsillos afectados por el cambio climático”.
La mayor parte de la literatura y estudios sobre los impactos del cambio climático suelen asociar los efectos más negativos con los países más pobres y con las regiones más cálidas. Sin embargo, este estudio demuestra que en el largo plazo todas las economías se ven perjudicadas y que, incluso, los países ricos y las regiones frías como Canadá pueden sufrir más las pérdidas sobre su producto real per cápita. Hablamos, por tanto, de efectos universales, para todos. “La idea de que los países ricos y de clima templado son inmunes al cambio climático, o que incluso duplicarían o triplicarían su riqueza por este fenómeno, es sencillamente inverosímil”, señala el estudio.
No obstante, se observan diferencias entre países. Así, Estados Unidos o Canadá, por ejemplo, podría ver reducido su PIB per cápita hasta un 10,52% y 13% respectivamente en 2100, mientras que las pérdidas serían de hasta el 4,35% para China o del 9,9% en el caso de India. Sin embargo, si se cumple con el Acuerdo de París, estas pérdidas descenderían hasta el 1,88% y 1,68% en el caso de Estados Unidos y Canadá y hasta el 0,45% y 2,57% en China e India respectivamente. En España vemos cómo esta emergencia mundial podría reducir nuestro PIB per cápita real hasta un 6%, pero el efecto sería nulo si se toman las medidas necesarias para limitar el calentamiento del planeta.
Este último estudio ha introducido una visión importante, como es el análisis a largo plazo, y ha llegado a una conclusión distinta a otros estudios realizados: los efectos del cambio climático en el largo plazo afectan a todas las economías, aunque con diferente impacto tal y como se ha visto anteriormente, pero con independencia de que estas sean ricas o pobres o tengan un clima cálido o frío. Sin embargo, la conclusión general, como es que el cambio climático es sinónimo de pérdidas económicas, está en línea con la mayor parte de estudios. Así, en 2006 ya el famoso informe Stern apuntaba efectos macroeconómicos universales que reducirían el PIB mundial hasta un 20% a lo largo del siglo, mientras que para evitar esta pérdida solo habría invertir un 1% del producto. En la misma línea, el Banco Mundial calcula que el PIB global podría hundirse un 15% si el calentamiento del planeta a final de siglo alcanza los 2,5 grados y hasta un 20% si dicho calentamiento asciende a 3ºC.
Y los efectos negativos sobre la productividad también son un tema recurrente en el análisis de los impactos económicos del cambio climático. Así, por ejemplo, un estudio de United Nations University evidencia cómo la productividad en muchos puestos de trabajo podría descender hasta el 40% en 2050 debido a olas de calor, estimándose unas pérdidas económicas de 2 billones de dólares para 2030.
Además, los efectos negativos son mayores conforme mayor sea el tiempo que se tarda en adaptarse a las nuevas condiciones climáticas. Sin embargo, si bien las medidas de adaptación pueden reducir las pérdidas, estas no serán suficientes para eliminar por completo las pérdidas. Se necesitan más políticas contundentes de mitigación. Y, en ese sentido, es fundamental que seamos capaces de medir con la mayor precisión posible los efectos económicos del cambio climático para diseñar correctamente las políticas más adecuadas como, por ejemplo, un buen diseño impositivo que refleje el coste social del carbono.
Este análisis se ha centrado en el impacto del cambio climático desde una perspectiva puramente económica. Pero, por supuesto, esto es del todo insuficiente y parcial. En este artículo veíamos cómo sus costes no solo son en términos de crecimiento y empleo, sino que tienen enormes implicaciones sobre la desigualdad y la pobreza o sobre los movimientos migratorios, entre otros. Las consecuencias son enormes y diversas, y lo importante es ser capaces de anticiparse a las mismas y trabajar en su mitigación ex-ante. De hecho, y como también veíamos en este otro análisis, luchar contra la crisis climática también puede, no solo limitar o eliminar estos costes, sino traer consigo beneficios, por ejemplo incrementos del 1,1% del PIB y de 2,4 millones de empleo de aquí a 2030 en la Unión Europea.
Ahora que la evidencia pone de manifiesto pérdidas económicas de calado, ¿será esto motivo suficiente para que todos los países se sumen a la acción? Cuando a largo plazo el cambio comience a “tocar el bolsillo” de todas las economías, seguramente entrarán las prisas. Podemos esperar a entonces y que las pérdidas sean irreversibles, o actuar todos juntos en el que es un desafío global de todos los países avanzando hacia una nueva “economía climática” que garantice un crecimiento fuerte, sostenible, equilibrado e inclusivo.
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Aditi Mukherji
22 de noviembre de 2024