Una economista explica cómo crear una sociedad más justa
Image: REUTERS/Tuomas Forsell
La desigualdad ha ido avanzando en la agenda global desde la crisis financiera de 2008, avivando las llamas del populismo.
En el mundo rico, la mayoría de las personas sienten que no reciben un trato justo y la movilidad social se ha estancado en muchos países, lo que significa que los niños de las familias más pobres tendrán desventajas durante toda la vida. Entretanto, un análisis del Foro Económico Mundial muestra que el crecimiento económico no se traduce necesariamente en un progreso en la lucha contra la desigualdad.
En la Reunión Anual del Foro Económico Mundial celebrada en enero de 2019, hablamos con Minouche Shafik, directora de la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres (LSE) y ex vicegobernadora del Banco de Inglaterra. A continuación, se muestra una transcripción editada.
¿Cómo define la idea de equidad y economía justa?
Una economía justa sería una en la que, sin saber dónde aterriza -o sea, en qué familia o dónde nace-, pudiera pensar que su vida en dicha economía puede ser buena.
¿Qué es injusto sobre la forma en que funciona hoy la economía?
En la economía actual, gran parte de lo que le sucede depende de la familia en la que nace y de las oportunidades que eso le brinda. Lo que a la mayoría de la gente le gustaría ver sería una sociedad y una economía en la que a todas las personas se les garantice un mínimo, para que nadie estuviera totalmente desposeído. Pero también una economía en la que, si trabaja duro y se esfuerza, pueda avanzar sin importar en qué familia nació.
¿Qué mecanismos tenemos ya para tratar de garantizar que la economía sea justa y que las personas tengan las mismas oportunidades?
Tenemos dos mecanismos para intentar que la economía sea justa. Tenemos lo que los economistas llaman políticas de predistribución. Eso significa cosas como educación y desarrollo de habilidades, y maneras de ayudar a las personas a mejorar, antes de que el gobierno se involucre en términos de gasto.
Y luego tenemos políticas de distribución posterior, lo que significa que una vez que está trabajando, el gobierno le puede imponer impuestos u otorgar beneficios para tratar de compensar las injusticias de la economía. Estos son los mecanismos que tenemos en la actualidad; pero, se puede decir que ninguno de ellos está funcionando demasiado bien.
¿Cuáles son sus problemas, sus mayores debilidades?
Los problemas son que lo que llamamos políticas de predistribución (nuestros sistemas educativos) no hacen lo suficiente para compensar las desventajas desde el principio. Muchas investigaciones ahora muestran que son los primeros mil días de vida los verdaderamente importantes para los resultados posteriores. Por lo tanto, los primeros años de educación, la nutrición a una edad muy temprana, las intervenciones en ese momento pueden tener enormes beneficios en términos de los principales resultados en salud y educación de las personas, y en sus perspectivas profesionales. Y no estamos haciendo lo suficiente durante estos primeros años.
Nuestros sistemas educativos siguen siendo muy desiguales. Las personas que están en mejores condiciones pueden acumular oportunidades y mantenerlas para sus propios hijos, a través de cosas como la educación e instrucción privadas. También podríamos hacer mucho más cuando las personas terminan la escuela. Brindarles apoyo de modo que, si pierden su trabajo, puedan adquirir nuevas habilidades con bastante facilidad para encontrar uno nuevo.
¿Qué grandes cambios debemos hacer para lograr una sociedad más justa?
Tendríamos que invertir mucho más en la educación de los primeros años, especialmente para los niños en los entornos menos favorecidos. Y deberíamos intentar compensar la falta de oportunidades que podrían tener debido al lugar donde nacieron. Eso podría significar darles oportunidades para acceder a experiencias educativas más interesantes, ya sea en ciencias, arte o capacitación digital.
También deberíamos ayudarlos para que ingresen a la educación superior, si ese es el camino correcto para ellos, en términos de becas destinadas a jóvenes desfavorecidos. Y una vez que terminen la universidad, asegurarnos de que, a medida que cambia el mercado laboral, tengan oportunidades para volver a capacitarse y mejorar las cualificaciones profesionales. Eso significa una inversión mucho mayor que la que hacemos actualmente en la capacitación permanente.
¿Cómo pueden los países permitirse esto? ¿Es un costo o una inversión?
Invertir en las habilidades y educación de las personas es probablemente una de las mejores inversiones que pueden hacer los países. Sabemos que estamos entrando en una economía del conocimiento. El activo más importante que tienen los países es su gente y el rendimiento de una buena inversión en educación y habilidades es muy, muy alto. Por lo que creo que el argumento de la asequibilidad es, en cierta medida, una premisa falsa.
El otro aspecto de una economía justa es la redistribución. Allí suele surgir la pregunta: ¿pueden los países permitirse transferir ingresos a la parte de la sociedad con los ingresos más bajos?
Obviamente, existe un problema de justicia y cohesión social, y también un problema de estabilidad y de mantener una sociedad unida. Si la gente no cree que la forma en que se organiza la economía es justa, votará por los partidos y los políticos que les prometan algo diferente. Así que eso también es un imperativo muy importante para asegurarnos de que nuestros países sean mucho más justos.
¿Podría algún tipo de ingreso básico universal ser parte de la solución para una sociedad más justa?
El ingreso básico universal es una solución en una cantidad muy pequeña de casos, en particular en países de bajos ingresos donde a menudo es más eficaz distribuir cantidades muy pequeñas de dinero a hogares muy pobres, y donde la focalización no tiene sentido porque la mayoría de las personas son muy pobres.
También creo que tiene sentido que se utilice para sustituir algo que es mucho peor y más ineficiente, como si tiene subsidios a la energía y decide compensar a las personas con una cantidad de ingresos fija.
Creo que para cualquier país que pueda administrar un estado de bienestar adecuado, o sea, para la mayoría de los países con ingresos medios y altos, el ingreso básico universal es una política muy costosa, que costaría algo así como el 5 % o el 6 % del PIB, lo que representa una importante cantidad de dinero.
Ese dinero se podría utilizar de manera mucho más eficiente en cosas como mejorar los salarios de los trabajadores que tienen ingresos muy bajos, por ejemplo; o aumentar el salario mínimo; para asegurarse de que el beneficio se destine a quienes más lo necesitan.
Entonces, para la mayoría de los países más ricos, creo que el ingreso básico universal no es la solución y que existen otras mucho mejores que deberían utilizar y que darían los recursos a quienes más los necesitan.
¿Qué papel deben desempeñar los gobiernos y las empresas en la búsqueda de soluciones para una economía más justa?
Todos tenemos un papel que desempeñar para tratar de hacer que la economía sea más justa. Obviamente, los gobiernos tienen un papel muy importante en la forma en que cobran impuestos y gastan, y la forma en que se aseguran de que los beneficios lleguen a quienes más los necesitan, y en brindar un piso para todos de niveles básicos de ingresos, educación y atención médica. También son los establecen las normas que rigen el funcionamiento del sector privado.
El sector privado también tiene un gran papel que desempeñar, en particular en lo que respecta a los términos del empleo, y en ofrecer a los empleados un trabajo decente y beneficios razonables, incluso si no trabajan a tiempo completo.
Las empresas también tienen un papel muy importante en la movilidad social. Pueden, si lo desean, asegurarse de contratar y brindar apoyo a quienes podrían provenir de entornos menos favorecidos, y que luego podrían avanzar enormemente en su organización.
El sector privado puede servir como modelo e inspiración para sus empleados, si las personas sienten que se están esforzando por promover la igualdad.
¿Es función de los economistas medir o cambiar una sociedad?
Los buenos economistas se preocupan mucho por las mediciones, pero no deberían hacerlas de una manera muy estrecha y mecánica. No todo se trata del PIB y puede medirse en unidades de dinero.
Hemos investigado bastante en la LSE sobre el bienestar y lo que hace felices a las personas. Lo que descubrimos es que, hasta cierto punto, mejores ingresos hacen más felices a las personas. En una etapa muy temprana, cuando los ingresos no son muy altos, dar más dinero a las personas no hace mucho para hacerlas más felices.
De hecho, descubrimos que lo que hace felices a las personas es tener buena salud, tanto física como mental, buenas relaciones y un trabajo significativo. Esas tres cosas son impulsoras clave de lo que hace feliz a la gente; y esas son cosas importantes que las y los economistas deberían medir cada vez más.
Obviamente, los economistas tienen un papel importante que desempeñar para ayudar a la sociedad a evaluar las consecuencias económicas de los cambios que quiere hacer. Cada sociedad tiene que tomar decisiones: entre la eficiencia y la equidad, qué valorar más; en qué invertir. Los economistas pueden desempeñar un papel realmente útil al proporcionar a la sociedad las herramientas y el análisis para tomar esas decisiones tan difíciles.
Minouche Shafik directora, Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres
Ceri Parker coordinadora editorial de agenda del Foro Económico Mundial
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Kimberley Botwright
11 de noviembre de 2024