Las calculadoras no reemplazaron a los matemáticos y la IA no reemplazará a los humanos
Image: REUTERS/Baz Ratner
Ninguno de nosotros se sentiría amenazado por una calculadora en nuestros trabajos. Sin embargo, al igual que el desarrollo de esta herramienta tan generalizada inquietó a algunos matemáticos, los rápidos avances en inteligencia artificial (IA) y en aprendizaje automático (AA) generan debates y preocupación no menor sobre el futuro de la mano de obra mundial.
Los datos más recientes apuntan a una división significativa de la percepción pública respecto al avance de la IA, que está más directa y notablemente vinculada con los niveles de educación, el salario, la especialidad técnica y hasta el sexo. Los ejecutivos se enfrentan al desafío constante de estar actualizados con los cambios tecnológicos, y a nadie pareciera importarle el negocio. Algunos trabajadores temen por un futuro extraño, que se acerca a pasos agigantados, en el que pierdan su empleo. A mí no me preocupa, por el contrario, me entusiasma.
Estos motivos de preocupación son similares a los que se presentan desde hace 250 años, cuando comenzaba la primera revolución industrial. Solo se incrementó la frecuencia y la intensidad debido a la aceleración de la tecnología durante el siglo XX. Se ha demostrado, en incontables oportunidades, que la tecnología es un facilitador de la eficiencia y la eficacia, que amplifica los logros humanos, en lugar de alejarse de ellos.
Hoy en día, ¿alguien haría extensos cálculos matemáticos cuando tenemos calculadoras al alcance de la mano? Del mismo modo, uno de los principales beneficios de la IA es la asignación de tareas repetitivas y de bajo nivel a las máquinas en vez de a las personas. Esto tiene eficiencia inmediata y permite que las personas se enfoquen en las funciones de nivel superior.
En un viaje reciente al condado vitivinícola de California, supe que los recolectores de uvas se habían extendido mucho para poder cumplir con la demanda. En busca de una solución, los dueños de los viñedos adquirieron tecnología para realizar una inspección y clasificación de las uvas adecuada y automatizada. En lugar de reemplazar a los recolectores, la tecnología redujo los turnos nocturnos que habían implementado para poder cumplir con la demanda y les alivió la labor, para que pudieran dedicarse a tareas más complejas, entre ellas el auge del turismo en la región. En efecto, se estima que la automatización ha triplicado el rendimiento en el sector vitivinícola. Al mismo tiempo, la cantidad de trabajadores agrícolas de la región ha crecido a ritmo constante durante la última década.
En el otro extremo del espectro de empleo, donde se encuentra el grupo laboral altamente especializado y capacitado, pero reducido de profesionales en ciberseguridad, los motivos de preocupación sobre la IA son diferentes, pero siguen la misma línea. Muchos analistas cibernéticos invierten demasiado tiempo en tareas que parecen tediosas. En lugar de buscar indicadores de compromiso atípicos, lo que realmente se necesita son habilidades forenses avanzadas para analizar y responder a los ataques. En lugar de reemplazar a estos codiciados trabajadores, la automatización de la correlación de datos y otras tareas engorrosas les permitirá esforzarse en tareas más consecuentes, como remediar los ataques actuales y evitar futuros ataques. Esto es fundamental en una época en que las amenazas aumentan tanto en sofisticación como en frecuencia.
Para muchos de nosotros, cuánto más usamos la tecnología, mejores nos volvemos en aprender atajos. La IA es igual. El aprendizaje automático (AA), una rama cada vez más impresionante de la inteligencia artificial, permite que las máquinas procesen datos y aprendan por sí mismas, ya que componen el conocimiento a medida que incorporan porciones adicionales de datos. Si bien esto puede invocar imágenes inquietantes de Hal, el personaje de Arthur C. Clarke y de la apertura de 2001: Odisea del espacio, la realidad apunta a mayores resultados y beneficios para las disciplinas establecidas.
Tomemos como ejemplo el sector de la publicidad, que sigue en crecimiento. El gasto global en publicidad creció en $23 mil millones de dólares o 4,3 % en 2018. El uso de IA y AA para verificar y compilar los datos “que coinciden” en la publicidad y el mercadeo es particularmente útil para seguir impulsando el crecimiento. En Globality, la creación y el uso de IA nos permite fomentar la innovación, no solo en nuestro departamento de mercadeo, sino en toda la empresa. El aprendizaje del aporte permanente hará que los sistemas de coincidencia basados en IA se vuelvan cada vez más precisos y sofisticados. Esto se traducirá en enormes beneficios para las empresas internacionales que deseen contratar agencias de mercadeo según el mérito que tengan en distintas áreas.
No dudo de su eficiencia, pero no puedo imaginarme trabajando en un departamento compuesto solo por calculadoras. Las personas siguen siendo la clave del éxito. La IA afecta el cambio y empodera a las personas de modos que solo son posibles gracias a la tecnología. La Smart Sourcing Platform (Plataforma de contratación inteligente) de Globality multiplica las capacidades de contratación en períodos inmediatos, busca coincidencias entre empresas que necesitan el mejor proveedor de servicios por el precio adecuado para cada proyecto. Esto propicia mayores oportunidades y permite que cada persona recoja los beneficios de los esfuerzos conjuntos que ofrece nuestra plataforma.
La acumulación de conocimiento colectivo favorece el aprendizaje del equipo. En un mundo hipercompetitivo, la colaboración cobra cada vez más importancia en el rendimiento eficaz. La IA acelera la comunicación efectiva y el trabajo en equipo de forma inmediata. En el mercado de compraventa, los sistemas basados en IA aprenden con los comentarios permanentes y, con el tiempo, se vuelven más inteligentes y más capaces de anticipar las preferencias del cliente. En esta progresión pueden identificar y emparejar funciones intangibles que antes requerían una considerable interacción directa, como las preferencias de comunicación, la personalidad, la cultura de la empresa, el estilo de trabajo y otras características centradas en las personas para que la relación empresarial sea exitosa. Estas observaciones aumentan la probabilidad de que ambas partes cosechen los beneficios, desde el comienzo.
La evolución del lápiz y papel a las calculadoras y, luego, a las hojas de cálculo no reemplazó a los matemáticos, sino que los volvió más valiosos. Ese valor aumentará a medida que el avance de los sistemas de análisis sofisticados genere la necesidad de una interpretación y aplicación aún más avanzadas, algo que solo los seres humanos pueden hacer. En repetidas ocasiones vemos que, con la evolución de la tecnología, la demanda del mercado crece exponencialmente y, a menudo, se desarrolla en formas que no anticipamos. El factor de multiplicación no se limita a la eficiencia y la eficacia, debe permitir la innovación.
Hasta hace no mucho tiempo, los nombres de algunos empleos incluían los términos “calculadora” y “computadora”. Los avances han permitido un aumento exponencial de la velocidad y una democratización de estas capacidades, lo que se tradujo en una fuerza laboral más eficaz a escala masiva. El cambio drástico de las calculadoras en los últimos diez años muestra la velocidad a la que se producen nuestros avances. En efecto, no he usado una calculadora en más de una década, hago los cálculos en el teléfono inteligente o en una hoja de cálculo, o le consulto a mi altavoz inteligente. Dentro de diez años, la inteligencia artificial podría llevar a los trabajadores y a las oficinas a lugares con los que hoy solo podemos soñar.
Erez Yereslove vicepresidente sénior, Globality
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