Diez predicciones para la economía mundial en 2019
Image: REUTERS/Kim Kyung-Hoon
La economía global comenzó el 2018 con un crecimiento fuerte y sincronizado. Sin embargo, a medida que fue avanzando el año, el impulso se desvaneció y las tendencias de crecimiento se bifurcaron. Gracias al estímulo fiscal aprobado a principios de año, la economía de Estados Unidos se aceleró, mientras que las economías de la eurozona, el Reino Unido, Japón y China comenzaron a debilitarse. Estas tendencias divergentes continuarán en 2019. IHS Markit predice que el crecimiento global bajará de 3,2 % en 2018 a 3,1 % en 2019, y seguirá desacelerándose en los próximos años.
Un riesgo importante en el próximo año es la marcada caída en el crecimiento del comercio mundial, que cayó de más del 5 % a principios de 2018 a casi cero al final. Con el aumento previsto de los conflictos comerciales, una disminución del comercio mundial podría debilitar aún más la economía mundial. Al mismo tiempo, los efectos combinados del aumento de las tasas de interés y la creciente volatilidad del mercado de valores y de productos básicos hacen que las condiciones financieras en todo el mundo se estén endureciendo. Estos riesgos apuntan al aumento de la vulnerabilidad de la economía mundial, nuevas sacudidas y a mayor probabilidad de una recesión en los próximos años.
Nuestras diez mejores previsiones económicas para 2019
Sobre la base de estimaciones acerca del crecimiento sostenible de la fuerza laboral y la productividad, evaluamos que la tendencia o el potencial de crecimiento de la economía de los EE. UU. es de alrededor del 2,0 %. En 2018, el crecimiento de los EE. UU. estuvo muy por encima de la tendencia del 2,9 %, aunque la aceleración se debió casi en su totalidad a una gran dosis de estímulo fiscal en forma de recortes de impuestos y aumentos del gasto. Los efectos de este impulso aún se sentirán en 2019, pero disminuirán a medida que avance el año. Como resultado, esperamos un crecimiento del 2,6 % en 2019, menos que en 2018, pero aún por encima de la tendencia.
El crecimiento de la eurozona alcanzó su punto máximo en la segunda mitad de 2017, y ha disminuido de manera constante desde entonces. IHS Markit predice un nuevo descenso al 1,5 % en 2019. La incertidumbre política, incluido el Brexit, los desafíos del Gobierno de Emmanuel Macron y el cierre de la cancillería de Angela Merkel, están contribuyendo a una disminución de la confianza empresarial. Factores económicos como el endurecimiento de las condiciones crediticias y el aumento de las tensiones comerciales también están impulsando la desaceleración del crecimiento.
Se espera que la economía de Japón crezca un 0,8 % en 2018, y que esta tasa solo aumente ligeramente en 2019 hasta el 0,9 %. La desaceleración de la economía china y las consecuencias de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China están retrasando el crecimiento. La política monetaria continuará siendo muy acomodaticia el próximo año. El descenso constante del crecimiento de Japón se está produciendo en un entorno de crecimiento a largo plazo muy débil. Los datos demográficos desfavorables, en especial la disminución de la fuerza laboral, no se ven contrarrestados por un crecimiento suficientemente fuerte de la productividad. La “tercera flecha” de Abenomics —que supuestamente debía implementar importantes reformas estructurales y aumentar la productividad— ha tardado en materializarse.
Desde principios de 2017, la tasa trimestral de crecimiento chino se ha ido reduciendo constantemente, y en el tercer trimestre de 2018 ha alcanzado su nivel más bajo en diez años. Sobre una base anual, el ritmo de expansión se ha reducido de 6,9 % en 2017 a 6,6 % en 2018, y caerá aún más al 6,3 % en 2019. En respuesta a las crisis económicas recientes —incluido el impacto de los aranceles estadounidenses, que hasta ahora han sido limitados— los responsables políticos han impulsado una serie de medidas monetarias y fiscales para ayudar a apoyar el crecimiento y estabilizar los mercados financieros.
Sin embargo, es probable que estas medidas sigan siendo modestas. El crecimiento del crédito continuará restringido por el sobreendeudamiento masivo y el compromiso del gobierno con el desapalancamiento, al menos a mediano y largo plazo. Por otro lado, los esfuerzos de estímulo del gobierno pueden volverse más agresivos si las tensiones comerciales con los EE. UU. se intensifican y el crecimiento se ve seriamente dañado.
Algunas economías, entre ellas Brasil, India y Rusia, experimentaron una leve recuperación del crecimiento en 2018, mientras que otras, como Argentina, Sudáfrica y Turquía, estuvieron sometidas a una intensa presión financiera y sufrieron recesiones o casi recesiones. En el futuro, los mercados emergentes enfrentarán a una serie de dificultades, incluida la desaceleración del crecimiento en las economías avanzadas y el ritmo del comercio mundial, la fortaleza del dólar estadounidense, el endurecimiento de las condiciones financieras y la creciente incertidumbre política en países como Brasil y México. Algunos países podrán paliar estas tendencias, en especial las economías dinámicas con bajos niveles de deuda, sobre todo en Asia.
El crecimiento de la demanda el próximo año aún parece lo suficientemente fuerte como para brindar apoyo a los mercados de productos básicos, lo que hace que el tipo de derrumbe de precios observado durante 2015 sea poco probable. Sin embargo, la volatilidad en los mercados de productos básicos continuará en 2019, en especial en los mercados petroleros. Prevemos que los precios del petróleo aumentarán un poco en el corto plazo y un promedio de aproximadamente 70,00 USD por barril durante el próximo año, en comparación con un promedio de 71,00 % en 2018. Ahora bien, dada la desaceleración del crecimiento de la demanda y el aumento de la oferta, los riesgos para los precios del petróleo y otros productos básicos apuntan predominantemente a la baja. A pesar de la volatilidad, prevemos que, para fines de 2019, los precios serán un poco diferentes de sus lecturas actuales.
La mayor parte del aumento de los precios al consumidor entre 2015 y 2018 —de 2,0 % a 3,0 %— se debió a una transición en el mundo desarrollado de condiciones deflacionarias o casi deflacionarias a tasas de inflación cercanas a las metas del 2,0 % de los bancos centrales. En el futuro próximo, esperamos que la inflación global y la inflación de la economía desarrollada se mantengan cerca del 3,0 % y 2,0 %, respectivamente.
Si bien en muchas economías habrá presiones alcistas a medida que se cierren las brechas de producción y caigan las tasas de desempleo (en algunos casos hasta mínimos de varias décadas), también existen presiones a la baja. Fuera de los Estados Unidos, el crecimiento se está debilitando. Además, en relación con 2018, los precios de las materias primas se mantendrán relativamente estables en promedio en 2019. Finalmente, con la guerra comercial en una “tregua temporal”, el impulso ascendente de los aumentos de aranceles quedará en suspenso.
Con las principales economías del mundo en diferentes puntos del ciclo económico, no sorprende que los bancos centrales se estén moviendo a distintas velocidades y en diferentes direcciones. Sin embargo, dado un crecimiento más débil y presiones inflacionarias tenues, es probable que el ritmo de eliminación del endeudamiento sea incluso más modesto de lo previsto inicialmente.
Es probable que la Reserva Federal de los Estados Unidos aumente las tasas tres veces en 2019. Posiblemente otros bancos, incluidos el Banco de Inglaterra (en función del proceso Brexit), el Banco de Canadá y algunos bancos centrales de mercados emergentes, como los de Brasil, India y Rusia, también aumenten las tasas.
El Banco Central Europeo no aumentará las tasas hasta principios de 2020. Del mismo modo, no creemos que el Banco de Japón ponga fin a su política de tasas de interés negativas hasta 2021. El Banco Popular de China es el principal banco central que se mueve en la dirección opuesta; preocupado por el crecimiento, está ofreciendo estímulos modestos.
El continuo crecimiento de EE. UU. por encima de la tendencia y más aumentos de tasas por parte de la Reserva Federal son los motivos principales de esta fortaleza anticipada. Dada la reciente calma relativa en los mercados de divisas, en especial en relación con las monedas de mercados emergentes, otra gran apreciación del dólar estadounidense parece poco probable.
Sin embargo, el potencial de volatilidad continúa siendo muy alto. La incertidumbre política en Europa podría ser muy negativa para el euro y la libra esterlina; esperamos que la paridad euro/dólar termine en 2019 en alrededor de 1,10 USD, en comparación con 1,14 USD a fines de 2018. Al mismo tiempo, prevemos que la tasa de renminbi/dólar se mantendrá relativamente estable, justo por debajo del nivel psicológico de 7,0: el resultado del deseo del Gobierno chino de estabilidad financiera.
Los errores políticos continúan siendo las mayores amenazas para el crecimiento global en 2019 y los años subsiguientes. Los conflictos comerciales latentes son peligrosos, no porque hayan causado daños hasta el momento —no lo han hecho— sino porque podrían intensificarse fácilmente y salirse de control. Además, el aumento de los déficits presupuestarios en los EE. UU., los altos niveles de deuda en Europa, EE. UU. y Japón, y los posibles errores de los principales bancos centrales representan amenazas para la economía mundial.
La buena noticia es que la probabilidad de que en 2019 estos errores políticos afecten seriamente el crecimiento mundial es todavía relativamente baja. Sin embargo, IHS Markit considera que los riesgos de daños causados por errores de políticas aumentarán en 2020 y los años siguientes, a medida que el crecimiento se desacelere aún más.
Nariman Behravesh economista en jefe, IHS Markit
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