El dato en el punto de mira: ¿nos cuidan o nos vigilan?
Image: REUTERS/Jonathan Ernst
El dato se ha convertido en un debate social. El escándalo de Facebook ha destapado errores y actitudes de dudosa moralidad, como recopilar información de usuarios que ni siquiera están en su red social. Lo más inquietante es que el director de Gestión de Producto de Facebook afirmaba que es una práctica común. Y es que mientras el dedo acusador se ha centrado en Facebook, ¿tenemos la certeza de que el resto no llevan a cabo prácticas similares? Otras redes sociales, apps, sistemas de GPS, wearables…
Vivimos rodeados de datos. Los generamos constantemente, y hoy más que nunca, las tecnologías permiten recopilarlos, analizarlos e inspirarnos cuando se toman decisiones empresariales: marketing, logística, gestión del cliente, operaciones... El nuevo Reglamento General de Protección de Datos pretende establecer un marco más garantista para los usuarios europeos sobre la gestión de toda nuestra información personal, y hay quien dice que está realmente orientado a acotar el enorme poder que están cosechando los llamados GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple).
Lo cierto es que el nuevo reglamento está siendo un auténtico quebradero de cabeza para todas las empresas. Las más avanzadas buscan a contrarreloj formas de adaptarse, mientras que la mayoría todavía están aún descubriendo los datos de que disponen.
Este escenario está sirviendo para que muchas compañías, grandes o pequeñas, empiecen a prestar verdadera atención a la información que manejan, pongan orden y se den cuenta de las enormes posibilidades a su alcance. Todas las empresas tienen datos, y cada vez más los utilizan para conducir sus decisiones. En el mundo del marketing, por ejemplo, los entornos digitales permiten medir con precisión el comportamiento del cliente para ofrecerle contenidos más orientados, que encajen mejor con sus intereses.
No debemos demonizar el uso de la información, ya que puede servir para ofrecernos valor. Sí, las empresas lo emplean para vender más, pero pueden aportar al usuario experiencias más personalizadas con las que resolver necesidades específicas. Si esto lo trasladamos, por ejemplo, al mundo de la salud, las posibilidades de hacer diagnósticos precoces y ofrecer tratamientos personalizados son exponenciales. ¿No es acaso beneficioso para el usuario?
El dato es como un cuchillo. Si no sabes manejarlo, puedes cortarte. Si lo usas con malas intenciones, puedes clavárselo a alguien. Pero nadie duda de su utilidad para cocinar y crear platos de chef. Por eso, más allá de las posibilidades de las tecnologías de big data y las normativas que los regulan, hay que apelar a tres aspectos fundamentales en la empresa: Formación, experiencia y talento. Sin ellos no podremos gestionar, contextualizar ni utilizar el dato con una base ética para hacer el bien común, tanto para el negocio como para el usuario.
Por otro lado, la polémica de Facebook está haciendo que el usuario abandone su ingenuidad. Cuando nos bajamos una app móvil, ¿cuántas veces nos leemos las condiciones legales y políticas de privacidad antes de aceptarlas? Quizás ahora empecemos a valorar tanto nuestros datos como para exigir más a cambio de ellos. ¿O es que creíamos que todo el software era gratis? Nuestra información es la nueva manera de pagar por acceso a tecnologías que hacen nuestra vida más fácil, como Google Maps, las redes sociales, o cada vez más, los sistemas de voz como Siri o Cortana.
Ahora nos sorprendemos y escandalizamos, pero hemos estado mirando hacia otro lado durante mucho tiempo mientras disfrutábamos de apps gratuitas. Demonizar a los GAFA no sería justo, pues han sido verdaderos impulsores de innovación y han aprovechado oportunidades que otros no han sabido ver. ¿Quién diría hace 10 años que la carrera por el coche sin conductor no la lideraría ninguna firma de automoción? Pocos como Tesla o Google han visto que, si no conducimos, el vehículo se convierte en un espacio abierto al ocio y al consumo de contenidos o publicidad. Esto nos lleva, de nuevo, a los hábitos del usuario, o lo que es lo mismo: datos, datos y más datos.
Demonizar a los GAFA no sería justo, pues han sido verdaderos impulsores de innovación y han aprovechado oportunidades que otros no han sabido ver.
Que los GAFA utilicen nuestros datos a cambio de todo lo que nos ofrecen, es algo que debemos aceptar. Que el reglamento europeo ponga límites (y seguridad) es algo que debemos exigir. Que seamos más conscientes de los datos que cedemos es algo que debemos aprender. Dediquemos recursos a formarnos, a adquirir experiencia y talento para hacer un uso ético y correcto de la información. Solo así los datos dejarán de ser un cuchillo que nos clavaremos entre nosotros, para convertirse en una herramienta maravillosa con la que crear recetas a gusto del consumidor.
Ander Serrano es director de proyectos B2B de Evercom.
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