Ciudades para las personas
Image: REUTERS/Bazuki Muhammad
Hay trenes que solo pasan una vez en la vida. Maimunah Mohd Sharif (Kuala Pilah, 1961) cogió el suyo cuando aceptó una beca para estudiar en Reino Unido. Originaria de una familia humilde de un pueblo de Malasia, sabía que la educación era el único arma para lograr un futuro mejor, aunque entonces no tuviera conocimiento alguno de la carrera que cursaría y que después se convertiría en su profesión: planificación de ciudades. “La vida decidió por mí”, dice sonriente en el vestíbulo de un hotel del centro de Madrid antes de dirigirse al Ayuntamiento en su primera visita a la capital como directora ejecutiva de ONU Hábitat, el programa de Naciones Unidas que promueve el desarrollo urbano sostenible.
Cercana, serena, defensora implacable de la educación y de la participación ciudadana como irreemplazable herramienta de gestión, Sharif lleva en el cargo desde el pasado enero tras haber sido alcaldesa de la isla de Penang y la primera mujer presidenta del Consejo Municipal de Seberang Perai, en Malasia. Ahora su tarea no es fácil de explicar: “La gente sabe que un arquitecto hace edificios y un ingeniero civil construye carreteras. ¿Y un planificador? Es la perspectiva general que tiene en cuenta lo social, económico, físico y psicológico”. Y sus virtudes, asegura, están probadas.
Respuesta. Estuve en Barcelona hace dos días y había muchísima gente. El turismo puede aumentar el crecimiento económico y la productividad de una ciudad, pero a la vez genera retos. Es una cuestión de gestión. Cuando fui a la Alhambra ya había comprado el billete, pero me dijeron que tenía que esperar porque solo un cierto número de personas podía entrar. Esta es una herramienta de planificación. También debemos usar la tecnología, por ejemplo en la gestión del tráfico y del transporte público.
R. Creo que tenemos que recuperar los elementos de la cultura, el patrimonio y el arte locales y promoverlos para generar conciencia. También hacen falta reglas, pero lo más importante es la comprensión pública y la participación, incluso antes de diseñar las políticas.
Somos el 50% de la población: una ciudad que excluye a las mujeres está condenada al fracaso.
R. Hace falta saber quiénes son sus habitantes, qué edad tienen, a qué se dedican, de dónde vienen… Es un proceso largo, y creo que es necesario el compromiso y la participación de la comunidad, aunque también debe haber un liderazgo. Antes de decidir hay que considerar la opinión de abajo, de arriba y hacer converger las ideas hacia el centro, porque cada uno tiene sus intereses y a veces chocan.
R. Mi ciudad fue la primera en Asia en adoptar un presupuesto y una planificación participativos de género. Creo que las mujeres son muy importantes para conseguir ciudades inclusivas, porque somos el 50% de la población mundial. Si no se tiene en cuenta a este 50% creo que al final cada ciudad y cada país están condenados al fracaso. Cuando planeamos una ciudad para las mujeres planeamos para todos; si diseñas para que sea más segura para las mujeres, será más segura también para los hombres, los niños, los adolescentes.
R. Con políticas de integración. Se puede intervenir en una nueva área con políticas de vivienda y territoriales. El problema son las zonas que ya existen, porque ahí se necesita mucho conocimiento, conseguir la participación de la comunidad y crear entendimiento. Es por eso que promuevo en la ONU la gestión en movimiento, que no sea solo desde arriba, desde la oficina, sino desde el terreno. Así ves el problema, lo tocas, lo hueles, lo escuchas. Después piensas en lo que se puede hacer. A veces no se puede borrar del todo, pero sí reducirlo.
R. Creo que deberíamos recuperar los elementos de los vecindarios, el concepto de cuidarse el uno al otro. Esto también es inclusión. Una ciudad inclusiva es dinámica ante las necesidades de sus habitantes.
R. El cambio climático afecta al crecimiento económico, al desarrollo de las ciudades, va a repercutir en cierta medida en la paz y la estabilidad, en el medio ambiente y en la producción de alimentos. La gente va a las ciudades para tener una mejor calidad de vida, pero a veces se crea un desajuste entre lo que la ciudad puede ofrecer y la demanda. Se gestiona con políticas urbanas, tecnología, innovación; hacer prevención, planificación. Para ello, creo que la educación tiene que ser robusta y hablar del cambio climático desde el principio para que la gente tenga datos para gastar menos agua, consumir energía limpia.
R. Yo ya no hablo de transporte, hablo de la movilidad de la gente, porque las ciudades son para las personas, no para los vehículos. Hay que estudiar otra solución, una planificación de la movilidad y de la accesibilidad. Tenemos que mejorar el transporte público, que reduce los efectos del cambio climático y las emisiones de carbono.
El turismo puede aumentar el crecimiento, pero genera retos. Es una cuestión de gestión.
R. He estado en Nueva Delhi y conozco los problemas de estas ciudades. Nos guste o no, seguirán creciendo, no se puede poner una barrera, pero paralelamente hay que ir hacia una política de urbanización que incluya los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible [de la ONU] y los compromisos de la nueva agenda urbana. Por eso digo que la planificación genera desarrollo, pero el desarrollo no genera planificación. Se trata de contar con políticas urbanas de desarrollo inclusivo y holístico. Y dar servicios a las áreas que ya existen: electricidad, carreteras, higiene. Hay que abordar la expansión y a la vez prevenir la aparición del fenómeno.
R. La renovación y regeneración urbana hasta cierto punto pueden, no digo solucionar, pero sí reducir el problema. En Malasia se han acondicionado edificios vacíos para las personas sin hogar. Así se soluciona el problema del deterioro urbano y a la vez se le da una vivienda a la gente. Si se hace de manera adecuada se les puede devolver la vida. Y si se incorporan universidades, colegios, hospitales o centros de salud se multiplican los efectos.
R. A veces repetimos el error de desarrollar antes de planificar. Muchas urbes compiten por los resultados sin pensar realmente en el impacto. Las ciudades son muy complejas y debemos saber si queremos una población para funcionarios, ciudadanos… Otro error común es creer que las cosas son irreversibles.
R. Por supuesto mi ciudad, Penang.
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Marcela Guerrero Casas
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