El mapamundi de los robots: así se forjan las potencias de la inteligencia artificial
Image: REUTERS/Kim Kyung-Hoon
La carrera de la inteligencia artificial no se prepara solo en las oficinas de los gigantes tecnológicos. Los países donde se ubican sus sedes también se están entrenando para situarse a la cabeza en la gran competición de los algoritmos. Es el caso de los de la Unión Europea, donde impulsarlos y controlarlos se han convertido en dos de los principales objetivos.
Hace unos días, 25 países comunitarios, entre ellos España, firmaron una Declaración de Cooperación en Inteligencia Artificial para ser competitivos, reforzando los centros europeos de investigación o creando sinergias en los planes de financiación de I+D+ i.
Además, la Comisión Europea va a crear un grupo de expertos para proporcionar directrices éticas sobre la inteligencia artificial, otra de las preocupaciones de Bruselas. De hecho, el año pasado, el Parlamento Europeo aprobó una resolución encaminada a aprobar leyes para gobernar a las máquinas. Entre las propuestas, figuraba la de otorgar “personalidad electrónica” a los robots autónomos con capacidad para causar cualquier daño, una idea que no ha gustado a 150 expertos en robótica y derecho europeos: acaban de firmar una carta abierta en la que se oponen a la medida.
De un modo u otro, mientras la Unión Europea intenta unir fuerzas, muchos países tratan por su cuenta de aupar a sus robots y algoritmos para ganar una competición tan rentable como temida.
Google, Apple, Facebook, Amazon, Microsoft… Los gigantes tecnológicos nacidos en Estados Unidos están apostando fuerte por la inteligencia artificial, ya sea atrayendo talento o comprando empresas del sector. El gigante de Mountain View ha metido 14 startups en su bolsa de la compra entre 2010 y 2017, algunas nada baratas: se gastó 500 millones de dólares (unos 400 millones de euros) en DeepMind, la empresa británica creadora del algoritmo que ganó hace un par de años al campeón mundial de Go, un milenario juego chino.
Precisamente el país de origen de ese pasatiempo aspira ahora a adelantar a la potencia norteamericana en la carrera de la inteligencia artificial, que hasta hace poco la encabezaba sin que nadie le pisara los talones.
El año pasado, por primera vez, China invertía algo más que la nación de las barras y estrellas en startups de inteligencia artificial: de los 15.200 millones de dólares (12.000 millones de euros) invertidos globalmente en el sector, el 48 % procedían de ese país y el 38 % de Estados Unidos, según un informe de CB Insights.
Sin embargo, buena parte de esa financiación va destinada al sector de los chips o al desarrollo del reconocimiento facial, muy utilizado para identificar a los ciudadanos en el país: ya hay incluso un programa activo para que los policías usen gafas con esa tecnología para cazar delincuentes.
Recientemente, SenseTime, una empresa china dedicada a proveer de herramientas de reconocimiento facial a empresas y cuerpos policiales, se convertía en la startup de inteligencia artificial más valiosa del mundo: suvaloración asciende a 4.500 millones de dólares (3.600 millones de euros) tras una multimillonaria ronda de financiación liderada por Alibaba.
El gigante encabezado por Jack Ma también está apostando por el campo: el fundador del gigante del comercio electrónico anunció recientemente que pensaba invertir 15.000 millones de dólares (12.000 millones de euros) para crear varios centros de investigación muy enfocados a la inteligencia artificial. Otros gigantes tecnológicos chinos, como Tencent (que acababa de abrir un centro de investigación en Seattle) o Baidu (que ha lanzado sus propios asistentes de voz y quiere poner sus coches autónomos en las carreteras en los próximos tres o cinco años) también están a la cabeza en la carrera de la inteligencia artificial.
Además, según un reciente estudio elaborado por economistas de la Universidad de Toronto, el 23 % de los autores de estudios presentados en la AAAI Conference de 2017, una de las más prestigiosas, eran chinos (más del doble que hace un lustro), mientras que el 34 % eran estadounidenses, lo que muestra cómo ambas potencias se están equiparando en materia de investigación.
Más allá de esos datos, a Washington debería preocuparle especialmente que el propio Gobierno chino haya trazado un plan para liderar la tecnología en 2030: el Consejo de Estado anunció hace unos meses su propósito de que el mercado de la inteligencia artificial sea de un billón de yuanes (120.000 millones de euros) en ese año. Para conseguirlo, el país asiático ya está invirtiendo 13.800 millones de yuanes (1.700 millones de euros) en la construcción de un gigantesco parque industrial en Pekín dedicado exclusivamente a la investigación en inteligencia artificial.
Y mientras el Gobierno chino avanza en su hoja de ruta para ganar la competición, algunos expertos critican que Trump no está siguiendo ninguna estrategia concreta para avanzar en ese área, como sí hizo Obama: en 2015, la Casa Blanca invirtió 1.100 millones de dólares (unos 890 millones de euros) en investigación y desarrollo en inteligencia artificial y se propuso un plan específico sobre los retos y oportunidades del sector.
De un modo u otro, lo cierto es que la mayoría de las startups de inteligencia artificial más prometedoras siguen siendo estadounidenses (el 76 % según CB Insights, que ha seleccionado un centenar de todo el globo).
La tercera economía más grande del mundo, Japón, es también el paraíso de la robótica desde hace años. De hecho, se calcula que el 71 % de su industria está automatizada, un porcentaje superior al de Estados Unidos. Algunas de sus empresas también figuran en esa lista de startups prometedoras en inteligencia artificial realizada por CB Insights, como LeapMind, especializada en deep learning.
El Gobierno nipón creó en 2016 un Consejo Estratégico de Inteligencia Artificial para trazar sus propios planes, centrados en la productividad, la movilidad y la salud, y este año invertirá 77.000 millones de yenes (unos 500 millones de euros) en el campo, todavía lejos de las grandes potencias.
Otra de las grandes potencias económicas, Canadá, también se postula como uno de los países que luchará por llegar a los primeros puestos, aunque esté a mucha distancia de China o Estados Unidos (por hacernos una idea, el 4 % de los papers presentados a la AAAI Conference en 2017 eran nipones y el 3 % canadienses).
Sin embargo, algunas de sus universidades (como las de Toronto o Montreal) figuran entre las más prestigiosas en ese ámbito. Instituciones públicas y empresas acaban de invertir 170 millones de dólares canadienses (unos 109 millones de euros) en el centro de investigación Vector Institute, cuyo asesor científico es Geoffrey Hinton. Conocido como el padrino de la inteligencia artificial, sentó las bases del deep learning en los 80 y dirige el equipo de Google Brain desde Toronto.
Por su parte, Yoshua Bengio, otro de los reconocidos pioneros del deep learning, ha cofundado en Montreal Element AI, una incubadora de inteligencia artificial que ha recaudado 150 millones de dólares canadienses (casi 100 millones de euros) tanto de universidades como de empresas de la talla de Microsoft, Intel y Nvidia. Además, el Gobierno canadiense ha anunciado que invertirá una cifra similar en “una estrategia de inteligencia artificial pancanadiense” a través de centros de investigación en varias ciudades.
La India, un país que está creciendo rápidamente gracias, entre otros factores, a la externalización de sus servicios de tecnologías de la información, también quiere impulsar los algoritmos. El Gobierno indio acaba de anunciar la creación de un Programa Nacional en Inteligencia Artificial con el que planea establecer centros de excelencia para estimular la investigación en inteligencia artificial, robótica, b ig data o computación cuántica.
En el Viejo Continente, Reino Unido se ha convertido en los últimos años en el país más puntero. Entre 2012 y 2016, fue la tercera potencia que más invirtió en inteligencia artificial según un informe de Goldman Sachs. Por su parte, la firma de venture capital Asgard contabilizó hace unos meses 409 empresas europeas dedicadas exclusivamente a la inteligencia artificial, de las cuales 121 eran británicas. Entre ellas, obviamente, figuraba DeepMind, que sigue teniendo sede en Londres tras haber sido adquirida por Google.
“Establecer Reino Unido como un líder mundial en nuevas tecnologías como inteligencia artificial”, entre otras áreas innovadoras, es precisamente uno de los propósitos citados por el Gobierno en sus presupuestos de otoño presentados hace unos meses. De hecho, en ellos se incluía una partida de 500 millones de libras (unos 578 millones de euros) para la industria tecnológica, 75 de los cuales (unos 65 millones de euros) se destinarán a la inversión en inteligencia artificial.
El Ejecutivo también encargó el año pasado un informe para que los expertos en el campo analizarán cómo se podía potenciar la floreciente industria desde el ámbito público y privado. Es más, el Parlamento Británico acaba de proponer la creación de un código ético para las empresas que incluye, por ejemplo, que la inteligencia artificial se desarrolle “para el bien común y el beneficio de la humanidad” y opere con principios de “inteligibilidad y justicia”.
Si bien el Ejecutivo alemán no ha impulsado una política en materia de inteligencia artificial tan ambiciosa como la británica, sí ha ido por delante en la carrera del coche autónomo: el país germano ha sido el primero en legislar la circulación de los vehículos sin conductor por sus carreteras.
Además, hace unos meses se anunció la creación de Cyber Valley, unhub tecnológico centrado en inteligencia artificial y robótica y situado al sureste de Alemania que pretende ser un puente entre los ámbitos académico y corporativo. La Sociedad Max Planck, varias universidades y empresas del país (Porsche, Daimler o Bosch) o extranjeras (como Amazon) han unido sus fuerzas en este proyecto.
El mandatario europeo que más interés ha mostrado en no perderse el tren esEmmanuel Macron. El presidente francés acaba de anunciar una inversión pública de 1.500 millones de euros para investigar la inteligencia artificial. “No hay posibilidad de controlar ninguno de los efectos de estas tecnologías si hemos perdido el comienzo de la guerra”, explicaba al anunciar su plan hace unos días.
Uno de sus objetivos es aumentar la colaboración entre los centros de investigación gubernamentales y las empresas privadas para favorecer que los mejores expertos se queden en el país. Más allá de las compañías nacionales, los gigantes tecnológicos también han puesto la mira en Francia: Google ha abierto un nuevo laboratorio de inteligencia artificial en París hace unos meses y Facebook, que ya tiene un centro similar en la capital, anunció que duplicaría su número de empleados.
Más allá de la inversión, Macron defiende que es necesario “recrear una soberanía europea en inteligencia artificial”, especialmente en el ámbito de la regulación. “Si no quieres bloquear la innovación, es mejor enmarcarla por diseño dentro de límites éticos y filosóficos. Y creo que estamos preparados para hacerlo”, ha dicho Macron.
Mientras tanto, el estudio de Asgard ha contabilizado más de una treintena de empresas dedicadas a la inteligencia artificial en nuestro país, y CB Insights reconocía a la startup española Sherp como una de las 100 más innovadoras en inteligencia artificial.
Ahora bien, lo único que ha anunciado el Gobierno dirigido específicamente a este campo en los últimos meses es la elaboración de un Libro Blanco sobre inteligencia artificial y big data que aborde las implicaciones sociales, jurídicas y éticas. Un grupo de expertos lo presentarán antes de verano, en una iniciativa que forma parte de una futura Estrategia Digital para una España Inteligente en 2025.
En la Unión Europea, además, cabe destacar también el caso de Estonia, cuyo Gobierno está debatiendo una propuesta para conceder ciertos derechos a los robots. Y al lado de ese país, aunque fuera de las fronteras comunitarias, Rusia también intenta aventajar a muchas potencias y disputarse el dominio en inteligencia artificial con China y Estados Unidos, particularmente en la carrera armamentística de los robots. El país estaría trabajando en varios proyectos relacionados con los algoritmos bajo los auspicios del Ministerio de Defensa. “Quien se convierta en el líder en esta esfera se convertirá en gobernante del mundo”, afirmaba el propio Vladimir Putin hace unos meses.
Una afirmación tajante que parecen compartir muchos países del mundo, que están invirtiendo grandes cantidades recursos para hacerse un hueco en el multimillonario campo de la inteligencia artificial.
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