Las emisiones del turismo igualan a las de los coches o el ganado
Image: REUTERS/Yiannis Kourtoglou
Las vacaciones, los viajes, los millones y millones de turistas también están calentando el planeta. La responsabilidad del turismo en las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) es, según un nuevo estudio, cuatro veces mayor de lo que se había estimado ahora. Los turistas, con los occidentales a la cabeza, emiten tanto CO2 (dióxido de carbono) o metano como sus coches o las vilipendiadas vacas. Y la parte de culpa del turismo en el cambio climático seguirá creciendo en el futuro.
El cambio climático que vive el planeta y que ya está afectando al futuro de la vida que alberga está provocado por un incremento de la concentración de GEI en la atmósfera. Iniciado con los humos de las fábricas de la Revolución Industrial hace dos siglos, el proceso se aceleró en el último tercio del siglo XX. Una serie de revoluciones (la demográfica, la urbana, la agrícola...) elevaron casi exponencialmente el consumo de todo tipo de bienes y servicios en cuya elaboración o uso han necesitado de la emisión de muchas toneladas de CO2, de metano y otros gases.
La extracción del petróleo, el transporte, la industria o la ganadería son actividades que generan muchos GEI. Pero un estudio muestra ahora que el impacto global del turismo es tan grande o más que el de la mayoría de los sectores señalados hasta ahora. El trabajo, publicado en Nature Climate Change, eleva el porcentaje de las emisiones achacables a los turistas hasta el 8%, una cifra que cuadruplica las estimaciones precedentes y supone igualar a las emisiones de los coches o al metano expelido por las vacas, que, según sea la fuente, oscilan entre el 8% y el 10%.
El trabajo incluye datos de 189 países obtenidos para el lustro que va de 2009 a 2013, cuando ya la crisis económica se había extendido. Aún así, las emisiones relacionadas con el turismo pasaron de 3,9 millones de toneladas de GEI a 4,5 millones de toneladas. Y, aunque no hay datos completos de fechas posteriores, todo indica que han seguido aumentando. A pesar de la crisis, el número de turistas no ha dejado de crecer en lo que va de siglo, superando el año pasado los 1.300 millones. Y todo indica que seguirán aumentando. Según han modelado los autores del estudio, si no se hace nada (eficiencia energética, tasas al turismo, ecoturismo...) las emisiones habrán subido hasta los 6,5 millones de toneladas en 2025.
"Muchas de estas emisiones no habían sido tenidas en cuenta hasta ahora", dice la investigadora de la Universidad de Sidney (Australia) y principal autora del estudio, Arunima Malik. "Realizamos una evaluación integral computando más de mil millones de cadenas de suministro", añade. El trabajo no se queda en los gases emitidos por el avión que lleva al turista ni los del aire acondicionado que refresca la habitación de su hotel. Incluye el CO2 o el metano liberados a la atmósfera en el proceso de cultivar el arroz de la paella que se come o el plástico del que está hecho el souvenir que se lleva de vuelta a casa.
Mapa con el flujo de la huella de carbono del transporte aéreo. Los colores indican el mayor (amarillo) o menor (azul) peso en el total. El 23% de las emisiones turísticas proceden del transporte aéreo.UNIVERSIDAD OF SYDNEY
Los países con mayores emisiones relacionadas con el turismo son los occidentales, con EE UU en primer lugar. A esta primera clase se han subido también naciones con economías emergentes como China, India o México. La mayoría de estas huellas de carbono proceden de viajes domésticos. La cosa cambia cuando la clasificación es en emisiones per cápita. Entonces, entre los mayores emisores de gases de efecto invernadero aparecen las Maldivas (en primer lugar), Mauricio (cuarto), Chipre (sexto) o las Seychelles (séptimo puesto). En estos países, las emisiones turísticas llegan a suponer el 80% del total de emisiones. Como era previsible, el transporte es el principal responsable de las emisiones turísticas. Solo los vuelos ya suponen el 20%.
"El transporte es intensivo en emisiones y el turismo es intensivo en transporte", recuerda la codirectora del grupo de investigación GEAR, de la Universidad de Castilla-La Mancha, María Ángeles Cadarso, que ha estudiado la huella de carbono del turismo en España. Aunque los datos más recientes son de 2007, ya entonces, las emisiones turísticas suponían el 10,6% del total. Casi la mitad de ellas fueron responsabilidad de turistas extranjeros. Aunque no se sabe si esta proporción ha variado, el total de emisiones ha debido de aumentar y mucho. Entonces, visitaron España unos 60 millones de turistas. El año pasado fueron 82 millones.
¿Cómo reducir las emisiones de un fenómeno que crece aún en época de crisis y tras el que hay tantos intereses económicos como puestos de trabajo? "Hasta 2007, nuestras estimaciones sí mostraban mejoras en ecoeficiencia y actualmente estimaciones no publicadas muestran que el turismo se ha beneficiado indirectamente y reducido su huella gracias al aumento de renovables en el sector eléctrico, pero el transporte sigue siendo un problema", comenta Cadarso, no relacionada con el presente estudio. Sus autores sugieren algunas opciones, como reducir los viajes en avión e incentivar el turismo local, de cercanía. Pero ambas ideas parecen ir en contra de la idea de evasión asociada al turismo.
Para la directora de Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales, Teresa Ribera, "no se trata de prohibir el turismo, si no de sacar a la luz sus costes ocultos". La que fuera la secretaria de Estado de Cambio Climático entre 2008 y 2011 coincide con los autores del estudio que la relevancia de las emisiones turísticas ha sido oscurecida por las de otros sectores más evidentes, en apariencia más sucios, durante demasiado tiempo. "España debe tomárselo en serio, el turismo es una de sus señas de identidad", dice.
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