Por qué importa que la mitad de la población mundial aún no tenga conexión a Internet
Image: REUTERS/Antony Njuguna
El mes pasado, científicas y científicos de la Universidad Tufts anunciaron que habían creado un sensor que se puede montar en un diente para rastrear la calidad de la dieta y hacer recomendaciones nutricionales personalizadas.
Casi al mismo tiempo, Microsoft anunció que había desarrollado un software que podía traducir chino a inglés con la misma rapidez y precisión que un humano. Por si esto fuera poco, la semana pasada el mundo se enteró de que ahora hay un robot que puede ensamblar muebles de manera autónoma.
Estas historias lo dejan claro: leer las noticias de ciencia y tecnología de hoy es ver un mundo de rápido progreso y potencial infinito.
Y desde una perspectiva lo es.
Pero creemos que este es un buen momento para recordar la fundamental limitación de la capacidad que tiene la tecnología para hacer del mundo un lugar mejor. Todos estos avances de una manera u otra dependen de Internet, una herramienta que sigue siendo desconocida para más de la mitad de la población mundial.
La Comisión de Banda Ancha para el Desarrollo Sostenible sostiene que, a fin de este año, ni siquiera la mitad de la población del mundo tendrá acceso a Internet. Si el mundo mantiene las tasas actuales de crecimiento de personas usuarias de Internet, lo que es poco probable, recién dentro de dos décadas podremos brindarle acceso a Internet al 100% de la población mundial.
Para entonces, voces expertas predicen que la cuarta revolución industrial estará en pleno apogeo. Estaremos conectados a una vasta red de Internet de las cosas que alimentará cantidades inimaginables de datos en herramientas de inteligencia artificial cada vez más avanzadas, lo que nos permitirá crear productos y servicios nuevos y altamente disruptivos que generarán mucha riqueza. O, al menos generarán riqueza para aquellas personas que tengamos una conexión a Internet.
Esta explosión de riqueza inminente y desigual es importante porque exacerbará las deficiencias actuales de la desigualdad en el mundo. El uso de Internet se concentra casi por completo en las economías avanzadas, y las mayores brechas se encuentran en las áreas más pobres del mundo.
El mapa y el gráfico a continuación muestran los centros de máxima actividad de conexión a Internet en la mayoría de los países desarrollados y las enormes oportunidades para aumentar el acceso a Internet en los países en desarrollo.
Si esta situación no se resuelve pronto, solo las personas más ricas disfrutarán de los beneficios de la cuarta revolución industrial, mientras deja a las más pobres aún más atrás.
Esto quiere decir que lo único que impide que uno de los países menos adelantados de hoy en día se convierta en un líder mundial en inteligencia artificial es no tener a toda su población en línea. Más bien, hacerlo crearía un ecosistema digital nacional que aumentaría las posibilidades de participación de cualquier país. En particular, no debemos descartar la posibilidad de que las economías emergentes lancen industrias locales que ofrezcan productos adaptados a las poblaciones nacionales o regionales, impulsando el crecimiento económico y ayudando a combatir la desigualdad en el mundo.
No olvide el ejemplo de M-Pesa, un proveedor global líder de pagos móviles que es 50% de propiedad africana y tiene su mayor base de usuarios en Kenia.
Esta perspectiva de que los países con una penetración mínima de Internet probablemente se pierdan la cuarta revolución industrial es la razón por la cual la brecha digital importa tanto ahora. Debería desempeñar un papel mucho más central en las discusiones sobre el desarrollo de Internet a nivel mundial.
Hasta la fecha, el argumento a favor de priorizar el desarrollo de Internet se ha relacionado con su potencial para impulsar el desarrollo sostenible. Esto es fácil de hacer. No solo hay muchos estudios que muestran los beneficios del crecimiento a nivel macro del aumento de la penetración de banda ancha, sino que hay historias de cómo la vida de los individuos y las comunidades se transforman con la llegada de Internet que continúan sorprendiendo. Como profesionales de desarrollo de Internet, nosotras y nosotros mismos hemos sido testigo de estos beneficios.
Una persona de nuestro equipo vio cómo un empresario indonesio de escasos recursos aumentó siete veces su ingreso en nueve meses cuando le pusieron una conexión a Internet en su casa. Usó Facebook para encontrar distribuidores para el producto alimenticio que hacía, convenció a varios para que lo visitaran y firmó contratos.
Otro fue testigo de cómo un niño de ocho años pudo usar Internet para salvar la economía local de una aldea en el norte de Brasil. El pueblo sobrevivía con la venta de pollos, y un gran número de gallinas había comenzado a comerse sus propios huevos. Debido a sus tradiciones, esto se consideró como una señal de que las aves estaban poseídas por espíritus y debían ejecutarse. Pero un niño pudo encontrar un video de YouTube que explicaba que simplemente indicaba una deficiencia de calcio en la dieta de los pollos, algo que los pobladores tenían capacidad para resolver.
Sin embargo, por muy convincentes que sean estos argumentos, no han influido adecuadamente en el debate global.
Pese a que la tasa de crecimiento de Internet es demasiado lenta y al hecho de que Global Infrastructure Hub identificó una brecha financiera de un billón de dólares en la infraestructura de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) de aquí a 2040, en los últimos seis años los bancos multilaterales de desarrollo solo han invertido el 1% de sus recursos para resolver este problema.
¿Por qué? Una encuesta reciente respaldada por la World Wide Web Foundation mostró que la inversión en conectividad de las TIC se considera en gran medida dominio del sector privado, y específicamente de los operadores móviles.
Esto necesita cambiar, y un buen primer paso es dar vuelta el argumento. Si los gobiernos, cuyas solicitudes a los bancos de desarrollo impulsan la cartera de préstamos de los BMD, no pueden justificar las inversiones en las TIC en áreas de desarrollo sostenible, quizás puedan hacerlo mostrando cómo la conectividad ahora es imprescindible para participar en la cuarta revolución industrial. Esto también podría ayudar a generar la voluntad política de aclarar los regímenes reguladores, y hacer que el sector sea más transparente y atractivo para los inversores privados no tradicionales.
En el Foro Económico Mundial estamos trabajando con gobiernos y organismos regionales en formas de ampliar el conjunto de inversores en conectividad con nuestro proyecto Internet para todos.
Una nueva investigación que acaba de iniciarse muestra que en las áreas de poco uso de Internet los operadores móviles enfrentan un entorno de inversión difícil. Aunque en algunos casos los rendimientos de las inversiones en conectividad pueden exceder los costos en menos de dos años, estos rendimientos se acumulan para la economía como un todo y no para un inversor privado. Los operadores de redes a menudo necesitan cofinanciación para que su inversión sea rentable.
Si traemos más jugadores al espacio de inversión en las TIC, podemos comenzar a socializar los costos de las inversiones para reflejar mejor el desembolso de los retornos. Esto debería aumentar significativamente el desarrollo de la infraestructura de las TIC. Pero primero hay que pensar en Internet de manera diferente. Conectar a una población no se trata solo de crecimiento económico o inclusión social. Se trata de evitar que su país se pierda la cuarta revolución industrial, los robots que fabrican muebles y mucho más.
Eric White es líder de proyecto, Internet para todos, Miembro de Liderazgo Global, Foro Económico Mundial.
Oren Pinsky es coordinador de proyecto, Internet para todos, América Latina, Foro Económico Mundial, Ginebra.
Nuestro informe, Financiación de una Internet con visión de futuro para todos, está disponible aquí.
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Kimberley Botwright
11 de noviembre de 2024